Tras las dos primeras vueltas en Hamilton Golf & Country Club, Robert Garrigus avisaba de que sería muy difícil ganarle esta semana en el RBC Canadian Open si pateaba bien. El sábado pateó como los ángeles especialmente desde distancias largas y acabó consiguiendo el liderato a falta de la última jornada. En los últimos 18 hoyos sin embargo, parecía otro jugador con otro putt fallando innumerables ocasiones de birdie que desperdiciaba una tras otra. Sincero ante los micrófonos, consideraba que sólo él había tirado por la borda la victoria que acabó llevándose Scott Piercy: «Debería haber ganado este torneo por siete golpes. Todo el mundo lo sabe».
Se refería Garrigus a que es imposible vencer en el PGA Tour fallando ocho putts de tres metros de distancia. Su juego era una eterna repetición. Cada hoyo era una réplica exacta del anterior. Salida larguísima, golpe a green y putt fallado. Y así una y otra vez. De hecho, no consiguió su primer birdie hasta el hoyo 15 tras 14 pares consecutivos. En el 16 volvía a ponerse al par con tres putts y cuando todo el mundo pensaba que aprovecharía su potencia desde el tee para alcanzar el green del par 5 del 17 en dos, empezó a cometer errores en cadena. Mala salida, golpe intentando recuperar calle que se cruza la misma y acaba en rough, tercer golpe pesado, approach y putt.
Mientras completaba Garrigus su eterno y errático hoyo 17, Scott Piercy entregaba el resultado más bajo del torneo (-17) tras una última vuelta de 67 golpes (-3) en la que aunque tampoco mostró su mejor nivel de la semana, se las apañó para sacarse un birdie mágico en el 15 con un chip en la parte posterior del green que no sólo le hacía recuperar el golpe perdido en el hoyo anterior sino que le acabó dando la que es su segunda victoria en el PGA Tour.
Comenzó Piercy el día obligado a atacar al salir a dos golpes del líder Garrigus y vaya si lo hizo. Tras hacer par al 1, completó con birdies los siguientes cuatro hoyos para coquetear por momentos con la primera plaza. Él y sus rivales llegaron empatados en el ecuador de esta cuarta jornada por méritos propios pero de repente, parecía que nadie quería embocar un putt. Las bolas que en los tres días anteriores entraban por todo el centro del hoyo, esta vez se quedaban cortas. En Piercy, Garrigus, McGirt y casi todos los aspirantes a la victoria.
Tal vez cansado de quedarse corto, en el 15, William McGirt, líder en solitario en gran parte de los nueve segundos hoyos, tiró contundente un putt largo y se pasó más de 4 metros. No metió la vuelta y volvió a poner un triple empate en la clasificación. Si hacía birdie en el 18, la victoria sería suya. Si hacía par, playoff con Piercy, al que también se incorporaría Garrigus si conseguía también el birdie.
Y finalmente ni una situación ni la otra. McGirt no consiguió hacer la recuperación tras irse al búnker en su segundo golpe y firmaba bogey. Garrigus debería embocar su putt de 5 metros para irse al desempate de Piercy, pero cuando el putt no funciona, no lo hace ni cuando te juegas casi un millón de dólares, visita al Masters de Augusta 2013 y PGA Championship y Bridgestone Invitational de las próximas semanas. Todos estos privilegios, serán para Piercy.
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