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Zona Pro

De vuelta al territorio del Tigre

Enrique Soto | 04 de diciembre de 2013

Dieciocho hombres se reúnen esta semana en el Sherwood Country Club para la disputa del Northwestern Mutual World Challenge, más conocido como el torneo de un tal Tiger Woods. Lo es por dos motivos: el primero, que el número uno del mundo es el anfitrión; el segundo es que de las catorce ediciones celebradas hasta la fecha, ha ganado en cinco y finalizado segundo en otras cuatro. Siguiendo la estela del Arnold Palmer Invitational o del Bridgestone, donde acumula ocho triunfos a lo largo de su carrera, bien se podría considerar a éste como uno de los cotos de caza favoritos del Tigre.

Allí se le ha visto en su estado de forma más desatado, en el que se imponía siete u ocho veces por temporada, acumulaba grandes y hacía crecer esa sombra de dominio que un día parecía infinita. Los tiempos más oscuros de Woods también pasaron por allí y vieron como, poco a poco, encontraba las respuestas a las dudas sobre su futuro. Estuvo a punto de conseguir la victoria en 2010, el año en que Graeme McDowell enviaba ataques infalibles en los últimos hoyos de cada torneo, pero no fue hasta 2011 cuando, tras aquel accidente con su coche cerca de casa y cambios de entrenador, caddie y swing, volvió a sacar el puño. Ahora Tiger está mucho mejor. Han pasado ocho triunfos, ocupa el lugar que abandonó en el Ranking Mundial y los grandes, cuanto menos, parecen más cerca.

No es extraño pensar en él levantando el sexto trofeo el domingo, de hecho, es una imagen hasta familiar para quien lleva siguiendo el golf durante unos años. La realidad, por otra parte, le exigirá fijarse en cualquiera de los que han acudido a Sherwood para valorar seriamente sus opciones, ya que Woods no llega en su mejor momento de forma. Desde que finalizara segundo en The Barclays el pasado agosto, pasó sin pena ni gloria por la FedEx Cup, cediendo el trono a Henrik Stenson. Más acertado apareció en Turquía, donde terminó tercero gracias a golpes milagrosos a través de árboles y recuperaciones ajustadísimas. Fueron momentos lejanos a su versión más dominadora pero, por otra parte, muy solventes y maduros.

Y allí, tras unas semanas de descanso, se medirá a un Rory McIlroy hambriento de terminar el año como se supone que debería haberlo empezado, en su última velocidad y valiente. Jason Day llega también aupado por otorgar una enorme alegría en la Copa del Mundo a un país que todavía celebraba una chaqueta verde, mientras que está por ver si Ian Poulter sigue siendo el que retaba sin tapujos a Stenson en Dubai, con la frente alta y el pecho henchido, o el que se ha pasado la mayor parte de la temporada preguntándose como podría hacer de cualquier torneo una Ryder Cup. Por no hablar de G-Mac, ganador de dos de las tres últimas ediciones, o de un eléctrico Jordan Spieth, enfrentándose a la fama que se ha creado con tan solo diecinueve años.

La historia nos dice que el ganador rondará probablemente el menos quince, es decir, un promedio de vueltas de 68 impactos en el diseño de Jack Nicklaus. La memoria nos recuerda que Woods parece contar con más probabilidades que el resto para ganar, por última vez, en este escenario. El año que viene el torneo se mudará a Florida.

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