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El gen zurdo

Juan José Nieto | 14 de mayo de 2013

Hablar de Sergio García, deporte popular en nuestro país cuyo reglamento se asemeja al del lanzamiento de dardos, sin poder entrar en su mente es como legislar en España desde Bruselas. Y es que aplicar nuestras habituales categorías de pensamiento a un genio como Sergio García conduce, necesariamente, al mayor de los absurdos.

Sergio es, para empezar, un chico zurdo que juega a diestras. Esta destreza pone de manifiesto su capacidad cerebral y es que, en su caso, como en el del resto de ambidiestros, sus dos hemisferios se encuentran igualmente desarrollados. En realidad, todo hace indicar que Sergio nació con una propensión natural a ser zurdo, es decir, a una mayor especialización del hemisferio derecho, el hemisferio en el que habitan, si me permiten la expresión, las emociones y los sentimientos. Sin embargo, cuando un día, a la tierna edad de tres años, antes ni siquiera de haberle mostrado al mundo que tenía el gen de los siniestros, agarró entre sus manos un palo de golf (para diestros), al tierno Sergio no le quedó otra que adaptarse. Era eso o quedarse sin helados (se dice de él que, desde muy temprana edad, se apostaba, y ganaba, helados con los socios del Club de Golf del Mediterráneo en el putting green).

Aunque esta lateralidad atípica del cerebro no es única ni exclusiva, lo cierto es que los porcentajes de ambidextrismo en el mundo son prácticamente residuales. Esta cualidad, apreciada durante décadas como un don casi divino, ha dejado de estar mitificada. De hecho, recientes estudios publicados en el Reino Unido mencionan toda una serie de problemas asociados a la condición de ambidiestro. Así, los niños con esta presunta capacidad tendrían más problemas en juegos memorísticos y a la hora de llevar a cabo razonamientos lógicos y matemáticos.

He aquí Sawgrass y el afamado green-isla del hoyo 17 del The Players Championship 2013. Empatado a golpes con Tiger en la salida del hoyo 71 Sergio García echaba cuentas, muchas cuentas. Demasiadas. Por un lado calculaba la distancia a la bandera, la influencia que podría ejercer el viento, la temperatura del aire y, también, como él mismo reconoció en la rueda de prensa posterior al evento, el nivel de adrenalina en sangre. Al parecer, la decisión de atacar la bandera con un pitching-wedge, palo con el que Tiger también se habría ido al agua de haber seguido la ruta más agresiva, surgió de ese intenso razonamiento en el interior de su cabeza. Probablemente, además, Sergio, espectador habitual de las hazañas del californiano durante más de una década, creyó que con dos pares no bastaría para llevarse el torneo. Y se la jugó. Y se mojó por dos veces.

Más allá de explicaciones científicas, elaboradas muchas veces a posteriori para dotar de argumentos a una decisión más intuitiva, mi corazón me dice que fueron otros los impulsos que le llevaron a lanzarse de manera kamikaze a por la bandera del green más famoso del planeta golf. Es difícil explicar este argumento cuando el de Castellón venía de disputar 16 hoyos marcados por la prudencia tanto desde el tee como con los hierros (con las excepciones contadas del hoyo 11 y 13). Sin embargo, no me queda otra que defender que la razón por la que Sergio se jugó el torneo en el lugar en el que el todo y la nada yacen separados por un fino hilo, fue su naturalidad, su gen zurdo, aquel que conduce a un mayor desarrollo del hemisferio derecho del cerebro. El de los artistas. El de los genios atormentados capaces de enamorarse, un día, de su propio reflejo y de estar, al siguiente, subidos en lo alto de un rascacielos clamando ante el cielo piedad.

Las dos bolas al agua pudieron deberse a un deficiente razonamiento lógico, a un error en el procesamiento de los datos achacable, tal y como indican los estudios, a la propia condición ambidiestra del golfista. Pero yo prefiero pensar que no fue así. Quiero creer que las dos bolas al agua suponen sólo un capítulo más en la biografía de uno de esos jugadores que hacen de los torneos una experiencia irrepetible. Sergio es especial en la victoria y en la derrota. Ayer iluminó nuestros espíritus durante 16 hoyos para después confinarlos en la más honda oscuridad. La oscuridad que dibujan sus sombras. Las sombras que, por contraste, hacen que brille más fuerte su luz. La luz de un ambidiestro que siempre jugó mejor cuando obedeció a sus instintos y se olvidó de la razón. El gen zurdo e irreverente de un rebelde que alteró cánones y desechó etiquetas. En fin, Sergio García.

3 comentarios a “El gen zurdo”

  1. El 14 de mayo de 2013 jjaguilar ha dicho:

    No puedo estar más de acuerdo contigo.

    Como escribió Becquer, el instante anterior a que pergeñara el inicio del movimiento del PW en el 17 de Sawgrass, Sergio era ese invisible anillo que sujetaba el mundo de la forma al mundo de la idea, de la idea de hacer birdie, porque, para él, era la única manera de poder presentar las credenciales de ganador ante el nº 1.

    Esta vez, el domingo en el hoyo 17, se vio a un Sergio que quería ganar, que no se amilanó, que lo intentó, que frunció el ceño y cerró los ojos (no sé si cabreado, no sé si arrepentido) segundo después de ver su primera bola en el agua. Esa es la actitud, ni aspavientos, ni autocompasión… Si esa bola hubiera recorrido un par de metros más en el aire, es posible que hoy estuviéramos alabando el golpazo ganador y decisivo del 5º grande de la temporada.

  2. El 15 de mayo de 2013 jtorres10 ha dicho:

    Muy buen post. Enhorabuena!

  3. El 15 de mayo de 2013 @JorgeTwittour ha dicho:

    Me ha encantado el post.

    Quizá refleje exactamente lo que pudo ocurrir en ese tee del 17, y quizá convenga recordar que el mismo caso, pero al contrario en el sentido del swing, le ocurre a otro genio del golf mundial: Phil Mickelson.
    Phil juega a zurdas siendo diestro para el resto de sus quehaceres cotidianos. Phil juega si o si a ganador, pero a su manera, esa manera que también le ha llevado a perder algún grande en los últimos hoyos. Lo admito, soy muy de Mickelson y menos de García, no es cuestión de calidad de jugadores, ambos son prodigiosos golfistas, soy más de uno que de otro por una cuestión de actitud en el campo, nada más.

    Lo importante es que sigamos disfrutando de estos genios que juegan también con sus hemisferios 😉

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