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Zona Pro

El decimoquinto grande

Enrique Soto | 08 de agosto de 2012

La competencia de Tiger es ahora mayor que la de hace diez años

Desde que Tiger Woods se impuso en el Masters de 1997, el golf entró en una era en la que el californiano ganó 14 de los 46 majors que disputó en poco más de diez años. Supone un porcentaje de victoria de un treinta por ciento en tan solo cuatro torneos anuales, con la dificultad que ello implica. No se trataba de ganar cierto número de veces por año, en el que las oportunidades son múltiples, sino de que durante cuatro semanas cada temporada Woods era capaz de batir a sus cientos de rivales en diversos escenarios.

Tras el U.S. Open del año 2008, donde un Tiger lesionado batió a Rocco Mediate, era imposible vaticinar que el panorama fuera a dar un cambio tan radical. Padraig Harrington se hacía con su segundo Open Championship y posteriormente, su tercer major, el PGA Championship. Como si el mundo del golf aprovechara la lesión de Woods para dar un salto de calidad y competir con más garantías en los grandes, hemos visto cómo dieciséis jugadores distintos conseguían llegar a lo más alto de sus carreras en Augusta, Congressional, Turnberry o Whistling Straits. El dominio se rompía y comenzaba una nueva era, mucho más lógica y natural, en la que cualquier jugador de talento en un buen estado de forma podía hacerse con la victoria.

Durante los días previos a la disputa del próximo PGA Championship, Woods dejaba entrever las causas de este cambio: “Si ahora pasas el corte en muchos torneos te encuentras a nueve golpes del liderato. Eso se puede remontar durante el fin de semana. Y es simplemente increíble, hay más de 70 jugadores en una diferencia de diez golpes en prácticamente todos los torneos del circuito. No siempre fue así. Solían ser catorce o quince golpes muchas veces pero los márgenes son mucho más reducidos ahora”. En definitiva, la competencia a la que se enfrenta Tiger en la actualidad está mejor preparada que la de hace diez años, y mucho más que, por ejemplo, en la década de los setenta, donde Nicklaus ganó diez de sus dieciocho majors. Por eso siempre se insiste en la incapacidad de comparar ambos registros: ningún jugador en el futuro conseguirá igualar los diecinueve segundos puestos en grandes de Jack. La competencia es demasiado alta.

Pero a pesar de la gran variedad de jugadores capaces de aspirar a un major, el desafío sigue siendo de proporciones gigantescas. Es sencillo, no todos los jugadores son capaces de jugar bien en un recorrido preparado en condiciones tan exigentes. Desde que Harrington ganara aquel PGA, todos y cada uno de los ganadores han sido jugadores de gran calidad, desde Louis Oosthuizen a Graeme McDowell o desde Zach Jonhson a Rory McIlroy. No solo fueron capaces de conseguirlo una vez, sino que todavía son candidatos a repetir la hazaña. Por eso esta semana en Kiawah Island, Tiger ya no solo se enfrentará a un montón de aspirantes con ansias de grandeza, sino a jugadores plenamente consolidados que buscan repetir algo que ya consiguieron, sabedores de todo lo que exige. Y por ese el major número 15 de la carrera de Woods será mucho más valioso que otros, porque a medida que pasa el tiempo su rendimiento debe bajar y, en su situación, los rivales son más y mejores.

El Ocean Course exigirá todavía algo más que en pasadas citas, dado que se trata de un campo extremadamente complicado. La potencia desde el tee será una ventaja definitoria y Woods no podrá jugar de un modo conservador (esto es, salir en muchos hoyos con hierro) como en Royal Lytham o incluso el Olympic. Tendrá que salir a atacar cada uno de los días o el campo le ganará de nuevo. “Las cosas han progresado pero todavía, no me siento bien por no haber ganado un major”. Pero en este campeonato, más que en ningún otro hasta ahora, puede que veamos cómo Tiger despliega un gran golf y sin embargo pierda. Le pasó a Harry Vardon con Bobby Jones o a Arnold Palmer con Jack Nicklaus. Por eso el decimoquinto grande, si es que alguna vez llega, será más importante que cualquiera anterior. Cuanto más cerca se está de la meta mayor es el esfuerzo necesario y si no, que se lo pregunten al vigente campeón de Wimbledon.

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