La primera jornada de la Ryder Cup ha sido una historia de dos sesiones de juego, tomándole prestado el título a Dickens. La jornada matinal de fourballs del viernes llegaba con algunas sorpresas. Algunas intrascendentes e incluso divertidas, como la equivocación de Ivor Robson, el impecable starter, en el tee al anunciar el primer golpe de la Ryder. Otras eran más preocupantes, al menos para el equipo europeo. El mal rendimiento de Poulter (aunque su temporada no ha sido para tirar cohetes) y de Gallacher y la derrota (posible, pero inesperada) de la contundente pareja formada por Sergio García y Rory McIlroy ensombrecían las decisiones iniciales tomadas por el capitán McGinley, que por la tarde decidió seguir confiando en dos de sus parejas (Rose-Stenson, vencedores por la mañana, y McIlroy-García) y arriesgar poniendo en juego en sus otros dos novatos en la modalidad más comprometida, los foursomes o golpes alternos.
Y tanto Donaldson como Dubuisson salieron reforzados de esta prueba de fuego, aportando calidad, frescura y buen juego, complementando a Westwood y McDowell y ofreciendo dos caras muy distintas y dos maneras de lograr su objetivo. El galés, con exuberancia y garra, en la línea marcada por jugadores como Poulter o McDowell en la Ryder; el francés, siendo Dubuisson, con ese aire de genio despistado que ni siente, ni padece, pero que cuando toca entrar a matar, mata.
Y mientras McGinley buscaba soluciones haciendo cambios, Watson conservaba a dos de las mejores parejas matinales (Walker-Fowler y Bradley-Mickelson) y las complementaba tirando de banquillo de veteranos y aparcando sorprendentemente a quienes más vida habían dado al equipo estadounidense por la mañana, Reed y Spieth, la pareja más contundente en el turno de fourballs. El mismo Tom Watson sonreía al explicar que Reed y Spieth, los novatos que quieren comerse el mundo, se habían «enfadado» con él por no jugar por la tarde… y seguro que a medida que avanzaba el día, Watson se habrá acordado de esa conversación.
En la primera partida de la tarde Westwood ponía la estabilidad y Donaldson, la chispa. Después de un comienzo igualado y de conceder el hoyo 3, el equipo europeo volvió las tornas con un gran birdie en el 6 y a partir de ahí no miraron atrás, pese a que los estadounidenses tuvieron la oportunidad de empatar y llegaron al 18. Al final, 2 arriba para el combinado británico y una sonrisa de oreja a oreja de Donaldson, que disfrutaba de la victoria con la ilusión de un niño.
«Menuda experiencia. Es increíble jugar en mi primera Ryder con Lee y contra jugadores de calidad como Kuchar y Furyk», decía un Donaldson exultante y con ganas de abrazar a todo el que se cruzara con él.
Por detrás, Justin Rose y Stenson empezaban pisando fuerte, con dos birdies consecutivos, y dominaron el partido en todo momento (fueron por delante en 13 de los 17 hoyos) pese a la enconada resistencia de Mahan y Zach Johnson, que llegaron a empatar el partido en el joyo 14. El sueco declaraba que no estaba del todo contento con su juego de por la mañana, pero por la tarde anduvo más fino. Ahí están los resultados: dos de dos para la pareja Rose-Stenson, una dupla que no creemos que McGinley se atreva a romper.
El tercer partido de la tarde quizá fuera el del morbo, ya que una segunda derrota consecutiva de McIlroy y García, al margen del posible efecto psicológico, seguramente serviría para traer a la luz incómodas comparaciones históricas. El vaquero Sutton, artífice de aquel desastroso emparejamiento entre Woods y Mickelson en la Ryder de 2004 en Oakland Hills, se parece poco a McGinley y la química entre los europeos tampoco tiene nada que ver con la de los astros estadounidenses. Por otro lado, refranes como «no pongas todos tus huevos en el mismo cesto» son poco aplicables en una competición por equipos que reúne a veinticuatro de los mejores golfistas del mundo. No hay que perder la perspectiva, que no estamos hablando de unos cualquiera.
Pero reconozcamos que morbo había, acrecentado por la montaña rusa en la que se convirtió el partido en su primer tramo. Los europeos alternaban hoyos brillantes con desastres y algunos problemas desacostumbrados desde el tee, pero los americanos tampoco terminaban de rematar. Sin embargo, Fowler despertó y las dificultades para los europeos con las salidas persistían, con lo que McIlroy y García se fueron cavando poco a poco un hoyo del que les iba a resultar difícil salir. Para ello tuvieron que encadenar tres birdies consecutivos, dos de ellos heroicos, instantes Ryder en estado puro. En el 17, McIlroy enchufaba un putt espectacular de larga distancia después de una buena salida de Sergio en este par 3, y en el 18 los «monos» de Gleneagles se aliaban con los nuestros al hacer que la salida de McIlroy rebotara en un árbol y la bola quedase en una buena posicion. Eso sí, el golpe que Sergio ejecutó a continuación fue una obra de arte, un híbrido al cielo sorteando un árbol, volando y cerrando lo justo hasta alcanzar el fondo del green. Desde ahí, McIlroy estuvo a punto de lograr el eagle y los americanos no lograron el birdie que les hubiese dado el punto, con lo que la superpareja europea restaba medio punto que quizá sea la recompensa más escasa de toda la tarde, pero que vale tanto como un punto entero.
«Después del putt de Rory en el 17 sentía que tenía que hacer algo. Tuvimos suerte con el árbol, la bola se quedó bien en el rough y pude pegar un buen golpe desde 229 yardas con algo de viento. Tenía que asegurarme de que mi compañero tuviera la oportunidad de tirar el putt y ganar el hoyo», declaraba un exultante García después de culminar la remontada.
Y como fin de fiesta, Victor Dubuisson y Graeme McDowell, la extraña pareja que ha forjado una espectacular relación en los días previos al comienzo de esta Ryder, dominaban desde el primer momento a Phil Mickelson y Keegan Bradley, los «cocos» estadounidenses. McDowell cerraba el partido con un espectacular putt en el 18 y los dos europeos se deshacían en elogios mutuos, una muestra más de la perfecta compenetración que han alcanzado el atípico francés y el corajudo norirlandes.
Después de las emociones llega la reflexión y la tensa espera hasta la siguiente tanda de partidos. De momento, McGinley sale de esta primera jornada sabiendo que le han funcionado cinco de sus seis dúos (con distintos matices) y hará un leve retoque cambiando a Sergio por Poulter como pareja de baile de Rory, a priori una buena idea para recuperar al héroe de Medinah. Mientras tanto, Tom Watson se ha visto obligado a echar mano de la imaginación para buscar nuevas permutaciones en un conjunto que parece menos flexible para combinar sus piezas, y cambia dos de sus parejas además de hacer descansar a Mickelson y Bradley por petición del as zurdo. Eso sí, seguro que Reed y Spieth no le tienen que recordar a partir de ahora que están ahí para lo que quiera…
Rose/Stenson contra Kuchar/Watson
Donaldson/Westwood contra Furyk/Mahan
Björn/Kaymer contra Reed/Spieth
McIlroy/Poulter contra Walker/Fowler
Donaldson-Westwood ganan 2up Furyk-Kuchar
Rose-Stenson ganan 2&1 a Mahan-Johnson
García-McIlroy empatan contra Fowler-Walker
Dubuisson-McDowell ganan 3&2 a Mickelson-Bradley
Rose-Stenson ganan 5&4 a Watson-Simpson
Björn-Kaymer empatan con Fowler-Walker
Gallacher-Poulter pierden 5&4 con Spieth-Reed
García-McIlroy pierden 1down con Mickelson-Bradley
Bubba Watson Gleneagles Graeme McDowell Henrik Stenson Hunter Mahan Ian Poulter Jamie Donaldson Jim Furyk Jimmy Walker Jordan Spieth Justin Rose Keegan Bradley Lee Westwood Martin Kaymer Matt Kuchar Patrick Reed Paul McGinley Phil Mickelson Rickie Fowler Rory McIlroy Ryder Cup Ryder Cup 2014 Sergio García Stephen Gallacher Thomas Björn Tom Watson Victor Dubuisson Webb Simpson Zach Johnson
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