Tres días después de el que Hyundai Tournament of Champions debiera haber dado comienzo en Maui, Rickie Fowler pegó el definitivo primer golpe del año en el PGA Tour. El viento seguía haciendo acto de presencia en Kapalua, pero ya no eran las huracanadas rachas de 50 kilómetros por hora, sino brisas con las que se podía mover la bola en el aire y que le daban a los tiros a green una mínima dificultad añadida. Ahora era 30 de los mejores jugadores del circuito frente a un campo largo pero vulnerable, con lo que los birdies comenzaron a sucederse.
¿Y quién tiene ventaja en este recorrido? Los pegadores, sin duda alguna. Con varios pares 5 alcanzables en dos impactos y algún que otro par 4 incluso factible desde el tee con el driver en las manos, Dustin Johnson fue desnudando poco a poco las razones por las que en este recorrido se acostumbran a firmar resultados tan bajos (menos veintitrés el año pasado, incluso sobrepasando el menos treinta en otras temporadas). Solo falló tres greenes en regulación. A pesar de no haber jugado durante los últimos cuatro días por el temporal, Johnson había llegado antes que sus rivales a Hawái, llegando a completar seis vueltas de prácticas acostumbrándose a su nuevo material (Taylor Made R1 y hierros RocketBladez). Sus 36 hoyos fueron toda una exhibición de contundencia. Dos de sus tres bogeys llegaron por tri-patear a menos de 8 metros del hoyo, en los greenes más lentos que probablemente se encontrarán estos jugadores a lo largo del año. El estadounidense no suele ser muy expresivo en sus declaraciones, pero es tan claro que con su actual nivel de juego asusta: “Le he pegado muy bien a la bola esta tarde”, comentó. Y no necesitó decir mucho más.
Como si el campo se le hubiera quedado pequeño, Johnson alcanzó dos pares 4 con el driver, uno de ellos con viento en contra, hizo birdie en seis de los ocho pares 5 que jugó y, por si hubiera lugar a dudas de que su swing estaba funcionando a la perfección, necesitó solo de un hierro 5 para alcanzar el green del hoyo 18 en dos golpes, finalizando con un eagle y tres impactos de ventaja frente al resto de contendientes. Su capacidad para desnudar las debilidades del recorrido llegó hasta el punto de que en el 17, su penúltimo hoyo del día, quiso pegar el driver con el viento a favor y se voló la calle terminando en el hazard, en lo que fue su único bogey en la segunda vuelta del día. “La manera en que está jugando, pegando y controlando a la bola es impresionante ahora mismo”, comentó Bubba Watson, su compañero de partido. “No veo que pueda haber ninguna diferencia mañana”. Precisamente él es uno de sus perseguidores. Steve Stricker, campeón defensor, le sigue con menos ocho, Bubba Watson con menos siete y Keegan Bradley y Brandt Snedeker con menos seis.
La dificultad añadida de jugar más hoyos en menos tiempo fue vital para el desarrollo de la vuelta de Stricker, que sufrió fuertes dolores en la espalda durante los 36 hoyos disputados. “Nadie sabe si es un músculo que hace presión sobre el nervio ciático o es un problema con una vértebra”, comentó el veterano jugador, que anunció hace unos días que participará sólo en unas diez pruebas esta temporada. “Mi espalda está bien. No me siento tenso o duro. Pero cada vez que traspaso mi peso a la izquierda, el dolor llega hasta mi pierna. No le estoy pegando todo lo fuerte que puedo e intento mantener la bola delante de mí, pegando los golpes adecuados”. Con este problema, sus opciones de defender el título con éxito se antojan una incógnita. “Me sentía tan mal en el primer hoyo como en el último”, recordó al finalizar su segunda vuelta. “¿Quién sabe qué puede pasar? A lo mejor me siento genial mañana”.
Johnson saldrá mañana con la ventaja de tres golpes y buscará ganar por sexta temporada consecutiva desde que saliera de la universidad. Y por si quieren hacer apuestas, un último dato: ha ganado los dos últimos torneos del PGA Tour que se han reducido a 54 hoyos. Mañana, si sigue jugando así, llegará el tercero.
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