No deja de resultar curioso que uno de los campos mejor valorados del mundo fuera diseñado por un inmigrante escocés que nunca antes se había enfrentado a tal desafío. Con 31 años, Hugh Wilson recibió con orgullo el encargo de sus compañeros del Merion Cricket Club de diseñar un campo de 18 hoyos y emprendió una viaje espiritual por su Escocia natal e Inglaterra que, durante siete meses, le sirvió para asimilar conceptos e incluso de inspiración, como él mismo reconoció, por ejemplo, al haber utilizado lo visto en los hoyos 15 y 17 de North Berwick Golf Club para el desarrollo del hoyo 3 del East Course de Merion.
Conocido por ser uno de los cuatro campos sobre los que Bobby Jones consiguió su Grand Slam en 1930, el East Course es una de las pruebas palpables de cómo un recorrido no necesita metros para situarse entre los mejores del mundo.
Campo privado, Merion —que también atesora el West Course, otro recorrido de 18 hoyos inaugurado en 1914, apenas dos años después del East Course— es conocido por infinidad de tradiciones ganadas a pulso en cada uno de los 18 torneos de la USGA que ha acogido desde que en 1904 fuera la sede del US Open Femenino Amateur en el campo original de Haverford. Desde entonces, más concretamente desde 1915, son típicas sus cestas de mimbre en lugar de banderas en los hoyos, unas cestas cuyo origen se desconoce. Pese a negar la información sobre la dirección del viento, se han convertido en santo y seña del campo de Pensilvania, pues a cada ganador se le regala una de ellas.
Igual de típico e importante es el uso de diferentes tipos de hierba en tees, calles, rough, collares de green y greens, aunque la nota más curiosa está en el empleo de barrón o dune grass (Ammophila arenaria), un tipo de planta muy particular en el recorrido, pues es poco habitual encontrarlo fuera de la primera línea de playa. En Merion nada es habitual, y también puede resultar llamativa la abundancia de un arbusto de rama verde y flor amarilla conocido como Scotch broom o retama negra que, en realidad, es de lo más normal en cualquier acantilado de la costa atlántica europea. Pero Merion es mucho más que eso.
Sus cuatro obstáculos de agua no son nada comparados con sus 131 búnkers. Siendo un campo relativamente corto para los estándares modernos (6.260 metros), la inteligencia de su diseño, los giros de las calles, los montículos multiformes o las ondulaciones de unos greens siempre por encima de 12 en el ‘stimpmeter‘ quedan oscurecidos por ‘las caras blancas de Merion’. Así es como se conoce a las trampas de arena blanca que ‘devuelven’ la mirada a los jugadores y son elemento clave a lo largo de los hoyos 18, pues sus ‘cejas’ son de una hierba alta y espesa en el mismo borde que, sin embargo, permiten la visión en la línea de juego y suelen recortarse en esa misma línea para que toda bola que pase por allí se vea atrapada sin remedio.
Un campo señorial, donde la estricta etiqueta especifica la obligación de quitarse la gorra en el interior de las instalaciones, en el que se prohíbe correr (walking-only) o donde ni siquiera existen marcas de distancia en el campo. Un campo imposible de adaptar más y mejor a la señorial Philadelphia, en la que una visita a la Campana de la Libertad será el complemento ideal, pues con su tañido en 1776 se llamó a los ciudadanos para la lectura de la Declaración de Independencia que conformo buena parte de lo que hoy es Estados Unidos, de la misma forma que Merion constituye parte del espíritu del golf primigenio.
Alfredo Calle, autor de este texto, lleva toda la vida vinculado al mundo del golf y en su faceta de emprendedor acaba de poner en marcha Golf Dest, un club de golf virtual donde encontraréis descripciones de campos, fotos espectaculares, noticias de destinos, ofertas, torneos, circuitos amateur… y todo ello con unos precios muy especiales para todos sus integrantes. Mientras ultiman su página web, podéis encontrarlos en Facebook y Twitter.
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