«El estado de forma es temporal; la clase, permanente». Este es uno de los mantras-lugares comunes-tópicos que suelen sobrevolar el mundo del deporte, pero no por manido deja de ser cierto. Si alguien dudara a estas alturas de la clase de Gonzalo Fernández-Castaño, cabría pensar que ha estado relegado en otra dimensión desde hace un buen puñado de años.
El español está viviendo uno de los momentos más comprometidos de una carrera en la que ya ha superado un buen número de obstáculos (alguna en forma de lesión peligrosa) y su discurso durante las últimas semanas no parecía excesivamente halagüeño. Sin embargo, Fernández-Castaño afronta el día a día de cara y sin esconderse ante las dificultades. Por eso, semana tras semana, sigue buscando su suerte en el PGA Tour, el circuito por el que ha apostado, y por eso es especialmente satisfactorio verle metido entre los diez mejores en el Abierto de Canadá, un resultado que podría acercarle a la renovación de su tarjeta.
En la segunda jornada, el madrileño alternaba aciertos y errores en la primera mitad del recorrido para después encadenar una espectacular racha de cuatro birdies en cinco hoyos a partir del hoyo 10, la culminación concentrada de muchos esfuerzos y sufrimientos. Pero cuando ya miraba a lo más alto de la clasificación una mala salida en el hoyo 16 llevaba su bola al agua y Fernández-Castaño firmaba un duro doble bogey que parecía cortarle las alas. Sin embargo, el español respondía con un magnífico primer golpe, un par 3 corto pero defendido por agua, y lograba un birdie que exorcizaba en parte sus demonios y lo mantenía en la novena plaza.
Fernández-Castaño comparte dicha posición con otros ilustres como Matt Kuchar y Greg Chalmers y se encuentra a cuatro golpes de los líderes, los estadounidenses Jim Furyk, uno de los jugadores más en forma esta temporada (y que fue cuarto en el Open Championship) pese a no haber logrado aún ninguna victoria, y Tim Petrovic.
Furyk cerraba su vuelta con dos birdies en los cuatro últimos hoyos del Royal Montreal Golf Club para igualar el récord del campo, una marca que también consiguió ayer el local Graham DeLaet, aspirante a convertirse en el primer ganador canadiense en los últimos 60 años y es tercero con -8. Junto a DeLaet, el estadounidense Kyle Stanley y, con un golpe más, un cuarteto en el que destaca Graeme McDowell, otro de los que al olor de la Ryder ha pisado a fondo y ha afinado su juego.
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