“Te das la vuelta en el dieciocho, miras la clasificación y ves un menos diez. Te hace quedar un poco como un idiota”. Palabras de Gonzalo Fernández-Castaño tras finalizar la primera jornada del Arnold Palmer Invitational. Le ocurrió a él y al resto, y no tanto porque uno de los contendientes en Orlando fuera capaz de alcanzar un resultado así, sino porque además se llamaba Adam Scott. Eso, como primer impacto, sí que puede hacerte quedar mal. Apenas quedan veinte días para el Masters y el señor de Augusta, aún investido de verde, ha vuelto a situar su nombre en lo más alto de la tabla. Lleva nueve torneos consecutivos finalizando entre los veinticinco mejores.
El motivo por el que el australiano llegó ahí arriba, sin embargo, poco tiene que ver con el que le ha llevado al número dos del Ranking Mundial. En contra de lo que se piensa, el putt de Scott no ha sido, ni mucho menos, la razón por la que le veamos en contención en la mayoría de pruebas importantes; ni siquiera ese largo que lleva desde hace tiempo en la bolsa. A lo largo de su mejor temporada como profesional, la pasada, Adam apenas ganó golpes en los greenes respecto al resto de jugadores del PGA Tour (102º en strokes gained putting). Nunca fue la base en la que se cimentaba su golf ni lo está siendo ahora. Aunque en ciertos momentos, a diferencia de con el corto, sí que pueda llegar a ver el hoyo más grande.
Es lo que le ocurrió en estos primeros compases de campeonato, quizá por los síntomas de una gripe a comienzos de semana. “Salí hoy pensando en mantener la bola en juego”, declaró. “Muy ordinario”. En siete hoyos, había firmado cuatro birdies y un eagle. Al finalizar el dieciocho, firmó otros tres más y otro doble birdie que le situaba en menos diez, el récord de un campo que el pasado curso contempló cómo Tiger ganaba con un acumulado de menos trece. “Puede que sea un poco sorprendente”, añadió. “No sé de dónde ha venido, pero definitivamente el putter se calentó a lo largo del día”.
Y tanto. El juego de tee a green del australiano estuvo a la altura de otras fechas de este año, pero fue ese último palo el que le hizo navegar tan rápido hasta un nuevo récord. Más de cinco golpes ganó ayer Adam en los greenes, incluyendo cinco putts por encima de los seis metros. Hay un dato que explica muy bien su nivel de acierto en esta ronda: la media de aciertos del PGA Tour a esa distancia es de un quince por ciento. “Fue solo uno de esos días en los que ves el hoyo como un cubo”.
No fue el único que consiguió recortar múltiples impactos al campo de Palmer. Las calles y los greenes están húmedos y amables tras las recientes lluvias, y facilitan mucho la vida en los golpes más largos a bandera. Ryo Ishikawa, todavía inmerso en el arduo proceso de mudar al jugador que brilló en Japón a Estados Unidos, alcanzó un menos siete que le sitúa segundo, empatado con John Merrick. Gonzalo marcha cuarto, con menos seis, y también prudente a pesar de un gran día de juego largo. “Cualquier vuelta en los sesenta en este recorrido es muy buena”, dijo, como poniendo un poco de orden al caos de aciertos. Snedeker, Hoffman, Casey, Donaldson, Kokrak y Molinari esperan desde el menos cinco.
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