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Zona Pro

Apostillas a un desenlace de Masters atípico

Hugo Costa | 14 de abril de 2014

Nada tengo contra Bubba Watson; es más, me cae simpático y reconozco que es uno de los jugadores más divertidos de seguir hoy en día en este golf de autómatas y perfeccionistas. Sin embargo, su victoria me deja una resaca extraña, lejos de aquellos regustos imponentes que te quitaban el sueño tras vivir desenlaces épicos de Masters llenos de contenidos e intrahistorias. Este año el Masters me ha dejado una zozobra que compartiré con todos los lectores, sin más ánimo que el simple desahogo. Vayan por delante mis disculpas por el atrevimiento tanto a Billy Payne como a todos ustedes.

– Miguel Ángel Jiménez tenía que ser eterno y obligatorio, pieza de culto dentro del Masters como el puente de Hogan o Sarazen. No concibo un «Masters de Angustias» sin el Pisha haciendo de las suyas. Lo que ha hecho este año nunca se le reconocerá lo suficiente. Me duele pensar que pueda ser la última oportunidad que tenga de ganar un grande.

– El sándwich de pimiento y queso está sobrevalorado y ya no sabe igual. Al parecer el nuevo servicio de restauración que lleva el catering desde el año pasado no dio con la receta original.

– La carpa de merchandising es ese lugar inhóspito, abarrotado y peligroso en el que entras sin pretensiones y sales sin dólares. Menos la chaqueta verde, venden todo lo que sospeches que se puede vender del Masters.

– A menudo me hacen la misma pregunta y me piden que describa Augusta National y a menudo no encuentro palabras que hagan justicia a la realidad. Con el tiempo, encontré una forma muy gráfica de transmitir lo que me provoca este campo: imagino que cuando muera y si es que voy al cielo, el campo de golf idílico que me espera ni siquiera podrá parecerse a Augusta. Así de especial y espectacular es. Aunque con el tiempo me han surgido dudas, pensando que ahí arriba se han juntado Bobby Jones, Clifford Roberts y Alister MacKenzie.

– Debería estar prohibido pegar el wedge de segundo golpe en un par 5. Me dan igual las circunstancias que lo acompañen… Prohibido y penado.

– Los greenes del Augusta National deberían ser cristales. No concibo un desenlace del Masters, un domingo por la tarde, sin un castigo excesivo de los greenes que roce la injusticia. El domingo fue como ver un torneo más. No reconocí Augusta en esos greenes y no me gusta. Para mi se equivocaron con un «manguerazo» excesivo.

– El hecho de encontrarse a un chaqueta verde como Ángel Cabrera comprando en la tienda unos posavasos con el logo del Masters, o a otro como Charl Schwartzel una carcasa para el móvil me hace reflexionar sobre la magia que debe tener este torneo.

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