Ojalá Sergio García consiga hoy la victoria en el Royal Liverpool aunque, siendo realistas, está muy complicado. Pero si echamos un vistazo a la historia más reciente, por lo menos a la que yo he vivido, tenemos dos ejemplos claros de que cosas más raras se han visto.
Carnoustie, 1999. Jean Van de Velde tenía cinco golpes de ventaja sobre el que iba a ser su compañero de partido en la última ronda, Craig Parry, y sobre el estadounidense Justin Leonard. En la mañana del domingo nadie hablaba de Paul Lawrie y sí de la maravillosa historia que estaba escribiendo el francés que había tenido que clasificarse en la previa del lunes, llegando a Carnoustie con todo por hacer: encontrar hotel, reconocer el campo y rezar para que el viento fuese toda la semana el mismo, pues de lo contrario no iba a tener tiempo de adaptarse.
Jean siempre ha sido la gran promesa del golf francés. Eso le permitió dar el salto al profesionalismo con una cantidad de contratos que su carrera como aficionado no auguraba que fuese a firmar, pero los franceses andaban buscando una figura y creían haberla encontrado en él. Y de repente le toca su semana y además en un Grande, el más prestigioso de todos, y toda Francia enloquece ante el grandioso juego desplegado por el de Mont de Marsan. Soy amigo de Jean desde hace muchos años y fue él quien pasado un tiempo del desastre de la última jornada me dijo que había sido duro con él en la televisión cuando dije que estaba haciendo una pantomima y que el Open Británico no merecía eso, al verle quitarse los zapatos y meterse en la ria.
“Pero tenías razón, Javier”, me reconoció al cabo del tiempo, “aunque en mi descargo he de decir que padecí un colapso total al ver como esa bola que debía aterrizar tranquilamente en la grada se fue al rough más alto y peligroso de Carnoustie”. Y, ¿por qué jugar el driver de salida, y posteriormente buscar el green en vez de sacarla a calle? “Pues simplemente porque fue el driver el que me llevó a esa situación de ventaja”, argumento Jean. “No fallé ni uno y aquí lo hice por los nervios, y tuve la desgracia de encontrarme mi bola tan bien que no podía menos que tirar a green. Cogí el hierro 2, que tan buenos resultados me había dado durante cuatro días. Solo tenía que hacer más de 180 metros para pasar la ría. Así que planteé un golpe al fade, para evitar el fuera de límites de la izquierda, y buscando apoyarme en la tribuna. Así me iba a zona de dropaje si es que fallaba mi golpe, y en el peor de los casos hacía 5. Pero rebotó en un hierro con las consecuencias que todos conocemos. Aún hoy, y ya han pasado años, seguiría pegando el mismo golpe”.
A muchos ese discurso les parecerá infantil y falsamente romántico, pues con un wedge a calle de segundo y un tiro a green y 2 o 3 putts la jarra de plata hubiese sido suya. Pero la historia no se reescribe y Jean había llegado hasta allí con un juego magnífico con su driver y con su hierro 2 en unas condiciones infernales. Aquel Open se ganó con más 6, y con ellos debía morir. ¿O es que Els no cambió su manera de jugar para perder en Riviera en una última jornada desastrosa o Norman no hizo lo mismo con Faldo en Augusta?
Fueron milímetros los que hicieron que en vez de quedarse en las gradas, lo que le hubiese llevado a la zona de dropaje como 99 de cada 100 bolas que buscan lo mismo, esa bola rebotase hacía atrás cambiado por completo el sino de Jean. O tal vez no, si es que ese era su destino. La historia no se reescribe y Jean es un buen ejemplo de ello.
Menos de un centímetro separó a Sergio de la gloria en Carnoustie ocho años después cuando su putt, que parecía predestinado a morir por todo el centro del hoyo, cogió inesperadamente el borde para permitir a Harrington, que había mandado dos bolas al agua previamente, jugar un desempate que desde luego no se esperaba. Allí Sergio fue víctima del mismo colapso que Van de Velde y no fue rival.
La historia podría repetirse hoy y a ello nos debemos de agarrar, aunque Liverpool no es Carnoustie y las condiciones no parecen ser las mismas pues anuncian que el viento brillará por su ausencia. Pero a ello nos debemos agarrar pues el golf me ha demostrado que todo se puede dar e incluso lo más inverosímil está por venir. Si es para que Sergio gane, bienvenido sea.
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Javier Pinedo es la voz del golf en nuestro país. Este periodista especializado atesora un currículum inigualable y lleva en el «zurrón» innumerables majors, Ryder Cups y competiciones de primer nivel. Gracias a su experiencia y conocimientos, se ha convertido en una referencia ineludible tanto en las retransmisiones televisivas de Canal+ Golf como en su columna mensual en la revista Golf Digest. Esta semana Javier Pinedo nos acompañará con una serie de columnas acerca de sus recuerdos asociados al Open Championship.
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