Pete Dye tiene fama de «castigador» entre los jugadores. El diseñador estadounidense es especialista en plantear retos físicos y mentales y jugar con la psique de los mejores golfistas del mundo, pero el ideólogo del TPC Sawgrass necesitó de la ayuda de su mujer, Alice, para desarrollar su instrumento de tortura más famoso: el hoyo 17 del Stadium Course del TPC Sawgrass, sede del The Players Championship.
Dye apenas tenía espacio para colocar el 17 en la finca elegida, y su mujer le sugirió la posibilidad de crear un hoyo en isla (o en península, si nos ponemos estrictos con la terminología, dado que hay un istmo que une el green al resto del recorrido). Ya fuera fruto de arranque de inspiración o una decisión meditada, la sugerencia cristalizó en uno de los hoyos más famosos del mundo, el desafío que todo golfista, ya sea amateur o profesional, quiere afrontar al menos una vez en su vida.
Pero si te estás jugando el torneo el brazo se encoge y el tiro aparentemente rutinario, entre un hierro 8 y el pitch según la posición de las barras de salida, se convierte en un abismo. “Cuando llegaban al 14, al 15 o al 16 ya empezaban a pensar en el 17 y una vez allí hacían los swings más extraños que puedas imaginar”, declaraba Dye después de ver el efecto que causaba su creación en los profesionales.
El obstáculo de agua que custodia el hoyo engulle 100.000 bolas al año y es testigo de desastres de todo tipo y condición, algunos solo lesivos para la moral de los muchos amateurs que se enfrentan a él, y otros perjudiciales para las carreras de los profesionales. Aun así, en este hoyo también ha visto una buena ración de heroicidades y de golpes espectaculares, bien desde el tee de salida o ya en el verde tapiz del green. Por ejemplo, ha sido testigo de seis hoyos en uno, el último a manos del español Miguel Ángel Jiménez en 2002, y de putts kilométricos como los que se muestran en estas dos magníficas recopilaciones.
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