Me gustaría despedir esta serie de historias sobre la Ryder con uno de los grandes nombres del equipo europeo que, junto a Severiano Ballesteros, ha sabido encarnar perfectamente lo que representa esta competición para un jugador. Como habrán adivinado, se trata de don José María Olazábal. Desde su aparición en 1987 hasta su despedida como jugador, José Mari ha vivido por y para la Ryder. Bien es cierto que su carrera individual se adornaba en ese período con dos Masters e infinidad de torneos tanto en Europa como en Estados Unidos, pero como él mismo reconoce la Ryder merece un capítulo especial en su vida.
“He tenido el privilegio desde el principio de ser emparejado con el mejor, Severiano”, me decía hace ya unos años, “y eso quieras que no marca y te deja grabado para siempre la Ryder en tu personalidad”. Ya indicaba el pasado viernes en la columna sobre el espíritu de Seve aquella anécdota de su partido con Joakim Haeggman, pero me guardé para hoy casi lo mejor. Escuchemos a José Marí.
“Si te soy sincero”, me reconoció posteriormente a esos últimos hoyos junto al sueco, “ni me enteré de lo que pasaba, estaba como flotando. Nunca he vuelto a tener aquellas sensaciones. Sentía que podía meter cualquier golpe. Tal vez por eso le dije a Joakim que fuera a marcar su bola. Nos hacía falta el dos y creía que lo podía conseguir. La bola de Joakim estaba justo donde debía de botar la mía, como se vio posteriormente. El bote en la moneda me perjudicó, creo que podía haber entrado. Como te digo, unas sensaciones increíbles y que no se han vuelto a repetir”.
Además de un killer junto a Seve, aunque es verdad que su récord en individuales no es demasiado bueno, Txema ha sido todo un caballero que ha sabido ganarse el respeto y la admiración no sólo de sus compañeros si no también, y sobre todo, de sus rivales. Sobre el incidente del green del 18 contra Justin Leonard, él siempre ha querido quitarle importancia al asunto reconociendo que son lances del juego y que ese partido lo debía de haber ganado antes de llegar a ese hoyo 18 (recuerden que llegó uno arriba) para no tener que sufrir aquello y ganar la Ryder. Y entre los muchos recuerdos que tiene de la Ryder y de sus emparejamientos con Seve, tal vez se quede con el fourball que jugaron el sábado por la tarde de Kiawah Island y que quedó inmortalizado para siempre por una de las mejores fotos de golf que recuerdo, Seve y Txema en contraluz con un fondo naranja dándose la mano para cerrar una jornada épica.
Era el último partido del día y se intuía desde su arranque que a ese partido le iba a costar llegar al 18 pues se andaba justo de tiempo. Y efectivamente, el hoyo 18 se tuvo que jugar a oscuras, preguntándose los dos españoles por puntos de referencia para conseguir arrancar un empate de los que dejan un sabor a gran victoria.
En 2006 José María Olazábal llegaba al K Club consciente de que aquella podía ser su última Ryder Cup. En la edición anterior se había conseguido batir el récord de mayor diferencia a favor de los europeos, 18,5 a 9,5, y había mucha presión por no perder pero, sobre todo, por llevar a Darren Clarke hacía la victoria para que pudiese rendir un sentido homenaje a su mujer recientemente fallecida. Todo el equipo buscaba esa victoria pero seguramente Olazábal más que nadie: porque tal vez fuera la última que lograría como jugador y por la gran amistad que le une con Clarke. Y la verdad es que el equipo europeo funcionó en aquella edición como una máquina perfectamente rodada y desde el primer día se vio que los americanos iban a ser meros comparsas debido al extraordinario juego que desplegaron sus rivales. Y José María Olazábal pudo despedirse como dirían los franceses, “comme il faut”. Tras haberle dado todo a la Ryder, esta le devolvía un récord igualado, el de la diferencia conseguida en la edición anterior, y una victoria individual sobre Phil Mickelson. Se podía retirar por la puerta grande y nunca el golf ha podido ser más justo que entonces con José María Olazábal. Luego, en 2012, don José María volvería a escribir otra de sus páginas de oro de la Ryder con su capitanía ejemplar de Medinah y esa victoria con récord también, el de la mayor remontada en suelo americano. Sin duda alguna, otro Mr Ryder español.
Entregas anteriores
1989, la última Ryder romántica
Empieza la guerra
Seve y su espíritu
La copa tenía que rebosar
Javier Pinedo es la voz del golf en nuestro país. Este periodista especializado atesora un currículum inigualable y lleva en el «zurrón» innumerables majors, Ryder Cups y competiciones de primer nivel. Gracias a su experiencia y conocimientos, se ha convertido en una referencia ineludible tanto en las retransmisiones televisivas de Canal+ Golf como en su columna mensual en la revista Golf Digest. Esta semana Javier Pinedo nos acompañará con una serie de columnas acerca de sus recuerdos asociados a la Ryder Cup.
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