Fuego abierto en Wildfire, decíamos el viernes. Uno de los torneos con la media más baja de resultados del LPGA Tour celebraba una nueva edición a ritmo de aciertos. Bastaban unos cuantos pares para ver cómo alguna de las participantes se imponía a otra, cómo los nombres subían y bajaban en la clasificación a un ritmo diabólico. En este escenario, la juventud se estaba imponiendo a la veteranía. En lo más alto se encontraba Mirim Lee, un nuevo ejemplar de la cantera surcoreana que solo competía en su tercera prueba del circuito; justo por detrás, Lydia Ko, la adolescente que habla como si arrastrara toda una carrera en la élite. Azahara Muñoz se había quedado algo atrás después de entregar un 71 en la segunda jornada.
Aunque no lo pareciera, ese fuego seguía abierto en la JTBC Founders Cup. Bastó con situar las banderas en lugares más accesibles durante el día del movimiento para que la media de golpes pasara de los 70,4 a los 69,4, es decir, un impacto de diferencia. Eso, en una media, es un salto tan grande como para cambiar el destino de un campeonato. Cristie Kerr estuvo a punto de no superar el corte y salió desatada a la carrera, galopando, firmando ocho birdies, un eagle y tan solo un bogey en su trayecto hacia igualar el récord de este recorrido: 63 golpes, como venidos de la nada, generados tan solo por el talento encontrando su recompensa. Las veteranas no estaban muertas, ni mucho menos. Pressel, Lewis, Wie y Yang firmando un 67; Creamer con un 64.
Ella apareció también. Azahara tiene una herida abierta por aquel putt que Paula embocó en el playoff del HSBC Women’s Champions y, como buena competidora, está buscando la única forma de cerrarla para siempre. A la malagueña solo le vale ganar, al menos dentro de su cabeza. Parecía haberse quedado fuera de la competición tras aquel 71 del viernes, pero respondió a las facilidades de Wildfire disparando a todos los trapos que se cruzaban por la vista. En los nueve primeros, acertó en tres ocasiones; en los segundos, con la mira afinada, lo consiguió en otras cinco. La vuelta de Kerr había sido buena pero su 64 sonó como un grito en Phoenix. “Me he guardado una bala”, parecía decir.
En dieciocho hoyos convirtió un torneo en mitad de la tabla en una ocasión de victoria y redención. Menos trece en el acumulado, quinta plaza y a tres de la nueva líder del torneo. Sí, nueva. Mirim Lee sigue navegando firme pero sus 70 golpes restaron velocidad al crucero. En cuanto bajo un poco el ritmo apareció Lydia Ko, repitiendo lo que había hecho el jueves. Un eagle por allí, cuatro birdies por allá y otro 67, como si no supiera hacer otra cosa. Es primera en busca de su primera victoria como profesional en el circuito, un peldaño más en su maduración frenética. Jessica Korda, tras un 66, empató con Lee en la segunda plaza, a solo uno de distancia.
Lo que viene ahora, como es habitual en este tipo de campeonatos, es el duelo final. Hay aspirantes que pueden llegar desde cualquier posición, sin previo aviso. Belén Mozo entregó un 69 y es vigésimo tercera, con menos nueve. No hay certezas a las que agarrarse: una chica de dieciséis años lidera la competición.
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