Hay torneos de golf que se recuerdan más por aquellos jugadores que lo perdieron que por el nombre del ganador. El The McGladrey Classic 2014 será uno de ellos. Pasará el tiempo y tal vez muchos aficionados hayan olvidado que fue Chris Kirk el ganador del mismo, pero sin duda alguna, todo aquel que vio el desenlace de este domingo en el Seaside Course, recordará que fue éste el torneo en el que Briny Baird perdió su oportunidad de conseguir su primer título en el PGA Tour tras 365 torneos disputados.
Llegaba Baird al hoyo 18 coliderando junto a Chris Kirk en -14 y con Tim Clark pegando bolas en la cancha de prácticas desde que entregara su 62 (-8) con el que había impuesto el -13 como resultado de referencia. Su periplo dominical incluía 13 pares y 4 birdies en un día sin fallos en el que durante muchos momentos parecía que iba a poner fin a su larga racha sin conocer la victoria.
Había desarrollado un golf sin fisuras durante la última jornada con un tripateo en el 15 (par 5 alcanzado de dos golpes) como máximo fallo y de repente, llegaba su turno. Kirk había fallado calle y ante la minúscula puerta que se le abría, Baird mandó su drive de salida al único sitio donde no la tenía que mandar: al bunker de calle de la izquierda. El diseño del hoyo 18 del Seaside Course unido al hecho de la bandera en la parte izquierda del green hacía que éste fuera el peor error posible, teniéndose que volar todo el lago si decidía atacar green de este par 4 desde la arena.
Su compañero competidor y colíder junto a él, Chris Kirk, se encontraba con un tiro a green desde el primer corte de rough. Baird valoró la situación y se comprometió: había que ir a por el green. «Él iba a hacer el 4 desde donde estaba. No tenía un buen lie realmente pero era un golpe que se podía hacer. Me resbalé un poco. Era un golpe que se podía hacer. De verdad que se podía. Pero no lo hice bien». Eran las palabras de Baird minutos después de topar su golpe desde el bunker y ver cómo su bola comenzaba a botar a apenas 60 metros de su posición para acabar en el fondo del lago.
Kirk cumplió con su trabajo, alcanzando el green y haciendo dos putts cómodos para un 66 final (-4) que le dio su segunda victoria en el PGA Tour.
Baird acabó enchufando un precioso putt de casi 9 metros para salvar un bogey con el que consiguió su sexto 2º puesto desde que se uniera al circuito americano en 1999. «Ganar no lo es todo, como ya he dicho, pero esto duele. De veras que duele. Es muy decepcionante».
La lectura positiva que puede consolar a Baird pasa por el premio de 480.000 dólares con el que Baird se asegura la tarjeta para jugar hasta final de temporada. Hasta este momento, estaba compitiendo gracias a una exención médica a causa de la intervención quirúrgica en los hombros a la que se sometió a finales del año pasado. De haber fallado el putt y haber firmado un 6 en el 18, habría perdido 220.000 dólares, aunque esta semana, Baird ha demostrado que no es solo un recopilador de cheques sino un serio aspirante a la victoria en el PGA Tour.
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