A menudo escuchamos que la clave para obtener buenos resultados o conseguir victorias es un gran juego corto, especialmente con el putter en las manos. Desde los profesionales al más mediocre de los aficionados deben sacar de bunker, aprochar o patear como auténticos magos si quieren bajar el handicap o ganar en el PGA Tour, dependiendo del caso. Ahora bien, remitiéndonos a las estadísticas, este dicho popular en cualquier campo de golf podría caer por su propio peso.
Echando un vistazo a la clasificación final de la FedEx Cup podemos ver que Brandt Snedeker, primer clasificado, es también el líder en «Strokes Gained Putting», estadística que mide el rendimiento en los greenes de un modo comparativo entre los jugadores. Pero eso no significa, ni mucho menos, que haya sido el jugador más regular de la temporada ya que hay varios que han conseguido el mismo número de victorias que él o más, o incluso mayor cantidad de top 10 a lo largo del año. Y llama poderosamente la atención comparar sus resultados con sus números en los greenes:
Rory McIlroy: 4 victorias y 80º en «Strokes Gained Putting»
Tiger Woods: 3 victorias y 36º en «Strokes Gained Putting»
Jason Dufner: 2 victorias y 78º en «Strokes Gained Putting»
Dustin Johnson: 1 victoria, diez top 10 y 41º en «Strokes Gained Putting»
Justin Rose: 1 victoria, ocho top 10 y 128º en «Strokes Gained Putting»
Todos estos jugadores, sin querer entrar en un agravio comparativo, han rendido a un nivel superior o muy similar al de Snedeker a lo largo de la temporada y se podría decir que han sido de los que mejor han jugado en 2012, sin embargo, sus números en los greenes han dejado bastante que desear. Echando un vistazo al resto de ganadores de majors este año, el comportamiento es muy similar: Bubba Watson, Webb Simpson y Ernie Els han finalizado 158º, 56º y 114º en «Strokes Gained Putting», respectivamente.
Es en este punto donde se hace evidente que patear, de entre todas las facetas que requiere un buen golfista, es la más aleatoria e incontrolable. Jason Dufner no lo hizo mal en los greenes en ninguna de sus dos victorias este año, por no hablar de que Webb Simpson o Ernie Els, durante las dos semanas en que ganaron sus respectivos grandes, se mostraron grandiosos pateando. Ninguno de ellos varió su entrenamiento ni planificación para que durante aquellas fechas fueran capaz de meter todos y cada uno de los compromisos que se dejaron en sus vueltas, simplemente sucedió. Porque a la hora de patear entran muchos factores en juego que no influyen en el juego largo: tipo de hierba, pendiente de los greenes, altura de corte o incluso la inspiración que tengan los jugadores a la hora de leer las caídas. Todo eso no cuenta a la hora de plantarse en el tee de salida, clavar el tee en la hierba y pegar un drive recto y potente, y es a lo que se refería Ben Hogan cuando decía: «No hay ninguna similitud entre el golf y patear; son dos juegos completamente distintos porque uno se juega en el aire y otro en el suelo». Y por si no se ha notado, es algo no se le daba precisamente bien.
Fijarse a largo plazo en el rendimiento en los greenes es una buena referencia cuando hablamos únicamente de los primeros clasificados, auténticos prodigios que siempre se las apañan para recortar golpes al campo cuando están cerca del hoyo –como Snedeker o Luke Donald– y que basan gran parte de sus opciones en esta faceta del golf. Sin embargo, a la hora de medir la capacidad para ganar o realizar resultados bajos con cierta regularidad hay otros datos mucho más reveladores y que ha menudo han sido nombrados bajo la denominación de «ball-striking», o la calidad del impacto en la bola. Tiger Woods es el jugador que más greenes coge cuando se encuentra entre 150 y 175 metros del hoyo; Rory McIlroy es sexto en este apartado y Jason Dufner es séptimo.
Este razonamiento se puede aplicar también a jugadores aficionados, que en la mayoría de ocasiones califican como «patear mal» a hacer 3 putts por green o no embocar los más cortos (a metro y medio del hoyo). Sin embargo, a medida que se reduce el handicap de juego, se suele hacer evidente que la habilidad adquirida está más relacionada con los greenes en regulación por vuelta que con la capacidad de embocar putts de cinco metros para par.
Rory McIlroy comentó hace unos meses: «Se suele decir que el juego corto es quien te da la victoria en los torneos, y no es el caso», mientras que Jack Nicklaus, ante estas palabras, sentenció: «Estoy de acuerdo con él. No solía practicar mi juego corto porque si sentía que podía coger 15 greenes en una vuelta, llegar de dos golpes a dos pares 5 y meter los putts de menos de tres metros, ¿a quién le importaba donde dejaba mis chips?» En conclusión, ¿es importante el juego corto? Por supuesto. ¿Es la gran clave para realizar buenos resultados? En la mayoría de casos, no.
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