El grancanario Daniel Carretero es miembro de Clase A de la GCSAA (Golf Course Superintendents Association of America) y es el único español que ha ejercido de greenkeeper en Augusta National. Por su experiencia previa en Pinehurst No.2, fue requerido para colaborar en el mantenimiento del campo durante el US Open de este año y nos tuvo al tanto de todo lo que aconteció en el recorrido de Carolina del Norte.
Ya en Canarias, después de una semana intensa de trabajo y emociones, creo que es buen momento para hacer una breve recapitulación sobre la sede que ha acogido el US Open e insistir en uno de los aspectos más mencionados durante la semana y en el que hice hincapié en mi primer artículo: la naturalización del recorrido número 2 de Pinehurst.
En el aspecto deportivo, el -9 de Kaymer es espectacular, porque los demás participantes han rondado los resultados esperados si se consideran las condiciones del campo. Kaymer ganó al estilo Tiger en sus mejores tiempos, pero se ha demostrado que el campo es excepcional, una obra de arte y seguramente el mejor campo de golf llano del mundo.
Me gustaría insistir en la cuestión que he mencionado en el párrafo inicial: la naturalización y la posibilidad de erradicar la excesiva irrigación de los campos de golf en España. ¿Podemos realmente esperar campos o golfistas que demanden condiciones secas y firmes cuando Augusta National se mantiene continuamente como la referencia de los campos de golf en el mundo, o cuando el PGA Tour presenta la misma monótona y exuberante preparación de campo todas las semanas?
Ese enfoque es, a grandes rasgos, perjudicial para el golf en el aspecto deportivo y económico. La proliferación de campos “clónicos” reduce el impacto del talento, elimina la importancia de la toma de decisiones estratégicas y favorece la aparición de jugadores monodimensionales. Por otro lado, la inversión necesaria para mantener el verdor de ese tipo de campos tiene un impacto directo sobre las cuentas de resultados y, por supuesto, sobre el bolsillo de los jugadores, además de poner en peligro la viabilidad de muchos proyectos.
La conservación de los recursos naturales y financieros es clave para el futuro de esta industria. A raíz de la promoción y popularización de este deporte es complicado vender a los jugadores esos conceptos, ya que están condicionados por lo que ven en la televisión una semana tras otra y esperan lo mismo cuando van a un campo.
La renuencia a aceptar condiciones más firmes y naturales es simplemente una falta de sensibilidad con respecto a la historia de este deporte y sus orígenes. Tampoco pretendo que todos los campos tengan la misma imagen, todo lo contrario. Opino que en la diversidad está el gusto y la personalidad, en el diseño de cada uno de ellos. El problema, tal y como ocurrió en Pinehurst desde los 60 hasta los primeros años de este siglo, es la pérdida de carácter de los campos al intentar emular a otros diseños que no tienen nada que ver. En otras palabras, el efecto Augusta. Tampoco pretendo que me malinterpreten, créanme: Augusta me encanta. Tiene personalidad al conjuntar de manera ideal todos sus elementos, gracias a la línea de sus búnkers, sus greens, sus pinos y el entorno. Pero también me gusta ver otro tipo de diseño de búnkers, de roughs, de árboles y de greens… ¿Por qué no?
Hay tres factores principales que definen el carácter de un campo de golf, aspectos que la propiedad podría tener en cuenta para otorgarle más personalidad.
1. La forma de los bunkers (artistic bunkering)
Las líneas rugosas de los bordes pueden ofrecer diseños con diferentes texturas y colores al usar distintas plantas, hierbas e irregularidades del terreno. De este modo, el aspecto es mucho más natural, se aumenta el atractivo de los mismos además de potenciar su eficacia y el factor estratégico. Intimidan más y sirven a su propósito al convertirse en algo más que un mero adorno.
2. Enrutamiento topográfico (routing topography)
Es vital entender cómo se asienta el campo sobre el terreno, qué entidad tiene cada hoyo (para que sea recordado y no confundido con otro del mismo recorrido) y qué personalidad tiene el campo al combinar los 18 hoyos.
3. Contorno de los greenes (green contouring)
En este aspecto, hay que tener en cuenta los contornos independientes que se ubican dentro de cada green y perseguir que estas superficies sean artísticas y, sobre todo, funcionales. No estaría mal aprovechar para recordar la figura de Perry Maxwell, un maestro en los diseños de greens y putting greens.
Por último, no puedo dejar de mencionar los comentarios de Donald Trump, más conocido por su faceta empresarial y televisiva que golfística (pese a la adquisición y reforma del complejo de Doral y sus iniciativas en Escocia). Trump no tuvo empacho en criticar abiertamente al recorrido número 2 de Pinehurst y se atrevió a decir que el aspecto horrible del campo influiría en los resultados de audiencia. En realidad, los datos de audiencia se vieron notablemente perjudicados por la ausencia de Tiger y el dominio de Kaymer, y en cuanto a las palabras del magnate estadounidense, no dejan de ser una extensión de su personalidad: vive inmerso en un “reality show” continuo y eso se refleja en sus apariciones televisivas y en las redes sociales. En el aspecto golfístico, parece que lo único que le llama la atención son las cascadas, el exceso de palmeras, las fuentes en los lagos y las casas club ostentosas. No es mi estilo.
1 comentario a “El ejemplo de Pinehurst nº2”
Grande Daniel:
muy interesante artículo y, estoy contigo, o se acotan los costes de mantenimiento y nos acostumbramos a jugar en un ambiente más «natural» o bien el golf acabará siendo de unos pocos muy privilegiados.
Enhorabuena!
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