Los análisis estadísticos suelen carecer del color del detalle, y más en un deporte como el golf en el que el desastre o el milagro están separados por una línea muy fina. Un tiro perfecto puede convertirse en una pesadilla si golpea la bandera, mientras que en otras ocasiones el rebote adecuado es capaz de salvar una situación potencialmente letal. Y aunque la máxima de Gary Player acerca de la suerte y la frecuencia de los entrenamientos sigue vigente, en ocasiones es complicado explicar una vuelta de golf con frías cifras. En otras ocasiones, sin embargo, las matemáticas van de la mano de la realidad, como sucedió en la tercera vuelta de Azahara Muñoz en el Kingsmill Championship.
La golfista de San Pedro de Alcántara falló ayer solo dos calles y tres greens, cifras estratosféricas (aunque relativamente habituales para la solidez de tee a green de Muñoz), pero terminó su vuelta con -2 después de lograr cinco birdies y tres bogeys. Tres bogeys son demasiado castigo para el juego que desplegó ayer Azahara Muñoz en el resort de Kingsmill, pero la explicación hay que buscarla en las estadísticas de putt, el único lunar de su vuelta como explicaba poco después de acabar.
Aun así, Azahara Muñoz conserva la quinta plaza desde la que partía y se encuentra a cinco golpes de una Paula Creamer imperial, que con su -6 en el día (y -16 en el global) tomaba el relevo a la coreana Jiyai Shin (líder durante las dos primeras jornadas). Completan el podio la holandesa Dewi-Claire Schreefel, en su mejor torneo del año en el LPGA Tour, y la estadounidense Danielle Kang a cuatro golpes de la líder.
En cuanto al resto de las españolas, Belén Mozo sigue ganando terreno y ya es decimotercera con -8 gracias a su magnífico 68 de ayer, mientras que Beatriz Recari perdió un puñado de posiciones con una atípica vuelta de +1, con un bogey en su primer hoyo y diecisiete pares. Elisa Serramià y María Hernández no consiguieron superar el corte.
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