Durante toda la semana previa al The Players se venía hablando de cómo rendiría Tiger Woods, el número uno del mundo, ganador de una triple corona en 2013 y el rey de los greenes en lo que llevamos de temporada. Las dudas eran consecuentes con la historia. Al fin y al cabo, solo ha conseguido ganar este torneo en el TPC de Sawgrass en una ocasión y en otra un U.S. Amateur, cuando casi no le hacía falta afeitarse por las mañanas. Puede que se tratara de que las trampas que había planteado Pete Dye en este diseño se adaptaban a la perfección a sus carencias, esto es, una gran dispersión desde el tee de salida. Puede que el campo, en definitiva, no se ajustara muy bien a su vista, que es como a veces los jugadores llaman a su incapacidad de imaginar ciertos golpes. Han podido pasar muchas cosas para que el Tigre no ha consiga más victorias aquí –incluidas dos lesiones– pero, sin embargo, nadie se atrevía a descartarle.
Cualquier aficionado al golf guarda siempre dudas respecto a Tiger porque si por algo se ha caracterizado durante su carrera es por ser capaz de sorprender constantemente, en cualquier situación. Nunca había llegado a un acumulado de diez bajo par tras dos jornadas en Sawgrass, acostumbrando a fallar calles y mirar con rabia al suelo tras soltar el driver en un golpe a desviado a la derecha. Nunca se había mostrado lo suficiente regular como para competir allí cuatro días seguidos, demasiado encomendado a su genio con el putter. Pero esta semana llegó al campo, jugó los 18 hoyos divididos en dos días de prácticas y firmó dos tarjetas con 67 golpes, situándose a solo uno del liderato. “Bueno, lo ha vuelto a hacer”, puede pensar cualquier espectador. “Puede ser otro de esos torneos”.
Es fácil llegar a esa conclusión cuando uno se fija en sus números. Woods ha jugado esta semana ocho pares 5 en Sawgrass y solo en esos hoyos ha conseguido restarle ocho impactos al campo, como quien se hace un café por la mañana. No es de extrañar, ya que este año lidera la estadística que mide el rendimiento de los profesionales en los pares 5, promediando casi un 60% de probabilidades de birdie. Tampoco sería raro imaginar que está pateando bien, ya que también lidera esta cifra en el circuito. Ayer le ganó dos impactos en los greenes al resto de contendientes. ¿No se le da bien este campo? Al parecer, se le da exactamente igual que cualquier otro.
Tiger está haciendo exactamente lo mismo que durante el resto de la temporada y ya se ha situado en una posición perfecta como para terminar primero de cara al domingo, que es su escenario predilecto, desde el que puede controlar todo lo que ocurre en sus dominios. Es precisamente ése el aspecto que está adquiriendo la competición. Si él juega, el devenir del torneo parece pasar primero por sus manos, como sucedía en el Coliseo hace un par de milenios. ¿Hay alguien capaz de plantarle cara? Puede que sea algún jugador con el tipo de talento de Sergio García, que le saca un golpe, o puede que venga desde atrás en forma de campeón defensor, ya que Matt Kuchar se ha situado dos por detrás con menos siete. Puede que incluso sea Adam Scott, en la misma posición y caminando por el campo como si llevara puesta una chaqueta verde. Después de ganar el Masters, parece medir más de dos metros. Incluso es posible que sea alguien que no esperamos, como Kevin Chappel, Lee Westwood o Henrik Stenson, segundos clasificados junto al Tigre.
Rory McIlroy, desde el menos seis, espera también una oportunidad en su primer fin de semana en Sawgrass. El jueves hizo cinco birdies en un espacio de siete hoyos y ahora se encuentra a esa misma distancia de Sergio. Hunter Mahan, Zach Johnson, Charles Howell III, Jason Dufner, Webb Simspon… la lista de aspirantes es larga y la diferencia es muy pequeña. Poco tiene que ver este campo, sembrado de aciertos, con lo que imaginó Pete Dye en su día. Era prácticamente impensable que el corte del The Players se situara en el par pero la lluvia ha demostrado ser uno de los elementos que más influencian un diseño, por enrevesado que sea. Gonzalo Fernández-Castaño se quedó a un solo impacto de conseguirlo y eso, después de firmar dos dobles bogeys y un quíntuple bogey, es mucho decir. Está pegando a la bola como nunca pero ha pagado el mismo peaje que muchos otros primerizos en Sawgrass. A veces se gana y otras se aprende.
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