En el año 1502 Jacobo IV de Escocia y Enrique VII de Inglaterra firmaban el Tratado de la Paz Perpetua que ponía fin a cerca de 200 años de guerra discontinua entre los dos reinos. El pacto, que obligaba también a sus descendientes, prohibía que un reino atacara al otro y establecía procedimientos para solucionar los conflictos fronterizos que pudieran presentarse. Para darle solemnidad se acordó además el casamiento de Margarita Tudor, hija de Enrique, con Jacobo. De esa forma la casa Estuardo, a la que pertenecía Jacobo IV, entraba en la línea sucesoria del trono inglés como rama colateral. El Papa Borgia Alejandro VI actuaba como garante del pacto, con la potestad de excomulgar a quien lo violara. Con el tratado, ambos reyes se aseguraban la paz exterior para poder ocuparse de estabilizar sus reinos, temerosos de posibles alzamientos de distintas familias nobles.
Sin embargo, la Paz Perpetua a la que hacía referencia el pacto duró poco más de diez años, hasta que Jacobo IV, obligado por la Vieja Alianza con Francia, invadió Inglaterra como respuesta a una invasión inglesa de territorio francés bajo el reinado de Enrique VIII. Jacobo encontró la muerte el 9 de septiembre de 1513 en la Batalla de Flodden Field. Su cadáver fue llevado a Londres, pero al haber sido excomulgado por la violación del Tratado de la Paz Perpetua, no pudo ser enterrado en sagrado. Su cuerpo permaneció insepulto en un convento hasta que desapareció tras el cisma anglicano.
El Tratado de la Paz Perpetua fue decisivo en la sucesión de la corona inglesa años después, pero casi más importante que para las relaciones entre Escocia e Inglaterra, lo fue para la historia del golf, porque puso las condiciones necesarias para levantar la prohibición de practicarlo y para su extensión fuera de Escocia.
Es bien sabido que la primera mención escrita al juego del golf se encuentra en una orden que prohíbe su práctica. En las Actas del Parlamento escocés del seis de marzo de 1457, bajo el reinado de Jacobo II, se puede leer:
Así se ordena y decreta que Señores y Barones, tanto espirituales como temporales, organicen exhibiciones de arquería cuatro veces al año. Y que el fútbol y el golf sean completamente condenados y prohibidos. Y que un par de dianas sean colocadas en todas las iglesias parroquiales y el tiro sea practicado todos los domingos. Y concerniente al futbol y al golf, ordenamos que aquellos [que sean sorprendidos practicándolos] sean castigados por los Barones locales, o en su defecto, por los oficiales del Rey.
En 1424, durante el reinado de Jacobo I, el Parlamento emitió una orden similar en la que solo se mencionaba al fútbol y no al golf. Ese hecho puede significar dos cosas; o bien los precursores del golf no se habían introducido aún en Escocia, o bien no gozaba de la popularidad que llegó a tener años después.
Tradicionalmente se ha atribuido esa prohibición a motivos defensivos. Durante todo el siglo XV el rey de Escocia estuvo en precario. La monarquía era débil, se apoyaba en una nobleza voluble, poderosa y tornadiza, y estaba sometida a la constante amenaza militar del reino de Inglaterra. De ahí que se viera en la práctica del tiro con arco una forma de mantener a punto un enorme ejército de leva, formado por todos los varones de más de 12 años.
Aunque los motivos militares y defensivos pudieron ser los más importantes, sin duda no fueron los únicos en la prohibición. El primitivo golf que se practicaba en Escocia era un juego más o menos derivado de juegos continentales como el kolven, el jeu de maille o la paganica. Todos ellos se disputaban en ámbitos reducidos, frecuentemente en las calles o en los jardines y patios de las iglesias, con el consiguiente peligro para transeúntes y cosas. Además la Iglesia tenía intereses adicionales más allá de la conservación de su patrimonio, porque los feligreses eran dados a cambiar la asistencia a las celebraciones religiosas por el golf primitivo, violando el precepto bíblico de descansar el domingo y dedicar ese día al señor:
“Seis días se trabajará; pero el día séptimo será día de descanso completo, consagrado a Yahveh. Todo aquel que trabaje en sábado, morirá. (Ex 31:15)”
A pesar de las amenazas civiles y religiosas, parece que la prohibición surtió poco efecto porque tuvo que ser reforzada con nuevas órdenes del Parlamento en el mismo sentido, en 1471 durante el reinado de Jacobo III y 1497, ya bajo Jacobo IV. Todos esos intentos de prohibir la práctica del golf, lejos de conseguirlo, lo hicieron evolucionar. Como suele ocurrir con todas las prohibiciones de costumbres hondamente arraigadas en una sociedad, la población respondió aguzando el ingenio para circunvenir las normas. Puesto que era arriesgado practicar el golf tal cual se había hecho hasta el momento, los jugadores buscaron lugares de juego alejados de miradas indiscretas e inquisitivas, y así llegaron a los links, terrenos baldíos y poco transitados por carecer de interés económico, al no servir ni para la agricultura ni para la ganadería. El cambio de ámbito de juego fue un paso más en la transformación de los primitivos juegos de mazo y pelota en el juego de largas distancias que conocemos hoy como golf.
Con la paz a la vista una vez encauzado el Tratado de Paz Perpetua, desaparecía la necesidad constante de una población entrenada militarmente, y por ello la prohibición dejó de tener sentido. El propio rey Jacobo IV se inició en el juego del golf, y en su contabilidad se puede encontrar el registro de la compra de un juego de palos de golf a un fabricante de arcos de Perth:
Item: 21 de septiembre – Al fabricante de arcos de St Johnestoun, por palos de golf, 14 chelines.
Anotaciones posteriores de su contabilidad, registran nuevas compras de material en St. Andrews y Edimburgo. De esta forma Jacobo IV Estuardo se convierte en el primer jugador de golf conocido, aunque poco más se sabe de su afición. Se dice que jugaba en North Inch, un parque de Perth en el que actualmente hay un campo de golf y lugar donde años antes se libró la batalla de los Clanes entre los Chattan y los Kay.
La prohibición real había desaparecido, pero permanecían las de otras instancias. La ciudad de Edimburgo se unió a la corriente prohibicionista en 1591, cuando su ayuntamiento decretó prohibido el golf y cualquier otro juego o divertimento insustancial durante el domingo. En 1593 dos jugadores, John Henrie y Pat Rogie fueron encarcelados por jugar al golf en Leith Links durante los oficios religiosos. Las quejas de los ciudadanos llegaron a oídos del rey Jacobo VI, quien en 1618 intervino ordenando que se dejara en paz a aquellos que practicaran el golf, entre otras aficiones, el domingo fuera de las horas de culto.
La Iglesia, preocupada por la salud espiritual de la población, no vio con buenos ojos la tolerancia real con el golf, segura de que los feligreses elegirían el golf antes que la asistencia a los oficios. Fueron muchos los sorprendidos practicando el golf en momentos inadecuados siendo castigados por ello. En las actas de la Junta de la Iglesia de Perth, un dos de enero de 1604 se dice:
Comparecen Robert Robertson, William Stenis, Andrew Donaldson, Alexander Niving, Adam Paul y Robert Meling, convictos de profanar el Sabbath del Señor al ausentarse de escuchar la Palabra y jugar al golf a la hora de la oración. Por tanto la Junta ordena primero que Robert Robertson que era el cabecilla del resto, pague una multa para los pobres y segundo que él y el resto comparezcan el próximo Sabbath en el lugar de Público Arrepentimiento para declarar su contrición ante toda la congregación.
Ni siquiera los propios cargos de la Iglesia estaban libres de caer en la tentación. En 1651 la junta de la iglesia de Humbie, en Berwickshire, castigó a James Rodgers y a John Howdan a mostrar público arrepentimiento por jugar al golf durante el Sabbath, y a Howdan en concreto, por ser diácono, se le privó de su dignidad eclesiástica.
Con la evolución social, los cambios en los patrones laborales y la progresiva pérdida de influencia de la Iglesia, la antigua prohibición de jugar al golf en domingo se fue perdiendo con los años, aunque en algunos sitos el cambio fue mucho más lento que en otros. Siendo St Andrews el corazón de la Reforma Escocesa, era de esperar que las cosas allí evolucionaran con especial lentitud. Hasta la Segunda Guerra Mundial el Ayuntamiento no permitió jugar en domingo en ninguno de sus campos. En 1941 se permitió el juego en el Eden Course a partir de la una del medio día. Fueron dos miembros de la RAF, los cadetes Tulip y Parkinson, quienes tuvieron el honor de jugar por primera vez al golf un domingo en St Andrews. Acabada la guerra, la corporación municipal celebró un referéndum para decidir si se permitía el juego en domingo. A pesar de la feroz oposición de la ultramontana Sociedad para el Respeto del Día del Señor, el pueblo votó a favor de poder jugar en domingo. Solo el Old Course quedó fuera del paquete. Hoy día solo se juega en domingo en el Old Course en momentos excepcionales, como puede ser un Open Championship, aunque se debe más a motivos de conservación que religiosos. En palabras de Tom Morris: “Puede que los jugadores no necesiten descanso, pero el campo sí”.
El 24 de marzo de 1603 moría sin descendencia Isabel I de Inglaterra, la última monarca de la casa Tudor. Isabel pasó a la historia como La Reina Virgen por su contumaz rechazo al matrimonio, contra el que se pronunció en repetidas ocasiones ante el Parlamento. Hubo incluso un intento de casarla con el emperador español Felipe II, pero el Duque de Feria, Don Lorenzo Suárez de Figueroa, enviado a Londres para estudiar el asunto, volvió con malas noticias: la reina no podía tener la regla ni gestar. Probablemente Isabel Tudor padecía una malformación del aparato genital conocida hoy como Síndrome de Rokitansky, que consiste en la ausencia congénita de gran parte de la vagina y el útero. Esa es probablemente la causa última de su rechazo al matrimonio.
Agotada la línea sucesoria directa al trono de Inglaterra, los derechos dinásticos recayeron en los Estuardo escoceses en virtud del matrimonio de Jacobo IV con Margarita Tudor acordado en el Tratado de la Paz Perpetua. El entonces rey de Escocia, Jacobo VI, pasó a ser también rey de Inglaterra con el nombre de Jacobo I. No fue aquella una verdadera unificación ambos reinos. Escocia e Inglaterra compartían rey, pero mantenían leyes, parlamentos y estructuras separadas.
Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra se mudó a Londres con su séquito y con él se llevó el juego del golf, que practicaba y había defendido de los ataques de las autoridades locales de Edimburgo. De esa forma el golf salía por primera vez de fronteras escocesas. Jacobo estableció su residencia en el Palacio Real de Greenwich y en las colinas de Blackheath que le daban cobijo encontraron sus nobles y descendientes el lugar adecuado para desarrollar el juego del golf.
Ese simple hecho es el que invoca el club inglés Royal Blackheath para situar su fundación en 1608 y proclamarse el club de golf más antiguo del mundo, por delante de la Royal Burgess Golf Society, fundada en 1735. Sin embargo, las pretensiones de Royal Blackheath se basan exclusivamente en la presencia de jugadores en la zona, infiriendo que debió de establecerse algún tipo de organización. La realidad es que no hay ningún documento o prueba escrita que hagan pensar en un grupo de jugadores organizado que pudiera asimilarse a un primitivo club de golf. Además, los objetos más antiguos correctamente datados de Royal Blackheath son de 1766 (hay otros de datación más incierta que sugieren 1745), pero ninguno anterior a 1735.
Tras su llegada a Inglaterra, el golf se extendió entre las clases altas. No tardaron en surgir jugadores prominentes, y con ellos una nueva forma de escenificar la secular rivalidad entre ingleses y escoceses. En 1681 dos nobles ingleses pusieron en duda el origen escocés del golf y la calidad de sus jugadores ante el Duque de York y futuro rey Jacobo VII. El Duque propuso zanjar la cuestión por medio de una partida en Leith Links, cuyas verdaderas motivaciones eran ganar popularidad entre los ciudadanos escoceses, al erigirse como defensor de las propias tradiciones haciendo frente a los siempre odiados ingleses. Para buscar compañero de partida, el Duque inició una serie de consultas que dieron como resultado la recomendación de John Patersone, un zapatero remendón de Edimburgo que era tenido por el mejor jugador de su tiempo y que provenía de una familia de grandes jugadores de golf.
Al enterarse de la elección, Patersone intentó evitarla, sintiéndose abrumado por la magnitud del desafío y la categoría de los jugadores, pero al final cedió. El final fue el esperado y la partida acabó con la victoria de la pareja escocesa. De este primer match internacional queda también el nombre del primer caddie conocido, un tal Andrew Dickson que le llevó los palos al Duque y le hizo de fore-caddie. El Duque de York cedió generosamente la mayor parte de la bolsa por la que competían a Patersone, con la que Patersone construyó una casa de varias alturas en el 77 de Canongate, en la Royal Mile de Edimburgo.
La casa se llamó Golfer’s Land y permaneció en pie hasta la década de los 60 en que fue demolida. En su lugar se construyó un edificio en cuyos bajos se estableció un pub llamado Jenny Ha’s, sin más relación con el golf ni mayor interés que dos detalles de su fachada. Uno es un cartel de madera que recuerda el encuentro de 1681; el otro un escudo heráldico de bronce, copia del original esculpido en la piedra del edificio, que muestra una mano empuñando un palo de golf bajo el lema que debe guiar a todo jugador: Far and sure (lejos y seguro). Al pie figura la frase I hate no person, anagrama del nombre del propietario original del edificio, John Patersone.
El 77 de Canongate es lugar de obligada visita para todo aficionado al golf que se encuentre en Edimburgo. El que no lo hiciere es tan merecedor de la excomunión como lo fue el rey Jacobo IV al violar el Tratado de la Paz Perpetua.
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1 comentario a “El Tratado de la Paz Perpetua”
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