En lo que llevamos de año, la mejor vuelta de Gonzalo Fernández-Castaño en el PGA Tour ha sido de 68 golpes (tercera jornada del Honda Classic). Por sí solo, ese dato no es malo, teniendo en cuenta que su media durante el 2013 fue de 70,8. El problema del madrileño en este inicio de curso no ha estado tan relacionado con el potencial para entregar buenos resultados, sino con lo que ocurría entre dos buenos días. Le hemos visto superar ampliamente el par del campo en recorridos exigentes como Torrey Pines o Doral, pero también en otros no tan complejos como el TPC de Scottsdale. En general, podríamos calificar su inicio de curso como complejo.
Y es normal, teniendo en cuenta todos los cambios que ha estado afrontando en 2014. Una mudanza a Florida, un calendario diametralmente distinto, nuevos campos en los que competir, aspiraciones renovadas… La vida de Gonzalo es diferente en muchos aspectos a la de hace doce meses, y es normal que eso se refleje en el golf; al menos durante un tiempo.
Ese período de adaptación podría estar llegando a su fin esta semana, durante el Arnold Palmer Invitational. Fue el torneo en que consiguió un tercer puesto la pasada campaña, el anticipo de un sólido Masters (vigésimo) y un US Open (décimo) que rompía con una mala racha: él también estaba listo para triunfar en las grandes citas. En Bay Hill se abrió la que probablemente sea la etapa más fructífera de su carrera profesional, aunque no contara con victorias en los registros. Un jugador que era capaz de ganar en Europa (hasta en siete ocasiones) se marchaba a Estados Unidos para medirse a los mejores y se demostraba a sí mismo que estaba preparado para ello.
Era un campo distinto al de estos días, más húmedo y asequible por las recientes lluvias. Los buenos recuerdos, sin embargo, parecen intactos, ya que en sus primeros dieciocho hoyos, Gonzalo acumuló hasta ocho birdies. Y no lo hizo por brillantes recuperaciones alrededor de green o un gran día con el putter en las manos, sino a base de justo lo que echaba en falta en este inicio de curso: regularidad. Apenas ganó golpes pateando en el evento de Palmer, sino que su 66 en esta primera jornada (menos seis) se fraguó de tee a green.
Y es que jugando desde la calle y contando con la posibilidad de atacar banderas, todo resulta más sencillo. Fueron tres aciertos por los nueve primeros, con dos bogeys, y otros cinco por los segundos; birdies en pares 3, pares 4 y pares 5. Ese, de entre todos los datos que existen en el golf, irradia buenas sensaciones.
Comenzó en Bay Hill hace un año y podría comenzar de nuevo esta semana. No lo olvidemos: Gonzalo se fue allí para ganar frente a los mejores y tener un acceso más claro y evidente a las citas importantes. A pesar de este inicio de temporada, el mismo jugador que contaba con objetivos tan ambiciosos sigue ahí, esperando elevar de nuevo el listón dentro de veinte días en Augusta.
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