Leith es el barrio portuario de Edimburgo, un barrio que a partir de la Segunda Guerra Mundial entró en decadencia convirtiéndose en un lugar deprimido y marginal. En 2001 la ciudad de Edimburgo emprendió un plan para rehabilitar Leith devolviéndole su antiguo esplendor. Así se recuperó Leith Park, un parque de 19 hectáreas con una enorme concentración de olmos de múltiples variedades que ocupa el centro del barrio. Hace siglos este parque se extendía hacia el norte hasta casi alcanzar la orilla del mar, albergando uno de los campos más importantes de la historia del golf.
De la misma forma que la historia del golf en St Andrews está ligado al Old Course, el golf de Edimburgo está ligado a Leith Links. Junto con el St Andrews, Dunbar y Musselburgh, Leith Links es último punto cardinal del golf durante los siglos XVIII y XIX.
La primera reseña histórica que une el golf y Leith es una disputa fechada en 1552 entre zapateros de Cannongate y de North Leith acerca de la bola de “gouff” cosida. Aunque esa disputa sirve para situar históricamente a Leith en la geografía del golf, lo más transcendente es que constata que ya entonces se jugaba con una bola de cuero y no con la supuestamente tradicional bola de madera propia de los juegos precursores del golf. Además, llama la atención que fuera del gremio de los zapateros de donde salieron los primeros fabricantes del bolas, algo lógico dado su saber en el manejo de las pieles.
Leith Links era el lugar elegido para las partidas clandestinas de aquellos que decidían violar el descanso del Sabbath, y por ello la iglesia de South Leith en 1610 reaccionó como tantas, imponiendo una multa de 20 chelines a los que jugaran al golf en domingo, entre el orto y el ocaso. Los grandes jugadores de la época preferían Leith para sus partidas por encima de otros campos más cómodos y cercanos como Brustfield Links. Reflejo de ello es que allí se celebraron partidas históricas como el celebérrimo encuentro entre el Duque de York y futuro Jacobo VII y John Patersone contra dos caballeros ingleses en 1681 o el que enfrentó al honorable Alexander Elphistone y al capitán de la Guardia de la Ciudad John Porteous en 1729 por una astronómica bolsa de 20 libras.
Sin embargo, no todo en Leith era paradisíaco. Su carácter de parque público creó tensiones entre jugadores y transeúntes, como en 1575 cuando un grupo de jugadores fue atacado por unos viandantes, que fueron exitosamente rechazados por los jugadores. En Leith también se produjo la primera lesión de un no jugador de la que se tiene constancia, cuando en el año 1690 Sir Robert Sibbald fue golpeado en la cabeza al aproximarse por la espalda a un jugador demasiado ensimismado en pleno backswing.
Un campo tan popular y concurrido como Leith Links dio origen a historias poco verosímiles, más cercanas a la leyenda que la realidad. Ese es el caso de la historia del obispo de Galloway, del que se cuenta que tuvo una visión premonitoria mientras jugaba al golf en Leith, en la que era atacado por unos asaltantes. Asustado, abandonó sus palos y corrió a su casa y se metió en la cama, de donde no salió porque murió esa noche mientras dormía. O la que sitúa al rey Carlos I Estuardo jugando en Leith Links en octubre de 1641 en el momento en que un mensajero le comunica el levantamiento de Phelim O’Neill en Derry que dio inicio a la Revolución de Irlanda. Según unas versiones, el rey acabó la partida antes de ocuparse de esos asuntos; según otras la abandonó inmediatamente, no tanto por la transcendencia de la noticia como porque iba perdiendo.
Todos esos acontecimientos bastarían para situar a Leith por derecho propio en la historia del golf, pero fue lo que ocurrió el 4 de abril de 1744 lo que transforma a Leith Links en uno de los campos más importantes de la historia.
Durante años, el consejo municipal de Edimburgo organizaba una competición anual de tiro con arco en Leith Park, cuyo trofeo era una flecha de plata. “Varios caballeros de honor, hábiles en el antiguo y saludable ejercicio del golf”, de sólida posición social, hicieron uso de las influencias que les proporcionaba su status para pedir al consejo de la ciudad una competición similar de golf. Como no podía ser de otra forma, dado el peso social de los peticionarios, el ayuntamiento atendió sus peticiones y decidió patrocinar una competición de golf que tendría como trofeo un palo de plata.
Los acuerdos para celebrar el torneo se tomaron en la junta del consejo del 7 de marzo de 1744. En las actas de ese día se establece que la competición estará abierta a todos los nobles, caballeros y cualquier otro jugador de golf de Gran Bretaña e Irlanda que satisfagan una cuota de inscripción de cinco chelines en los ocho días previos al día del torneo.
Los emparejamientos se sortearían metiendo “trocitos de papel” con números en una gorra, agrupándose los jugadores que sacaran números consecutivos empezando por el número 1. Se establece también que los partidos serían de dos jugadores salvo que el número fuera muy grande, en cuyo caso se agruparían de tres en tres. En caso de que un jugador quedara desemparejado, se uniría al último partido. El orden de juego también se establece en ese sorteo, con la pareja que haya sacado el número 1 saliendo en primer lugar. Una vez ese partido esté en el hoyo 1, Sawmill Hole, se daría salida al segundo.
Las actas establecieron que cada partida estuviera acompañada de un sirviente encargado de anotar todos los golpes. Acabadas todas las rondas, se recogerían las anotaciones y se proclamaría ganador al jugador que hubiera ganado mayor número de hoyos. En caso de empate, se jugaría una nueva ronda, antes de que los jugadores implicados abandonen el campo de juego. Cualquier disputa que surgiera sería arbitrada por un tercero que no estuviera directamente implicado.
Llama la atención este formato, una especie de match-play todos contra todos, pero es una solución hábil para conducir una competición de varios jugadores, la primera de la que se tiene noticia, en un momento en el que el golf solo se jugaba a match-play.
El ganador obtendría el título de capitán del golf, recibiría el Palo de Plata, para cuya fabricación se ordenó al tesoro que liberara un máximo de 15 libras. El ganador tenía que añadir al palo una bola de oro o plata con su nombre y podría conservarlo durante un año, con la obligación previa de satisfacer una fianza de 50 libras y de devolver el trofeo al consejo municipal un mes antes del torneo del año siguiente.
Al capitán del golf se le otorgan prebendas y responsabilidades extraordinarias, como las de resolver todas las disputas relacionadas con el golf, poder jugar en el primer partido del año siguiente sin sorteo y ser el encargado de velar por la integridad y el cuidado del campo de Leith.
El consejo municipal establece en las actas que Leith Links quedará cerrado a la circulación de carruajes y hombres a caballo durante la competición, que queda fijada en el primer lunes del mes de abril de cada año, pero con la cautela de que si no pudiera disputarse en ese día a criterio de los jugadores, serán ellos los que fijen una nueva fecha.
Por último, el consejo deja muy claro en las actas que el trofeo será siempre propiedad de la ciudad y que no contrae ninguna otra obligación económica, salvo las derivadas de transportar el trofeo al campo de juego y anunciar el evento a golpe de tambor por la ciudad el mismo día de su disputa.
Fijadas por la ciudad las condiciones de la competición, The Gentlemen Golfers, que contaban en sus filas con las mejores mentes jurídicas de Edimburgo, desarrollaron un cuerpo normativo para regir el juego en sí mismo, tras ser reconocidos en las actas del consejo municipal como los únicos competentes para hacerlo. Las reglas de The Gentlemen Golfers of Leith del 7 de abril de 1744 son las reglas del golf más antiguas que se conservan.
Artículos y leyes para el juego del golf
1.- Debes salir con tu bola a la distancia de un palo del hoyo.
2.- El tee debe estar sobre el suelo.
3.- No debes cambiar la bola que golpeas desde el tee.
4.- No puedes quitar piedras, huesos ni ningún palo roto para jugar la bola, excepto en la calle y solo los que estén a un palo de distancia de tu bola.
5.- Si tu bola cae en el agua o en cualquier corriente de agua, tienes la libertad de sacar la bola y llevarla detrás del obstáculo y ponerla en el suelo, puedes jugar con cualquier palo y otorgar a tu adversario un golpe por sacar de esa forma tu bola.
6.- Si tu bola se encuentra en cualquier sitio tocando otra, debes levantar la primera bola hasta que se juegue la última.
7.- Cuando vayas a embocar, debes jugar la bola honestamente hacia el hoyo y no jugarla hacia la bola de tu adversario, y no hacer trampas en su camino hacia el hoyo.
8.- Si ocurriera que pierdes la bola, por ser cogida o por cualquier otro motivo, debes volver al sitio desde donde golpeaste por última vez y dropar otra bola y otorgar a tu adversario un golpe por la mala suerte.
9.- A ningún hombre, cuando va a embocar la bola, se le permite marcar el camino al hoyo con su palo o ninguna otra cosa.
10.- Si una bola es detenida por cualquier persona, caballo, perro o cualquier otra cosa, la bola así detenida deberá jugarse como repose.
11.- Si sacas un palo para golpear y el movimiento hacia abajo en el golpe se ha iniciado, si entonces tu palo se rompe, de cualquier forma, se debe contar un golpe.
12.- Aquel cuya bola reposa más lejos del hoyo está obligado a jugar primero.
13.- Ninguna zanja, rodera o dique hecho para la conservación del campo, ni los Scholars Holes, ni las trincheras de los soldados deberán ser considerados como obstáculos, pero la bola deberá ser sacada, puesta en el suelo y jugada con cualquier hierro.
John Rattray, capitán
Leith, a 4 de abril de 1744
Esas trece reglas encierran todo lo esencial del juego del golf y como tal han llegado hasta nuestros días. La regla 13 además es de especial interés porque tiene el carácter de una regla local, al hacer referencia a situaciones que pueden darse en un campo de golf concreto, y por haber sido objeto de la primera decisión sobre las reglas. En 1758, The Gentlemen Golfers hicieron públicas unas aclaraciones sobre las reglas anteriores:
Enmiendas a los artículos y leyes
Los artículos 5 y 13 de las anteriores reglas han ocasionado frecuentes discusiones. Se ha encontrado conveniente que en cualquier momento venidero, las reglas sean, que en ningún caso una bola será levantada sin perder un golpe excepto en los Scholars Holes, en que podrá ser sacada, puesta en el suelo y jugada con cualquier palo sin perder un golpe. Y en todos los otros casos la bola se deberá jugar como repose excepto si está cubierta al menos hasta la mitad por agua o suciedad, en que podrá, si el jugador lo elige, ser sacada y puesta en el suelo y jugada con cualquier palo perdiendo un golpe.
Thomas Boswall, capitán
En 1754 las reglas de Leith fueron adoptadas casi sin cambios por la Sociedad de Golfistas de St Andrews, que solo modificaron la regla 5:
5.- Si tu bola cae en el agua o en cualquier corriente de agua, tienes la libertad de sacar la bola y llevarla al menos seis yardas detrás del obstáculo […]
Estas normas de St Andrews se tuvieron durante mucho tiempo como las más antiguas hasta que en 1940 se encontró el manuscrito de los caballeros de Leith.
La competición se jugó como estaba previsto el 4 de abril. Participaron 11 jugadores: John Rattray, Robert Biggar, James Carmichael, Richard Cockburn, William Crosse, David Dalrymple, Hew Dalrymple, James Gordon, el honorable James Leslie, George Suttie y James Veith. El ganador fue John Rattray, famoso cirujano de Edimburgo, hijo de otro cirujano no menos famoso. Rattray fue elegido además rector de The Gentlemen Golfers, una costrumbre que se mantuvo, con desastrosas consecuencias, hasta 1837. Rattray ganó el Palo de Plata en dos ocasiones más, la última en 1751. La competición tuvo cierta repercusión social y fue recogida como primera noticia en la sección de Historia Doméstica del número de abril de 1744 de la revista Scots Magazine.
En 1764, The Gentlemen Golfers hicieron valer de nuevo sus influencias y consiguieron que la ciudad reconociera que solo los miembros del club podían optar al trofeo, a pesar de seguir perteneciendo a la ciudad de Edimburgo, perdiendo así el carácter de Open que había tenido hasta ese momento.
The Gentlemen Golfers construyeron en Leith una casa en 1768 para celebrar sus reuniones, que hasta ese momento se hacían en una taberna cercana llamada Luckie Clephan’s. Llamaron a esa casa Golf House y es la primera casa club de la que se tiene constancia.
En el año 1800, The Gentlemen Golfers tuvieron que cambiar de nombre por motivos legales, pasando a denominarse The Honourable The Company of Edinburgh Golfers (llamativa la reiteración del artículo “The” en el nombre original). Sin embargo, el inicio del siglo XIX no fue bueno para The Honourable Company. Leith se había masificado demasiado y el interés por el golf, al menos el interés por pertenecer a un club de golf, se había desvanecido en plenas Guerras Napoleónicas. The Honourable Company se enfrentó a serios problemas económicos por sus compromisos hipotecarios, la apropiación indebida de sus propios fondos y la ejecución de avales concedidos a terceros. En 1831 se vieron obligados a vender gran parte de sus bienes y poco después de su casa club. A partir de ese momento, The Honourable Company virtualmente desaparece, y con ellos su primera casa club cuyos últimos restos fueron finalmente demolidos hacia 1930.
Los golfistas de Leith reaparecen en 1836, tomando como nueva sede Musselburgh Old Links, un campo entonces de 8 hoyos rodeado por la pista de un hipódromo, a las afueras de Edimburgo, aunque en los meses de verano usaban el West Links de North Berwick, una localidad situada más hacia el este en la orilla sur del fiordo del Forth. En Musselburgh construyeron una nueva casa club y compartieron lugar de juego con otros clubes, con los que formaron un comité rector del campo. Desde que se mudaron a Musselburgh, The Honourable Company abandonó la decisión de hacer capitán del club al ganador del Palo de Plata, aduciendo razonablemente que el más hábil con los palos no era necesariamente el más apto para dirigir el club y los asuntos financieros que tantos problemas les habían causado.
El Open que se había iniciado en Prestwick en 1860 sufrió un considerable sobresalto en 1870. Ese año lo ganaba por tercera vez consecutiva Tommy Morris y por tanto se quedaba en propiedad con el cinturón de campeón. El club de Prestwick, único organizador del torneo hasta entonces, no podía costear un nuevo trofeo por lo que inició conversaciones con otros clubes para compartir los gastos. Finalmente llegó a un acuerdo con St Andrews y Musselburgh para organizar rotatoriamente el torneo y construir un nuevo trofeo que es la jarra de clarete que hoy conocemos. Estas negociaciones duraron un año y por ello no se pudo disputar el Open Championship en 1871.
Musselburgh albergó por primera vez el Open Championship en 1874 y lo siguió organizando cada tres años hasta 1879. En 1891, The Honourable Company decidió mudarse otra vez más hacia el este en la costa escocesa hasta la localidad de Gullane, de nuevo a una pista de carreras de caballos situada en el Parque de los 100 Acres propiedad del Muy Honorable Robert Nisbet-Hamilton. Allí encargaron a Tom Morris el diseño de un campo que se construyó con “la fuerza de los caballos y las manos” y que abrió sus primeros 16 hoyos el 3 de mayo de 1891. Los últimos dos hoyos estuvieron listos en diciembre de ese mismo año.
The Honourable Company abandonó Musselburgh, dejando atrás su nueva casa club, que hoy es una guardería, pero se llevó consigo el Open Championship para enfado del resto de clubes de la ciudad. En 1892, Muirfield acogió su primer Open Championship, el primero también que se disputaba a 72 hoyos. La ganó Harold Hilton, un amateur que volvería a ganar en Hoylake en 1897, dando inicio a una larga y selecta nómina de campeones.
Sin embargo, no todo fueron alegrías. Tras la disputa de los dos primeros campeonatos en Muirfield, el campo recibió severas críticas. Los muros de piedra que rodeaban el campo lo encorsetaban y limitaban el diseño, con lo que entre 1913 y 1923 el club adquirió 25 hectáreas adicionales y encargó la reforma a Harry Colt, cuyo diseño permanece virtualmente inalterado hasta hoy.
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