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Zona Pro

Gonzalo Fernández-Castaño: «Yo fui el que complicó la temporada más de lo debido»

Israel Sastre | 03 de diciembre de 2014

A pesar de venir directamente de un atasco en las concurridas calles de Miami, Gonzalo Fernández-Castaño nos recibe por teléfono con la amabilidad y el buen talante del que siempre hace gala cuando habla con los medios. Durante más de veinte minutos estuvimos repasando la temporada pasada y otros temas que os dejamos transcritos en esta entrevista.

¿Pensabas que iba ser tan complicada la adaptación al circuito americano?
Yo pensé que iba a ser complicado, pero he sido yo el que lo he complicado de más en un año en el que por una cosa o por otra no he jugado nada bien. Una semana era un palo y a la siguiente otro y no he podido alcanzar mi nivel. Es verdad que soy un jugador bastante irregular, pero sé que voy a tener dos o tres semanas al año en las que voy a jugar bien y lamentablemente este año no ha ocurrido. La única decente fue la semana de Canadá y no lo hice muy bien con el putt tampoco, aunque es verdad que a partir de ahí la cosa fue mejor y los playoff de la FedEx Cup no estuvieron mal. Al final logré mantener la tarjeta que está muy bien y ha salvado la temporada, pero mirando los números ha sido lamentable. Solo he hecho un top 10 y eso es tener un mal año con 34 torneos jugados.

¿En dónde has encontrado los mayores problemas durante la temporada a la hora de adaptarte al PGA Tour?
Son muchas cosas. Por ejemplo, la adaptación a los campos lleva un tiempo. En el PGA Tour, a pesar de que son parecidos entre sí, son muy diferentes a los que juegas en Europa y hay una cosa que por lo menos a mí me afecta mucho: cada semana parece que juegas en una hierba distinta tanto en los greens, como en los antegreens y en el rough. Pero yo creo que la clave ha sido diferente en cada momento, y tiene más que ver con mi juego. Por ejemplo, las primeras semanas me costó mucho meter la bola en calle hasta después del Open de España, cuando me pasé por Madrid y cogí mi driver antiguo con el que jugaba desde el 2008, y a partir de ahí la cosa fue mejor. Luego fueron los hierros, luego el putt, luego el approach y, al final, el efecto bola de nieve. Al principio juegas relajado porque hay muchos torneos por delante y a medida que avanzas la tensión se nota y estás con el brazo más encogido.

Estabas entre los 50 mejores del mundo y ahora estás a punto de salir del top 100. ¿En algún momento te arrepentiste de venirte a EE. UU.?
No, nunca, mi sueño siempre ha sido jugar en el PGA Tour y tenía la oportunidad y no quería dejarla pasar. Lo cómodo hubiera sido estar en el European Tour, que era mi zona de confort, pero para mejorar hay que arriesgar. Hubo momentos en que sí se hacía duro, el problema del golf es que entre golpe y golpe tienes mucho tiempo para pensar, y en los momentos difíciles sí que alguna vez piensas si merece la pena la apuesta de habernos venido hasta aquí, la familia, etc. Al final era una apuesta grande y daba rabia quedarnos por el camino, pero la cosa ha salido bien y estoy muy contento.

En cualquier caso, ha sido una temporada muy dura y larga.
Realmente dura. Es el primer año que combinaba los dos circuitos y se me ha ido de mano en la medida en que he jugado 34 torneos. No recuerdo algo así en mis 10 años de profesional. No he tenido dos semanas libres seguidas en todo el año y creo que necesitas dos semanas al menos para recargar pilas, dejar los palos y poder estar con la familia. El tramo ese que jugué de nueve semanas seguidas jamás lo he hecho antes, es de locos.

El inicio de esta temporada tampoco ha sido bueno. ¿Estás preocupado vistos los antecedentes?
Sí tengo un poco la mosca detrás de la oreja porque después de jugar bien en el Barclays y en general los dos playoff de la FedEx tenía ilusión por hacerlo bien en estos primeros torneos del año, pero siendo honesto creo que venía con el cansancio acumulado de esos treinta y tantos torneos y llegas con las pilas muy justitas. Así que por un lado decepcionado, aunque echando la vista atrás creo que estaba saturado y estas ocho semanas de descanso que tengo ahora me van a venir muy bien para trabajar y, sobre todo, ponerme bien físicamente.

Con lo complicado que ha sido el año pasado, aun así has decidido conservar la tarjeta del European Tour.
Primero es una forma de agradecérselo, ya que el jugador que soy se lo debo al European Tour. Sé que es un esfuerzo importante al estar fuera de los cincuenta mejores del mundo ya que salgo de los majors y los WGC, pero a ver si consigo asegurar la tarjeta aquí pronto y puedo compaginar bien los dos circuitos. Por otro lado está el tema Ryder que se empieza a puntuar a finales de agosto y perdería muchos meses de puntos si no estuviera compitiendo.

¿Se nota toda la hornada de grandes jóvenes jugadores del PGA Tour provenientes del Web.com Tour que viene con mucha hambre?
Se nota, porque al final es verdad que la cantera es muy fuerte aquí en USA, pero creo que también pasa en Europa. Fíjate Renato Paratore, que casi gana la escuela de clasificación. Manassero, Fleetwood, Olesen, el mismo Rory sin ir más lejos, de esos hay muchos. Pero es verdad que cada vez vienen más, mejores y pisando fuerte y los que estamos ya en la treintena o nos ponemos las pilas o nos pasan por la derecha.

En tu estancia allí, de los jóvenes, ¿quién te ha impresionado más?
A mí uno de los tíos que más me ha impresionado ha sido Jason Day. La primera vez que jugué con Day me quedé muy impresionado de cómo le pega a la bola. Otro también es Jordan Spieth, pero me impresiona más como le pega Day que Spieth. Si a Day le respetan las lesiones, seguro que es el próximo australiano en llevarse un major.

¿Qué objetivos te pones este año?
Espero que no sea un año tan largo como el 2014 (risas), aunque tiene pinta de que sí. Tengo la sensación de que en el European Tour es más fácil hacerte un calendario, hay torneos que no tienen tanto nivel y que puedes obviar, pero en el PGA Tour cada semana estás jugando torneos de cinco, seis millones de dólares y parece que cada vez que no participas estás perdiendo una oportunidad de oro.

¿Cómo has vivido desde allí toda la polémica surgida en torno al equipo americano de la Ryder?
Fue mi primera Ryder viviendo en suelo americano y fue muy raro por los horarios, porque empiezan a las dos de la mañana de la costa este. Tuve la suerte de venir con jet lag y lo vi prácticamente entero. Luego, cuando vi la rueda de prensa de Mickelson pensé: “ahora es cuando empieza la Ryder de verdad” (risas). He tenido la suerte de hablar con alguno de los jugadores que estaban en esa mesa durante la rueda de prensa y por lo visto se pegaban todos golpecitos y codazos en plan: “la que se viene encima”. Yo creo que Mickelson se equivocó en el momento y en el lugar, también Watson creo que cometió errores como capitán, pero creo que no era el momento. Tienen que cambiar muchas cosas en el equipo americano, no solo la selección del capitán sino también la del equipo. No tiene sentido que ni Chris Kirk ni Billy Horschel, los tipos más en forma en septiembre, no estuvieran en Gleneagles. Para plantar cara al equipo europeo van a necesitar algo más que la comisión esta que han montado.

¿Qué echas de menos de España y del circuito?
En el terreno personal nos hemos adaptado bien. Los niños están felices en Miami y de verlos tan contentos nosotros también estamos contentos. Hemos tenido la suerte de que han venido muchos familiares y amigos a vernos y al final eso es lo que más se echa de menos. Todo eso ha ayudado a que todo vaya más fácil, pero echamos de menos Madrid, la comida, el Atleti, aunque no los telediarios ni la política. Y en el aspecto deportivo se echa en falta la camaradería del European Tour. La gente es muy simpática, en el campo de golf y dentro del campo hay plan, pero más allá del golf no lo hay. No quedas a cenar, cada uno va un poco a su bola. Es verdad que en el Circuito Europeo todos vamos a los mismos hoteles y si no tienes plan, bajas al restaurante del hotel y siempre hay alguien con quien cenar, pero aquí cada uno tiene su propio coche y va a casas alquiladas, hoteles diferentes, además suelen ir con las familias y se montan su propio plan y sí que se echa de menos esa relación. De todas maneras, el que el año que viene estará por aquí es Francesco Molinari, que es amigo mío desde los catorce años y sé que haremos mucho plan juntos, alquilaremos casa juntos, etc. Además, nuestras mujeres e hijos se llevan muy bien así que estoy muy contento.

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