Lo escuchamos todas las semanas en boca de algunos de los mejores del mundo: “Ganar es muy complicado”. Y tienen razón. Quitando a Tiger Woods, resulta imposible afrontar la idea de un jugador ganando uno de cada cinco torneos en los que participa, un veinte por ciento. Por eso cuando uno de ellos es capaz de marcarse una meta tan compleja y lo consigue, reconocemos inmediatamente su talento. Nos sucedió con Luke Donald hace un año, cuando necesitaba la victoria en la última prueba del PGA Tour para llevarse la lista de ganancias, o con Rory cuando arrasó un diseño de Pete Dye para conseguir su segundo grande. No solo fueron capaces de ganar, sino que lo hicieron cuando lo necesitaban. Cuanto mayor fue la presión que afrontaron, mejor fue su rendimiento.
En la otra punta del mundo, una niña de quince años rechazó una invitación a jugar el Volvik RACV Ladies Masters, el primer torneo del año en el Ladies European Tour. Parecía imposible leer la noticia en voz alta y no abrir los ojos desproporcionadamente. ¿La razón? Estaba preparándose para jugar el Abierto de su país, y por primera vez en su efímera carrera quería dar lo mejor de sí misma ante su público. Lydia Ko, quince primaveras, número uno del mundo amateur, dos victorias profesionales y ni un corte fallado en sus once apariciones entre las mejores. El curriculum es tan espectacular que asusta y lleva a pensar qué será de ella cuando tenga veinticinco y eche la vista atrás, intentado buscar los años en que una chica normal salía los viernes con sus amigas. Pero ella es distinta, y para muestra un botón.
Ko pasó toda la semana preparando su asalto al Clearwater Golf Club y tras dos jornadas disputadas del ISPS Handa New Zealand Women’s Open su nombre ocupa la primera posición de la tabla. Que no nos despisten los años o las circunstancias. Está haciendo lo mismo que Donald en el Children’s Miracle Network Hospitals Classic o que Rory cuando se percató de que podía ganar cualquier torneo en el que participara. Se marcó el objetivo de ganar antes su gente y está a solo 18 hoyos de conseguirlo tras entregar una tarjeta con 68 golpes en la segunda jornada. Su global de menos seis solo ha sido igualado por la surcoreana Seon Woo Bae, que firmó la mejor vuelta del día con 64 impactos.
Es difícil predecir qué será de ella en un futuro lejano. Como dijo Suzann Pettersen cuando ganó el Abierto de Canadá, “el problema es que (Lydia) no sabe dónde está”, y probablemente no tenga ni idea. Es lo fantástico de sus registros. Ella sale a jugar como si lo hiciera en cualquier campeonato amateur. “Solo busco no molestarlas y jugar mi propio golf”, dijo el jueves en rueda de prensa. Inmersa en una burbuja y ajena a todo lo que rodea al deporte, Lydia tiene la oportunidad de hacer algo que la mayoría de jugadoras no se atreven ni a soñar. Y eso, con quince años, no deja de ser la definición de un talento terrorífico.
Giulia Sergas es tercera en la tabla con un global de menos cinco, a solo un golpe del liderato, mientras que Nikki Campbell es cuarta con menos cuatro. Stacey Keating, Amelia Lewis, Min Sun Kim y una Belén Mozo en un gran estado de forma son quintas con menos tres. En el caso de la española, afrontará mañana su primera oportunidad de victoria esta temporada. Beatriz Recari y Carlos Ciganda son vigésimo segundas con el par, mientras que María Hernández es trigésimo octava con mas dos.
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