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Zona Pro

Colsaerts se apunta a la revolución de los novatos

Óscar Díaz | 29 de septiembre de 2012

Colsaerts, inesperado baluarte del equipo europeo (foto ©Getty Images)

En la Ryder Cup los nervios afloran, las voluntades se quiebran y las exhibiciones de carácter sobresalen, pero escasean. El torneo suele servir de escenario para hazañas protagonizadas por golfistas consolidados, pero la exigencia de la competición deja escaso margen para las sorpresas o para los héroes improbables. Sí, Brian Barnes ganó dos veces a Nicklaus en un mismo día de la Ryder de 1975, pero por cada Barnes hay diez Wetterich, golfistas que consiguen asomarse a la gloria de la prueba por equipos más importante del mundo del golf para desaparecer en el olvido.

Novato, elegido (con toda justicia) a dedo por el capitán, salido de un país con escasa tradición golfística y estrenándose contra Tiger Woods y Steve Stricker, Nicolas Colsaerts no parecía destinado a convertirse en el baluarte del equipo europeo en Medinah Country Club, y más cuando su compañero, un nefasto Lee Westwood, decidió ausentarse en espíritu durante todo el partido.

Pero este trotamundos belga que llegó al European Tour con solo 17 años y ha sabido sufrir hasta encontrar su sitio en la elite se apuntó a la revolución iniciada por los rookies estadounidenses y consiguió una victoria épica y solitaria con ocho birdies y un eagle ante un inspirado Tiger Woods (siete birdies por su parte), que se recuperó de su pesadilla matinal para entonarse y plantar cara al representante europeo en un duelo singular dado el escaso rendimiento de sus respectivos compañeros. Para poner en su justo contexto la gesta de Colsaerts basta una llamativa estadística ofrecida por Gary Van Sickle, periodista de Sports Illustrated: con su resultado de fourball, Tiger Woods y Steve Stricker habrían batido sobradamente a las otras tres parejas europeas. Sin duda, uno de los estrenos más brillantes de la historia de la Ryder Cup.

Y aunque el titular lo marque la heroicidad de Colsaerts, el subtexto de la primera jornada, finalizada con un marcador contrario de 5 a 3, resulta preocupante para Europa. Parecía qué Olazábal le había ganado la partida a Love III con los primeros cruces poniendo en acción a su artillería pesada en el turno inicial de foursomes, pero la mañana no tardó en torcerse con la derrota contundente de la pareja talismán formada por Sergio García y Luke Donald a manos de un inconmensurable Keegan Bradley y de Phil Mickelson. Solo la reacción final de los Macs norirlandeses para salvar el punto ante Snedeker y Furyk y la furia competitiva de Ian Poulter, rematada por la calidad de Rose, salvaron un turno en la que brillaron los novatos estadounidenses.

La tendencia prosiguió durante la tarde: desparpajo y brillantez de los rookies de ambos equipos (por desgracia, en Europa solo se estrena Colsaerts), bien complementados en el equipo de las barras y de las estrellas por los “menos veteranos”: un Watson que se convirtió en cheerleader con los galones que le da la chaqueta verde y luego procedió a destruir junto a Webb Simpson a la sosa pareja formada por Hanson y Lawrie; la dupla compuesta por Dustin Johnson y Matt Kuchar, sólida contra Rose y Kaymer; y la contundencia de Bradley y Mickelson, que consiguieron su segundo triunfo a costa de McDowell y McIlroy.

Los dos puntos de desventaja para Europa en absoluto son insalvables, pero José María Olazábal tiene que estar preocupado por la confirmación de algunos augurios funestos: el momento delicado de Lee Westwood, despistadísimo en el juego corto y con el putt, la invisibilidad de Martin Kaymer, y la falta de chispa de una de sus parejas estelares, la formada por Donald y García. A decir verdad, Europa sale de este primer día con poco a lo que agarrarse al margen del juego de Colsaerts y Poulter, y de unas cuantas pinceladas de McIlroy, Rose y McDowell.

Además, el preocupante estado de forma (y posiblemente anímico) de jugadores como Westwood y Kaymer, y el tono gris de otros como Hanson y Lawrie limitan el margen de maniobra del capitán europeo, a quien hoy sus principales bazas tampoco le han ofrecido el rendimiento esperado (salvo la pareja Poulter y Rose, rota por la tarde).

Sin embargo, el plantel estadounidense parece ofrecer más alternativas a Davis Love III. La existencia de pocas parejas naturales establecidas como concesión a sus principales estrellas (Tiger Woods y Steve Stricker por un lado y Keegan Bradley y Phil Mickelson, por otro) permite que Love III pueda recurrir a la combinatoria para poner en juego una infinidad de dúos potentes sin miedo a las faltas de sintonía o las incompatibilidades. Curiosamente, en esta primera jornada solo flaqueaban los veteranos (Furyk, Stricker y el Tiger matinal), mientras que el resto de los estadounidenses cerraban filas y daban una notable imagen de cohesión.

Para los foursomes matinales, Love III y Olazábal mantienen sus líneas maestras con leves variaciones. El capitán estadounidense conserva tres de las cuatro parejas y hace descansar a Tiger Woods y Steve Stricker, mientras que Olazábal rescata a Rose y Poulter, mantiene la dupla norirlandesa y combina a Lee Westwood con Luke Donald y a Nicolas Colsaerts con Sergio García.

Estos son los cruces de los foursomes del sábado:

Justin Rose e Ian Poulter contra Bubba Watson y Webb Simpson
Lee Westwood y Luke Donald contra Keegan Bradley y Phil Mickelson
Nicolas Colsaerts y Sergio García contra Jason Dufner y Zach Johnson
Rory McIlroy y Graeme McDowell contra Jim Furyk y Brandy Snedeker

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