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Zona Pro

Cómo hacer pocas en La Reserva

Enrique Soto | 02 de abril de 2014

Adrián Otaegui, durante el Pro-Am del NH Collection Open (foto de Michael Denker)

Todo está listo para que de comienzo el NH Collection Open en la Reserva de Sotogrande y el principal protagonista del campeonato, hasta ahora, es el viento. Es probable que se alcancen rachas de cincuenta kilómetros por hora en algún momento de las dos primeras jornadas, complicando el recorrido diseñado por Cabell B. Robinson. Pero dejando eso aparte, ¿cuáles son los mayores peligros de este campo? ¿qué partes del juego hay que tener más afiladas para triunfar en La Reserva? Después de haber afrontado el Pro-Am, os lo contamos.

Lo primero que llama la atención de este campo son los desniveles que existen en muchos de sus hoyos. De hecho, es complicado enfrentarse a cualquiera de las pruebas que plantea este diseño sin tener que calcular cierto desnivel: pares 4 que parecen cortos se extienden más de la cuenta cuando se observa el green cuesta arriba; lo mismo sucede en sentido contrario. Dicho esto, no se trata de un recorrido especialmente largo, al menos comparado a los que están acostumbrados los profesionales. El driver es prácticamente obligatorio en la mayoría de sus hoyos, sí, pero las calles son generosas y el rough no dificulta en exceso los golpes a bandera. En general, desde el tee de salida el campo no se plantea mucho más complejo que cualquier otro, quitando algún fuera de límites o unos bunkers bien situados.

Los más pegadores, al igual que en cualquier otro recorrido, tendrán ventaja, pero el hecho de que la lluvia haya bañado la zona durante los últimos días ha equilibrado esas diferencias. El verdadero desafío que planteará La Reserva durante los próximos días serán los segundos golpes, principalmente por dos motivos: el viento y los propios greenes.

No será fácil ver muchos birdies cuando se levanten rachas de cincuenta kilómetros por hora. Los greenes no son especialmente pequeños, pero sí las zonas desde las que se pueden meter putts con garantías. Esto se debe a que los desniveles son considerables, algo que puede no llegar a apreciarse en toda su plenitud por televisión; no es lo mismo, ni mucho menos, afrontar un putt cuesta abajo que uno cuesta arriba. En este campo no se trata tanto de dejar la bola cerca de bandera, sino de situarla en una zona noble. Veremos a unos cuantos jugadores fallar intentos de birdie a poca distancia del agujero. Parecen errores evidentes, pero resulta muy complejo embocarla a través de una gran pendiente.

Cuando el viento deje el protagonismo a los jugadores no deberíamos ver demasiados bogeys. Como hemos indicado, el recorrido no es excesivamente exigente desde el tee y coger greenes tampoco supone una gran hazaña. Una vez se esté con el putter en las manos, hará falta que ellos juzguen si deben ser agresivos o más conservadores, nada más. Los pares, en una Reserva sin viento, tendrían que formar parte de su rutina.

El que gane aquí, por tanto, necesitará de una gran semana con los hierros y un putt consistente, sobre todo por aprovechar aquellas oportunidades francas de birdie. No será fácil, teniendo en cuenta el más que posible cambio en las condiciones climatológicas. Pero bueno, se trata de ganar, ¿no? Eso nunca fue sinónimo de simple.

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