Cuando Tiger Woods entregó la mejor tarjeta de la tercera jornada del Cadillac Championship, los elogios se dispararon. No solo había sobrevivido a los colmillos del monstruo o al infierno que arrasó la clasificación en forma de viento durante el viernes, sino que fue capaz de rescatar su mejor versión en los greenes para otorgarse una oportunidad de victoria. El número uno ya no es aquel chico fuerte y atrevido de sus primeros años en el PGA Tour, el que levantaba el puño tras cada impacto importante o incendiaba las gradas de Scottsdale tras aquel hoyo en uno en Arizona. Tiger ha madurado, al igual que su cuerpo, y ya no camina por los campos con la misma soltura.
Ninguno está a salvo de esta circunstancia ya que, al fin y al cabo, competir es negociar con el tiempo. Una ambición desmesurada durante la juventud puede derivar en una tímida madurez profesional o, como le ocurre hoy a Tiger, puede que el desgaste conlleve también heridas físicas. En la última jornada en Doral, su espalda volvió a dejarle fuera de juego de un torneo, aunque esta vez no se retirara. Puede que el castigo fuera aún más doloroso firmando tres bogeys por los nueve primeros y otros tres por los segundos, sin birdies por el camino. Es la octava vez que le sucede en más de mil cien vueltas oficiales en el PGA Tour. Es también un signo de la edad y la erosión de una vida en la élite.
Nadie se fijó demasiado, pero en lo más alto de la clasificación, por encima de Woods, se encontraba ya antes un chico de veintitrés años. Y era normal no prestarle parte de esa intensidad de los focos porque había conseguido su primera victoria solo siete meses atrás, en un torneo que no contaba con todos los mejores del mundo. Patrick Reed no ha disputado un solo grande y el de esta semana era su segundo World Golf Championship, por lo que su liderato tras cincuenta y cuatro hoyos parecía más un capítulo en su aprendizaje que una oportunidad certera de ganar, al menos desde fuera. Él no lo veía así, al menos ayer. “Si sigo haciendo lo que se supone que debo hacer, el domingo por la tarde estaré levantando el trofeo”, dijo.
Así que Patrick salió a enfrentarse al monstruo una vez más, como si también de una ronda más se tratara. Esa inconsciencia en el inicio quizá le ayudara a conseguir tres birdies en sus primeros cuatro hoyos, allanando el camino para calmar los nervios y poner el listón bien alto para el resto de aspirantes. En el libro de Woods, ese en el que quizá escriba un día cómo se cierran los torneos, un inicio así es fundamental para controlar la clasificación; básicamente se trata de dejar bien claro a quién hay que ganar, forzando al resto a que arriesguen más de la cuenta. Reed, aunque fuera sin saberlo, lo había conseguido. Dufner y Mahan se diluyeron hasta los 76 impactos, con dobles bogeys, bolas al agua y una sorprendente falta de reacción en el camino.
A partir de ese punto, sin embargo, comienzan las verdaderas dificultades, porque siempre surgen nuevos aspirantes. Hoy fue el turno de Bubba Watson, que entregó un 68, y también el de Jamie Donaldson, empeñado en incrustarse con fuerza en el equipo europeo de la Ryder Cup. Solo un bogey en el 18 impidió al galés dejar el menos cuatro como referencia en la casa club, poniendo el listón bien claro al joven Patrick. A pesar de ese inicio soñado, le había ocurrido lo mismo que a cualquier otro jugador en sus circunstancias: su golf se había estabilizado en Doral y solo un brillante repertorio alrededor de los greenes le salvó de un destino similar al de Mahan o Dufner. Sus últimos hoyos fueron algo bastante alejado de la solidez de los grandes ganadores de la historia, véase a Hogan, Nicklaus o al propio Tiger. Falló calles, golpes a bandera y hasta un putt de apenas un metro. Todo lo que no debería hacer un líder autoritario.
Pero Patrick aguantó y, desde el menos cinco, podía permitirse el lujo de un bogey en la última de las pruebas, en el Blue Monster. Fue de los pocos momentos de todo el día en que no pareció tener veintitrés años. En vez de afrontar un drive peligroso y un tiro a bandera bajo una presión monumental, decidió jugar de tres a green, como si de un amateur se tratara. Dos hierros, un wedge y dos putts después, se proclamó vencedor del torneo, y dijo lo siguiente: “Soy uno de los cinco mejores del mundo. Saliendo ante todos estos jugadores y liderando todo el torneo siento que me lo he demostrado a mí mismo. He trabajado muy duro… Ahora tengo tres victorias en el PGA Tour. No veo a muchos que lo hayan conseguido”.
Tiger saliendo herido de Doral mientras la juventud triunfadora, exuberante e insolente se reía del jadeo de los veteranos. Es inevitable. Los jóvenes los vencen sin pensar que, al hacerlo, se vencen también un poco a ellos mismos, cumpliendo sus metas, agarrotándose la espalda, lesionándose la rodilla… Reed tuvo tiempo en rueda de prensa de nombrar al resto de jugadores en su top 5 particular, como Scott, G-Mac, Mickelson, Woods… Puede que en ese momento se diera cuenta de que se estaba quedando corto, dejando a otros fuera de la lista. Es un gran jugador pero, como dijo Séneca, “el tiempo descubre la verdad”. La suya también.
Richard Sterne y Dustin Johnson finalizaron cuartos. Miguel Ángel Jiménez, con una última vuelta de 75 golpes y un acumulado de más tres, decimotercero, con solo un impacto menos que Sergio García, que cerró con un gran 69. Otra semana más sin su mejor versión, y de nuevo entre los veinte mejores. Gonzalo Fernández-Castaño fue quincuagésimo cuarto con más trece.
Adam Scott Asian Tour Cadillac Championship Charl Schwartzel Dustin Johnson European Tour FedEx Cup 2014 Francesco Molinari Gonzalo Fernández-Castaño Graeme McDowell Harris English Henrik Stenson Hunter Mahan Jamie Donaldson Jason Day Jason Dufner Jimmy Walker Jordan Spieth Justin Rose Keegan Bradley Louis Oosthuizen Matt Kuchar Miguel Ángel Jiménez Patrick Reed PGA Tour Phil Mickelson Race to Dubai 2014 Rory McIlroy Russell Henley Ryan Moore Sergio García Stephen Gallacher Tiger Woods Trump National Doral World Golf Championships Zach Johnson
1 comentario a “El descaro de la juventud”
El tiempo no perdona,la juventud en estos deportes se impone.los muy buenos se desgastan con la buena vida y cuerpos muy musculosos,no son lo ideal para este deporte,hay que ser elastico.saludos a todos.
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