El pasado día 27 de enero se presentó en el Centro Nacional de Golf el libro Los campos de golf de Javier Arana, escrito por Alfonso Erhardt, editado por Turner y centrado en la figura y la obra del mejor diseñador de la historia del golf español. Alfonso Erhardt tuvo la amabilidad de concedernos una entrevista a fondo en la que pudimos profundizar en el contenido del libro y en la vida y obra de su protagonista, autor de joyas como El Saler, Neguri, el Club de Campo o Guadalmina.
Además, complementamos este texto que está complementado por las primeras páginas de este libro que ofrecemos en exclusiva a nuestros lectores por cortesía de Turner Libros y que se adjuntan al final de la entrevista. En estas páginas se incluye el prólogo escrito por Nacho Gervás, director deportivo de la RFEG y locutor de Canal+ Golf, y la introducción del autor, una magnífica declaración de intenciones que sirve de “piedra de toque” ideal antes de abordar la lectura de este volumen.
Es ineludible recordar el artículo The unsung hero of Spanish golf que se publicó en Golf Course Architecture y que fue el germen del libro. ¿Fue un encargo de la revista o una propuesta tuya?
Fue un encargo de la revista. A través de un amigo conocí al editor, quien tenía una sección dedicada a los pioneros en la historia de la arquitectura de campos de golf. Cuando se le acabaron los pioneros ingleses y americanos, me propusieron escribir el artículo sobre Javier Arana. A esta gente la conocía a través de amigos comunes porque soy aficionado al diseño de campos de golf y habíamos intercambiado algunos correos.
Me propusieron el encargo y no tuve inconveniente pero les dije que tenía que hablar con los Arana a ver que me podían contar porque yo sabía muy poco. Hablé con Álvaro Arana, sobrino de Javier, que tiene todo su archivo y entre las cosas que me contó Álvaro y el archivo encontré lo suficiente para escribir el artículo y mucho más. En aquel momento no disponía de mucho tiempo y solo hice el artículo, pero luego seguí investigando por mi cuenta porque me divertía el tema y al final descubrí que en el archivo había suficiente material para escribir un libro y me lancé a ello.
Este libro pretende refutar el título de aquel artículo, cuya traducción aproximada es El héroe olvidado del golf español, y darlo a conocer a los aficionados españoles.
El artículo venía a decir que, pese a todo lo que fue Arana, no se lo conocía (bueno, no es que no se conociera su nombre, sino que no se sabe muy bien quién es), y el libro pretende solucionarlo.
El libro intenta explicar a la gente quién era Javier Arana, su obra, lo que hacía y por qué lo hacía, por qué sabía lo que sabía… Tuvo una vida muy rica ligada al golf y su trayectoria va muy en paralelo al desarrollo al golf español desde 1925 a 1975, toda la época previa a Ballesteros.
El libro holla un terreno que está poco transitado en España. El ensayo histórico de golf es poco habitual en nuestro país, donde estamos más acostumbrados a leer libros de instrucción. ¿Ha sido difícil convencer a Turner para que se involucrara en un proyecto así?
Sí y no. La editorial desde el principio entendió muy bien el proyecto y les hizo mucha gracia, porque están especializados en editar libros originales y con carácter. Me convencieron de que no corriera y tenían toda la razón. No había que celebrar ninguna efeméride y ante la perspectiva de que no se iba a publicar otro libro sobre Arana en un tiempo razonable, me dijeron que si me precipitaba o luego encontraba más material y no entraba en el libro, me iba a arrepentir. “Tómate tu tiempo y vamos a hacer el mejor libro posible, que es la forma de tratar estos temas más especiales”, me dijeron. Al final me lo fui tomando con un poco más de calma para recabar toda la información. Lo que más les sorprendió a los de Turner es cuando volví a aparecer por la editorial cuatro años después con el texto acabado y las fotos y diciéndoles que teníamos que empezar. Lo leyeron, les gustó y nos pusimos manos a la obra para acabar.
El texto es sobresaliente, pero en el aspecto formal el libro (edición, encuadernación, reproducción) es también impecable, algo a lo que Turner tiene acostumbrados a sus lectores.
Es la gran diferencia con respecto a otros libros. Esto se ve mucho en las publicaciones de otros países dedicadas a arquitectos o a campos, que son libros de mucha calidad. Habrá gente que diga que el libro es caro y yo tal vez esté de acuerdo, pero vale el precio que cuesta porque dentro hay muchísimo trabajo y unas fotos magníficas. Es una gran referencia sobre los campos de Arana. No es un libro para todos los públicos, pero el objetivo es que quien tenga ese libro lo disfrute.
Volviendo al protagonista del libro, casi tan importante como el análisis de sus recorridos es la semblanza histórica de Javier Arana, tanto su vertiente como deportista como la parte de diseñador. Además, su evolución como persona es básica para conocer su oficio y su obra posterior.
Lo que conocemos de él es su obra, que es lo que queda de un diseñador de campos de golf. De un arquitecto quedan sus edificios y de un diseñador quedan sus campos, que ahí siguen con el paso de los años. En ocasiones un diseñador resiste mejor el paso del tiempo que un jugador, porque los triunfos de este último a veces quedan “encerrados” en su palmarés.
De Arana, lo tremendamente interesante y desconocido es todo lo que hizo antes de dedicarse al diseño. Era un golfista de primera fila que en nuestros tiempos nadie conocía o valoraba en su justa medida. Fue el primer español en conseguir victorias internacionales en el circuito amateur europeo, estuvo en los equipos nacionales, fue greenkeeper, árbitro… Era una persona muy polifacética que abarcaba todas las áreas del golf. Eso le permitía tener una visión de 360 grados que facilitaba su trabajo de diseño.
Además, Javier Arana jugó en Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Suiza, Portugal, Argentina y en España… Cuando empezó a diseñar ya había estado expuesto a los principales campos, tenía referencias sobre las que apoyarse y, aunque muchas veces se piensa que su talento surgió por generación espontánea, en parte es así pero también había viajado por el mundo y había conocido los mejores recorridos.
Un aspecto llamativo del Arana es su contraste entre el jugador y el diseñador. El Arana jugador era imaginativo y arriesgado, el contrapunto de su hermano Luis, que prefería buscar el fallo del contrario para imponerse. Sin embargo, como diseñador, Javier era muy ortodoxo en la reivindicación de la sencillez en los trazados de sus campos y la utilización del terreno.
En efecto, era así. Era un jugador más arriesgado y valiente porque era una persona más abierta y dicharachera que su hermano, y tal vez eso se reflejara en su juego. Sin embargo, y esto es una elucubración personal, él debió entender el diseño como un arte, una ciencia en la que había una serie de reglas que cumplir… aunque a veces infringiera alguna. Por ejemplo, parece una tontería pero todos los campos de Arana son par 72, aunque él aprendió a diseñar de una persona que hacía casi todos los campos par 70, que era Simpson. Este ponía cinco pares 3 y Arana solo cuatro. Del mismo modo que jugando al golf no era muy meticuloso, sí lo era en otros aspectos. Su forma de simplificar o de producir la variedad seguía una serie de patrones, como hacer que los pares 5 fueran de una forma, los pares 4 de otra, un equilibrio entre pares 4 largos y pares 4 cortos, el uso de doglegs… Sus campos no se parecen entre sí pero la configuración de los hoyos sí se parece.
Supongo que esas líneas maestras estarían dirigidas por su profundo conocimiento del mantenimiento de los campos y por las necesidades que surgían al carecer de ciertos recursos de los que sí disponemos en nuestros tiempos.
Los diseños en aquella época estaban condicionados por la falta de medios materiales para construir. No podías mover tierras y si te ibas a un terreno escarpado, como por ejemplo el Club de Campo de Madrid, tenías que adaptarte a las cuestas y a las pendientes que había. De las cartas de Arana se desprende que eso es lo que más quebraderos de cabeza le causaba; cómo gestionar esos desniveles sin que el campo acabara siendo un desastre, y lo conseguía.
El otro aspecto fundamental para Arana era el mantenimiento del campo. Es cierto que lo que nos ha quedado de su obra son los diseños, pero era un excelente greenkeeper. Se veía en las cartas que intercambiaba con los proveedores de semillas, lo que investigaba sobre métodos para tratar enfermedades a lo largo de toda su vida… Cuando ya se había centrado en el diseño, cada vez que había una prueba importante en El Prat o en otros campos lo llamaban para que dos meses antes se pasara por el campo y lo adecentara para la competición. Arana era una referencia de greenkeeping hasta mediados de los años 60. Quizá no con tanta ciencia como hoy, ya que esta disciplina ha avanzado muchísimo, pero era un auténtico fenómeno.
En la presentación del libro en el Centro Nacional de Golf desveló que su campo favorito de Arana es El Saler y coincidía con Gonzaga Escauriaza, presidente de la RFEG. Además, ambos lo consideran el mejor campo de España.
En efecto, el campo de Arana que más me gusta es El Saler porque lo tiene todo. Curiosamente, una vez me preguntaron cuáles eran mis hoyos favoritos de Arana y apenas había hoyos de El Saler (aún teniendo algunos sobresalientes). Lo interesante de El Saler es que todos los hoyos tienen algo: los greens son maravillosos, las ondulaciones de las calles son fantásticas, los bunkers están bien colocados… Es un campo divertidísimo y cada vez que lo juegas descubres algo. Luego, hay otros campos suyos que me encantan: Neguri, el Club de Campo, Aloha, el RACE… pero El Saler creo que está por encima.
En una obra tan limitada, con diez campos reconocidos y un par de ellos ilegítimos, es complicado hablar de joyas desconocidas, pero ¿se ha quedado alguna obra maestra sobre el tablero de dibujo?
En efecto, su obra es corta y la mayoría de los golfistas españoles la conocen, porque están en grandes ciudades y es fácil acceder a ellos. Es una pena que no hiciera más campos de los que planificó, porque había algunos en sitios maravillosos. El más impresionante y el mejor de todos posiblemente fuera el del mar Menor. Le pidieron que trazara 36 hoyos en La Manga, pero en la tira de arena que hay entre el mar Menor y el Mediterráneo que ahora está urbanizada. Eran 36 hoyos en un terreno con dunas y poco movimiento, puro links en un sitio espectacular con mar a los dos lados… Ese campo probablemente hubiera sido mejor que El Saler, pero en España durante mucho tiempo el ladrillo ha sido lo primero…
También le ofrecieron hacer un campo en Portugal donde hoy está el golf de Oitavos, un terreno precioso con dunas, pinares… pero no había agua. Se lo encargó un portugués que había sido rival de Arana en varios campeonatos amateurs, pero no había agua, un problema habitual en aquella época.
Una vez desaparecido Arana del panorama nacional, llegó una época de grandes proyectos asociados al ladrillo y, por otro lado, surgieron proyectos encabezados por jugadores y exjugadores que encaminaban sus pasos hacia el diseño casi como continuación natural de sus carreras. ¿Hay alguien que haya heredado el carácter de los diseños de Javier Arana?
Es una pregunta difícil. No conozco la obra completa de todos los diseñadores españoles, aunque he jugado campos de Olazábal, Ballesteros, Gancedo y otros… Ballesteros es muy personal, Gancedo también, Olazábal también… y quizá sea el que más me gusta, pero no veo un continuismo con respecto a los diseños de Arana. Los mencionados han desarrollado los campos lo mejor que han podido, se han adaptado a los terrenos que les han dado y es verdad que Arana tuvo una ventaja sobre ellos: que los terrenos de los que dispuso siempre fueron los mejores. Era una época en la que se había construido mucho menos en España y pudo hacer campos en sitios como Guadalmina, El Prat, Río Real… Hoy en día no quedan sitios así en España para construir campos, pegados al agua y en la playa. Te tocan terrenos peores, más escarpados y eso supone una dificultad adicional para el diseñador.
Los diseñadores actuales no son seguidores de Arana pero no porque no conozcan su obra, sino porque han desarrollado su labor de manera independiente y la figura de Arana tal vez no fuera muy conocida. Pepe Gancedo sí lo conocía bien, sin embargo.
El territorio del golf español previo a la Guerra Civil, tanto en el apartado de la arquitectura como de los jugadores, es apasionante. ¿Le quedan ganas de repetir y escribir sobre alguna otra figura de esa época?
Ahora mismo estoy con el libro recién terminado y un poco cansado, pero igual luego me animo con algo. Una figura interesantísima es Ángel de la Torre, un personaje muy atractivo con una vida muy variada, y otro tema llamativo es la presencia de Harry Colt en nuestro país y sus primeros diseños, que dieron el pistoletazo de salida al golf en España porque prácticamente hizo todos los diseños previos a la Guerra Civil.
Aun así, el tema de Colt es menor porque solo construyó seis campos y era un personaje algo “tristón”, que venía, hacía los campos, y se iba, con lo que faltan “extras” para la historia y quizá solo sea interesante para alguien aficionado a los aspectos técnicos.
Ángel de la Torre es una figura interesante y serviría para reivindicar al primer gran pro que tuvimos en España. Todos los años, cuando llega el Open de España y se lee el palmarés, vemos que el récord de victorias lo tiene De la Torre con cinco, pero ¿quién era? Le hemos hecho poco caso porque se fue a vivir a Estados Unidos antes de la Guerra, pero es una personalidad tremendamente atractiva.
Hasta aquí llega la entrevista con Alfonso Erhardt. Todos aquellos lectores que se hayan quedado con ganas de más, pueden informarse en www.javierarana.com. Por último, por cortesía de Turner Libros, adjuntamos las primeras páginas del libro con el prólogo y la introducción de Los campos de golf de Javier Arana.
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