Hace once años, en el mismo campo que alberga esta semana el Open Championship, David Duval se hacía con el único major que ha ganado en su carrera. Lo que vino después de aquello es de conocimiento popular. Duval desapareció del mapa, pasando de ocupar el número uno del mundo dos veces en 1999 a perderse más allá del número mil en el Ranking Mundial. Las causas que se atribuyeron a esta caída en picado fueron diversas. Alguno decían que su situación familiar no era lo suficientemente estable mientras que otros le han dado un gran peso a las numerosas lesiones que ha sufrido desde entonces, y con las que ya empezaba a lidiar cuando se erigió como el mejor jugador del mundo; el único rival de Tiger Woods.
Es difícil encontrar un solo motivo para que David Duval ya no juegue al golf como antes pero entre todos ellos y a modo de conclusión, se podría decir simplemente que perdió la confianza en sí mismo. El jugador de hielo que parecía inaccesible tras sus gafas de sol resultó ser también vulnerable, y las circunstancias a su alrededor vencieron poco a poco a la capacidad de creer en su juego. Esta semana vuelve al campo donde un día se convirtió en el hombre referencia en el golf, y ha analizado una historia que a pesar de tener muchos años sigue desconcertando, sorprendiendo y asombrando: la suya.
“He tenido tendinitis en ambos hombros, en mis codos; tengo moratones en mis rodillas ahora mismo, un problema en la espalda que es bien conocido, otra tendinitis en mi muñeca. He tenido vértigo. ¿Es todo?”, comentó en la sala de prensa de Royal Lytham. “Todas estas cosas, como sabéis, arruinan el golf y tu juego”. Tras ser preguntado por si fue capaz de digerir el éxito tras su primer major, Duval se mostró contundente, asegurando que su victoria no se equiparó a sus expectativas: “He entendido plenamente la magnitud de este logro, la altura de la montaña, si queréis llamarlo así. Para mí, haber tenido varias oportunidades de ganar un grande previas a Lytham y haberlas desaprovechado, aún habiendo pegado mejor la bola de lo que lo hice aquí, no me encajaba. No estaba muy seguro de lo que pretendía transmitir. Fue para mí un momento existencial”.
“Soy una persona completamente distinta”, comentó en referencia a sí mismo once años atrás. La diferencia entre aquel Duval y el actual es una línea que el propio jugador ha delimitado muy claramente, en forma de un cambio total de prioridades. Ahora el americano piensa mucho más en su vida personal, esa que antes ni siquiera éramos capaces de imaginar tras su gesto frío y calculador. Rechaza la persona que tenía como absoluta prioridad ganar torneos de golf como quien se arrepiente de una situación desafortunada en el pasado, y es difícil creer que David pueda ser capaz de ganar de nuevo. “El caso es que maravillosos atletas, golfistas o jugadores de fútbol, cualquiera que ellos, tenemos un gran problema. A veces no somos capaces de parar”, comentó en referencia a las múltiples pequeñas lesiones que ha sufrido. “Debí haberme tomado un año libre, quizá más, asegurarme de que todo se había curado, protegiendo mi confianza, mi juego y seguir adelante ese año y medio, no pasar ocho años como los que pasé”.
“¿Puedes ganar esta semana?” Fue preguntado casi al final de la rueda de prensa. “Absolutamente. Me siento bien sobre lo que estoy haciendo”. Sería una de las vueltas más inesperadas de la historia del golf, pero todos los grandes campeones suelen decir que se reencuentran con las buenas sensaciones cuando regresan a los lugares que una vez les vieron ganar. Nunca conocimos del todo qué pasaba por la cabeza de David Duval, y su discurso como ganador del Open Championship fue la primera gran sorpresa que muchos se llevaron. Entonces ya había alcanzado la cima. Puede que en los próximos días podamos volver a disfrutar de un jugador que, en su mejor momento, parecía invencible.
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