Desde el 11 de agosto de 2002 hasta el 27 de marzo de 2011, Paul Lawrie no ganó un solo torneo. Triunfador en un Open Championship en Carnoustie y de otros cuatro eventos en el Circuito Europeo, el escocés pasó los que deberían ser los mejores años de su carrera profesional (entre los treinta y los cuarenta) sumido en una crisis a mitad de tabla y, en la mayoría de ocasiones, sin siquiera jugar el fin de semana. Algo cambió para que este profesional de 43 años ganara tres torneos durante las últimas dos temporadas y consiguiera meterse en el equipo de la Ryder Cup junto a nombres como Rory McIlroy, Graeme McDowell, Justin Rose o Luke Donald, mucho más jóvenes y con más victorias a las espaldas. Lawrie señaló hace unos días el momento en que, para él, el golf cambió drásticamente.
“Se reduce a una conversación en el hospital”, reveló Paul. Poco antes de comenzar la Ryder Cup de 2010 en Celtic Manor, Lawrie colaboró junto a Sky Sports en lo que suponía su primera aparición televisiva como comentarista. Su entrenador, Adam Hunter, se encontraba ingresado por una leucemia que estaba poniendo en serio peligro su vida y pudo escucharle. “Adam me dijo: ‘No puedo creer que estés comentando. No puedo creer que con 41 años pienses que ya has terminado. No es propio de ti. No eres el jugador que he entrenado todos estos años. No te rindas, vuelve a intentarlo, enséñales lo bueno que eres’”. Eso supuso, en todos los sentidos, un impacto de dimensiones desconocidas hasta entonces para el escocés.
“Cuando un amigo que se está muriendo con leucemia te dice eso es difícil no sentirse inspirado y probarle que aún puedes hacerlo”, comentó Lawrie. Su entrenador volvió a ver a su pupilo ganar el Open de Andalucía en 2011, nueve años después de su última victoria, pero no pudo contemplar cómo participaba en su segunda Ryder Cup, trece después.
Atrás quedan ahora los tiempos en que llegó a pasar por una depresión, originada en parte por la falta de reconocimiento a su victoria en el Open de 1999. “Era Jean Van de Velde quien perdió, no yo quien gané”, recuerda de entonces. Como a muchos otros jugadores que se hunden en los rankings, los medios le abandonaron, al igual que los patrocinadores. Todo ha cambiado y su versión en los individuales en el Medinah Country Club es el máximo apogeo que tenemos del nuevo Lawrie. “Iba seis abajo en los primeros 15 hoyos (derrotó a Brandt Snedeker por 4&3) y rendir tan bien con tanta presión fue una gran satisfacción”.
Todas estos pensamientos del escocés están recogidos en “An Open Book – The Paul Lawrie Story”, escrito por el propio jugador junto a John Huggan. Es la historia de un jugador que aprendió, a base de sufrimiento, que los tiempos siempre pueden ser duros y las crisis son susceptibles de aparecer, incluso después de ganar un grande. El éxito, según él, consiste en comportarse igual en ambas situaciones. “Debería haber agachado la cabeza, jugar mi golf y volver a casa con mi familia”.
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