Es una vista familiar. Steve Williams, el célebre caddie neozelandés, llevándole la bolsa al líder del torneo, un jugador de swing potente y académico vestido con su habitual polo «de guerra» rojo. Solo que esta vez Tiger Woods, el habitual «jefe» de Williams, se dedicaba a firmar autógrafos y a desempeñar labores institucionales, mientras el australiano Adam Scott, su patrón temporal, alcanzaba el coliderato tras la primera vuelta del AT&T National junto a Hunter Haas con una vuelta de -4.
Tras fallar el corte por un golpe en el US Open, parece que Adam Scott quiere tomarse la revancha en un Aronimink Golf Club cuya preparación es muy similar a la que la USGA reserva para el abierto estadounidense y que ha dado no pocos disgustos a los jugadores congregados en el campo de Filadelfia (solo 28 jugadores han conseguido bajar del par).
Scott y Haas sacan un golpe de ventaja al trío compuesto por Dean Wilson, Joe Ogilvie y Jhonattan Vegas, desaparecido desde su impresionante racha de principio de temporada, y dos a un nutrido grupo de diez jugadores entre los que destacan Robert Garrigus, Rickie Fowler o el fidjiano Vijay Singh
Justin Rose comenzó al par en la primera jornada de la defensa de su título y tuvo que vérselas con los rapidísimos y movidos greenes de Aronimink, mientras que dos de los protagonistas mediáticos de la última semana, Patrick Cantlay y Erik Compton, tuvieron una suerte desigual: el brillante amateur firmó una sólida vuelta de par en otra demostración de que tiene sitio entre «los mayores» del PGA Tour, mientras que Erik Compton, ganador del Abierto de México y conocido por su tremenda historia de superación y sus dos transplantes, firmó un aparatoso +6, aunque consiguió el golpe del día al embocar un impresionante wedge para eagle desde la calle del hoyo 11
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