Ryder Cup 2014

E Ian Poulter apareció…

Alfonso Martínez | 27 de septiembre de 2014

He de reconocer que segundos antes de que Ian Poulter embocara un descomunal pitch desde fuera de green para regocijo de los miles de espectadores que asistían fríos al desenlace del último partido de unos fourballs matutinos por lo general esquivos para el combinado europeo, me encontraba enfrascado en un artículo escrito en caliente sobre el cúmulo de errores que, a mi inexperto juicio, estaba cometiendo un Paul McGinley a todas luces sobrepasado por la magnitud de un evento para el que no tiene currículum suficiente.

Para empezar, la noble preparación del recorrido del PGA Centenary Course de Gleneagles. Bajo “estándares del Circuito Europeo”, afirmaba orgulloso el irlandés a la prensa especializada cuando fue preguntado al respecto. ¿Nadie se acuerda del no rough y calles anchas de Davis Love III en Medinah en 2012? Por no hablar de los greenes a velocidad de vértigo de Paul Azinger en Valhalla en 2008. ¿Dónde quedó el interesado estudio de Ian Woosnam o Colin Montgomerie, en las ediciones de The K Club y The Celtic Manor, en 2006 y 2010, respectivamente?

Dos. La insólita decisión de “quemar” al único golfista local, y rookie para más inri, el escocés Stephen Gallacher haciéndolo debutar con Ian Poulter. Estrella hace dos años en Valhalla, este golfista inglés lleva desde entonces “estrellado” en la clasificación mundial, y solo esta temporada languidece fuera del top50 en las listas de ganancias de los dos principales circuitos mundiales. Como se esperaba, fueron poco más que un juguete en manos de los enrachados debutantes estadounidenses Jordan Spieth y Patrick Reed, lo que además le valdría para colocarse la “medalla” de haber sido los primeros en derribar al gran héroe europeo y afrontar el resto de la competición con un subidón de adrenalina que acaba de destrozar a los gélidos Thomas Bjorn y Martin Kaymer en los fourballs sabatinos. Desafortunado debut para el golfista escocés, que no volverá a pisar el césped hasta la dominical jornada de individuales, en lo que ya podría considerarse un punto regalado a mayor gloria de los sobrinos del Tío Sam.

Tres. En 2004, Hal Sutton, capitán del combinado estadounidense cometió dos excesos en un intento de intimidar a los semidesconocidos chicos de Bernhard Langer. El primero, ese sombrero de ala ancha que a la postre no le permitiría adivinar lo que se le avecinaba. El segundo, pecar de soberbia y colocar en el primer partido a sus dos mejores baluartes, los números uno y dos de la clasificación mundial, los multimajoristas Tiger Woods y Phil Mickelson. ¿El desenlace? Se fueron de vacío y muy tocados de la primera jornada de una Ryder Cup que ha quedado grabada con letras de sangre para mayor escarnio estadounidense. Diez años más tarde, Paul McGinley tiene a bien intentar repetir la gesta situando a sus dos mejores espadas, en base al ránking mundial, juntos. Una derrota y un empate in extremis, escaso bagaje para todo un Rory McIlroy y Sergio García que deberán afrontar el resto de la competición con la obligación de despejar las sombras de su juego.

Cuatro. Un apunte más de aquel fatídico 2004, para los estadounidenses claro. Phil Mickelson sorprendió a propios y extraños estrenando sus flamantes palos Callaway tras abandonar Titleist en un bombazo mediático en las semanas previas a la Ryder Cup… Diez años después, Rory McIlroy se decide a hacer lo propio con el nuevo Nike Vapor Pro driver, no utilizado, eso sí, en los Playoffs de la FedEx Cup. ¿El resultado? Está pasando más tiempo entre la hierba alta que en la segada de las calles. ¿Se imaginan esta misma situación con Severiano Ballesteros o Colin Montgomerie de capitán? No lo creo.

Cinco. Thomas Björn. Clasificado por derecho, llega a la máxima expresión del golf profesional en un discretísimo estado de forma. Alma de rookie en cuerpo de senior, no en vano es su primera Ryder Cup en doce años; combina la fragilidad emocional de un debutante con la limitación física de un golfista de cuarenta y tres años. Para colmo de males, Paul McGinley lo sitúa junto a Martin Kaymer, otro golfista de trayectoria irregular esta temporada interrumpida, eso sí, con dos fogonazos en forma de The US Open Championship y The Players, respectivamente.

Y en esto que aparece Ian Poulter en el tramo final de su partido de fourballs con Rory McIlroy y rescata medio punto para el equipo europeo… Algo bueno estará haciendo Paul McGinley, porque con tanto fallo acierta a situar al Viejo Continente un punto arriba a falta de la vespertina jornada de foursomes y los individuales del domingo.

#GoEurope

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