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El invitado de última hora

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Enrique Soto | 10 de noviembre de 2013

No hay duda de que para llegar a la primera victoria es necesario habérselo creído con anterioridad, saberse listo para aguantar los ataques de los últimos hoyos o, como decía Isaac Asimov, aprovechar la suerte que favorece solo a las mentes preparadas. El Turkish Airlines Open se disputó en el Montgomerie Maxx Royal, un escenario cómodo por el número de oportunidades de birdie que otorgaba pero tremendamente tenso si se tiene en cuenta que el liderato estaba en manos de un novato en estas lides, sin victorias, sin experiencia en el viejo arte de pegar un golpe tras otro con un montón de aspirantes a superarle. Los nombres de esos rivales eran Woods, Poulter, Rose o Stenson; cuatro de los mejores jugadores del planeta.

Y allí, en lo más alto, como invitado de última hora a una fiesta reservada a la élite, se encontraba Victor Dubuisson, un joven de veinticuatro años que probablemente no sabía muy bien en qué posición se encontraba, que solo quería jugar unas vueltas al golf. Había firmado dos de 67 y 65 impactos sirviéndose de las facilidades del campo de Monty, y una tercera de 63 que le había disparado a lo más alto de una clasificación con tintes de una final del Circuito Europeo, y no de una prueba regular. No parecía estar en el lugar adecuado ni con la compañía más indicada, al menos para su seguridad. Poulter olía la sangre a distancia, Woods planeaba un ataque de los que hicieron tambalearse a muchos en los grandes, Stenson se frotaba las manos pensando en la dupla FedEx Cup-Race to Dubai, Rose se sentía como en Merion… Dubuisson estaba solo en la cima.

Mirando a ambos lados y no viendo nada ni a nadie, firmó nueve pares consecutivos que dieron alas a todo el zafarrancho de aspirantes al título. Wiesberger firmó un menos ocho desde mitad de la tabla, Warren le correspondió con un menos siete y Jamie Donaldson, algo mejor situado, llegó hasta el menos nueve para buscarle las cosquillas al francés, quizá sitiado por el miedo, las expectativas o el resto de nombres que le acosaban. “Ni que ganar fuera fácil”, pareció pensar. El galés había alcanzado el menos veintidós en la clasificación y le obligaba, por lo menos, a recortar un golpe al campo para forzar un desempate. “No sabía qué estaba pasando”, reconoció, una vez finalizada la contienda.

Fue un birdie al 10 seguido de un bogey al 14, par 3. En el momento en el que las dudas más parecían atravesarle el swing, Dubuisson hizo algo similar a lo que llevaba haciendo el resto de la semana, es decir, tirar a bandera. Olvidadas las probabilidades, récords y oportunidades que se abrirían en el futuro, respondió a su error con un acierto en el 15, otro en el 17 y, ante las fauces del 18, buscó el hoyo como el jueves, viernes o sábado; nada que desconociera. Otro birdie más y su primer triunfo en el Circuito Europeo, que bien podría ser un adelanto de una carrera excelsa. “Ni siquiera sé qué está pasando ahora. Había muchísima presión en el último hoyo. Ha sido el día más largo de mi vida y estoy muy orgulloso de lo que he hecho”, añadió.

Su menos veinticuatro se impuso al menos veintidós de Donaldson o al menos de veinte que realizaron Rose y Woods, terceros en la tabla. Poulter, con un 69, se quedó quinto, empatado con Raphaël Jacquelin; Wiesberger, Warren y Stenson terminaron séptimos. El aspirante silencioso se alzaba ante un plantel de lujo en Turquía, nueva tierra de las oportunidades y el dinero en cuanto al golf se refiere, sede de la que probablemente sea la prueba más completa del circuito a lo largo de la temporada.

Alejandro Cañizares finalizó decimoctavo tras firmar un 73. Rafael Cabrera-Bello, con un 68, ascendió hasta la trigésimo sexta plaza; Pablo Larrazábal fue quincuagésimo tercero, Eduardo de la Riva quincuagésimo noveno y Miguel Ángel Jiménez septuagésimo.

Resultados completos