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El viento también juega en el Kraft Nabisco Championship

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Enrique Soto | 01 de abril de 2012

El día del movimiento en un torneo es, por definición, el sábado. Si además los vientos del Valle de Coachella comienzan a soplar, el resultado puede resultar más que sorprendente. A medida que avanzaba el día en Mission Hills, ese viento se hacía más y más fuerte y dejó a las líderes con unos últimos hoyos muy distintos a los dos días anteriores. Como era de esperar, Yani no se arrugó en ningún momento y mantuvo la posición con la que empezó la jornada: líder, pero sus circunstancias habían cambiado considerablemente.

No hay mejor forma de definir los movimientos del día de ayer que a través de la vuelta de Azahara Muñoz, que se había mostrado muy paciente durante sus dos primeros días en el Kraft Nabisco Championship. Ayer la española estaba pegándole muy bien a la bola, pero como si de una prueba de valor se tratara, no hizo su primer birdie hasta el hoyo 9. Fue necesario un putt de más de tres metros para conseguir el cuatro en el par 5 y fomentar una dinámica positiva que le llevaría a encadenar cinco birdies en seis hoyos, del 11 al 16. Azahara ha sabido mantenerse en la brecha evitando los errores no forzados. Si el segundo día solo cometió dos bogeys, ayer no hizo ninguno hasta el último hoyo, consiguiendo una tarjeta prácticamente perfecta y que le hizo terminar con un global de cuatro bajo par, en decimosegunda posición.

Un movimiento similar lo llevó a cabo la sueca Karin Sjodin, con 68 golpes. Nadie la esperaba y fue toda una sorpresa ver como la número 216 del Rolex Ranking no sólo no fallaba con el viento en juego, sino que además continuaba haciendo birdies. Es ahora mismo colíder junto a Yani Tseng y mañana jugará, hasta la fecha, el partido más importante de su vida: saldrá junto a la número uno, un animal competitivo, en el último partido de un major.

El trabajo de Tseng, por otra parte, no es menos sencillo. Todo el mundo, incluida ella misma, espera verla saltar al lago del hoyo 18 una vez terminada su vuelta mañana y esa presión pesa sobre sus hombros. Su cambio de actitud a lo largo del torneo ha sido notoria. Mientras el primer día se mostró muy crítica con su juego a pesar de haber hecho cuatro bajo par, el segundo, con el mismo resultado, se mostró más relajada y feliz. Hoy ha tenido más que nunca un ejercicio de paciencia durante su vuelta y, después de terminar con 71 golpes y colíder, se la ha visto aliviada. Es evidente que con la ventaja que tenía sobre Sjodin antes de comenzar el día no estaba ante el mejor de sus días pero, en sus declaraciones, parecía mantenerse al margen de ese pensamiento.

“El año pasado lo pasé muy mal intentando pegar el mejor golpe y sin conseguir meter los putts. He aprendido la lección. Fallo un putt y no me importa. Voy al siguiente hoyo y sonrío”, comentaba la número uno. “Siempre miro hacia delante y no pienso demasiado en ganar el torneo, porque a veces cuanto más lo intentas, peor lo haces. Lo único que puedo hacer mañana es jugar lo mejor posible e intentar pasarlo bien”. Nadie quiere ganar mañana más que Tseng y sin embargo, intenta alejarse de cualquier pensamiento cercano a la victoria de cara a su vuelta de mañana, la más importante de la temporada hasta ahora. Azahara ha llevado una línea de pensamiento similar durante todo el torneo y mañana no será menos, “seguir haciendo lo mismo”, repetía en el hoyo 18.

La batalla de mañana será tensa, pues se espera que el viento también haga acto de presencia. El objetivo sigue siendo el mismo que cuando se dio el pistoletazo de salida: batir a Yani Tseng. Es líder y lo tiene en sus manos. Si la evolución es parecida a la del sábado, las jugadoras que salgan antes pueden tener algo de ventaja al jugar con menos viento por lo que no sería de extrañar vueltas muy buenas al comienzo de la jornada. Todo sigue pasando por Yani pero como se demostró el tercer día, nadie está a salvo de los bogeys en Mission Hills. Las jugadoras con cuatro bajo par como Azahara (Suzann Pettersen, Lexi Thompson, Amy Yang…) necesitarán un gran comienzo en un último día de major que promete ser apasionante.