El pasado 7 de diciembre, coincidiendo con la celebración del Omega Dubai Ladies Masters, se anunciaba el nombramiento de Ivan Khodabakhsh como nuevo director ejecutivo del Ladies European Tour, un puesto que ocupará a partir de enero del año entrante.
Así se ponía fin al incómodo interregno que comenzó en marzo de este año, cuando la española Alexandra Armas, su antecesora, anunciaba que dejaba el cargo. Pese a la sorpresa inicial y a la corrección de las palabras de la canaria al anunciar que se hacía a un lado, en su decisión pesó el desgaste al que la han sometido algunas de las principales exponentes del circuito, jugadoras veteranas que han pasado del elogio al ataque inmisericorde en no demasiado tiempo.
Además de estos ataques más o menos velados, la difusión de unos correos electrónicos anónimos en los que se criticaba abiertamente la gestión y administración del circuito (centrándose en las escasas bolsas de premios y en la calidad de la cobertura televisiva y la página web del LET, entre otros asuntos) generó un ambiente difícilmente soportable.
Al mismo tiempo que se producían estas maniobras entre bastidores, el LET parecía incapaz de sacar partido a uno de los mayores éxitos de su historia, el triunfo en la Solheim Cup de 2011 en Killeen Castle, y el proceso de elección de la sede de la Solheim 2015 (con plazos marcados y anunciados a bombo y platillo) ha estado regido por la opacidad, los retrasos injustificados, las negociaciones bajo cuerda a varias bandas y las propuestas de última hora. Y aunque Mark Casey, director europeo de la Solheim Cup, fuera el responsable en última instancia del proceso puesto en marcha en 2010 y Alexandra Armas tuviera poco que ver, el enmarañamiento progresivo de la decisión no habrá aportado demasiada paz a la máxima mandataria del circuito.
Pero al margen de la polémica las cifras son innegables: Alexandra Armas llegaba en 2004 a la jefatura del Ladies European Tour con solo 31 años, en una decisión que en su momento sorprendió pero que no tardó en dar frutos. En aquella época, el puesto de director ejecutivo del LET era al tiempo “sillón caliente” y “regalo envenenado”, y había estado ocupado por 14 personas desde 1979 hasta 2004 (para que sirva de referencia, en ese mismo periodo, el European Tour estuvo regido únicamente por Ken Schofield, relevado por George O’Grady en 2004).
Graduada de Wake Forest, inexperta a ojos de algunos pero con muchas ganas de aprender, Alexandra Armas impulsó la profesionalización de todos los estamentos del circuito, estableció sólidos vínculos con los organismos que rigen el golf mundial y desarrolló la internacionalización del LET, además de estrechar lazos con federaciones y patrocinadores. Los resultados no tardaron en verse: de los 15 torneos del LET que se celebraron en 2004 se pasaron a los 28 de 2008. Aunque en los últimas temporadas la cifra se ha estabilizado en torno a las 25 pruebas, hay que sumarles los 13 torneos del LET Access Series, el joven circuito de promoción que ofrece un buen número de opciones adicionales a las profesionales europeas.
La coyuntura actual no favorece la aparición de patrocinadores ni el refuerzo en las bolsas de premios, y el LET se ve sometido año tras año a un desgaste notable por la huida de sus mejores jugadoras al LPGA Tour, pero el cambio experimentado por el circuito mientras ha estado dirigido por Armas ha sido notable. Y no entramos en el efecto secundaria que su baja tendrá en las jugadoras españolas, que además de una “jefa” pierden a una confidente y a una amiga…
Entra en escena Ivan Khodabakhsh, sucesor de Alexandra Armas y elegido por la junta directiva del LET de manera unánime entre más de 100 aspirantes. Hasta hace poco, este directivo radicado en Suiza había sido director ejecutivo de la World Series of Boxing, competición internacional de boxeo por equipos que se apoya en la Asociación Internacional de Boxeo Amateur. Además, previamente había sido director de eventos para la European Athletic Association durante casi 8 años y su perfil “empresarial” parece encajar a la perfección con lo que buscaba el LET.
Pero la figura de Ivan Khodabakhsh es, cuando menos, controvertida. El ejecutivo se vio implicado a finales de 2011 en un caso de presunta venta de medallas en los Juegos Olímpicos de Londres, un caso investigado por el programa Newsnight de la BBC. Fuentes anónimas señalaron a Khodabakhsh como máximo responsable del intento de venta de varias medallas en los Juegos a deportistas de Azerbaiyán a cambio de una aportación de 9 millones de dólares a la World Series of Boxing, liga que él dirigía y que estaba auspiciada por la ya mencionada AIBA, rectora de los destinos del boxeo olímpico.
Pese a que la AIBA puso en marcha una investigación interna que exoneró de todas las acusaciones de la BBC a Ivan Khodabakhsh (en el siguiente enlace puede leerse el informe completo), llegaron los Juegos Olímpicos y la sospechosa actuación arbitral en algunos combates de boxeadores azeríes volvió a sacar a la palestra el escándalo.
Es evidente que el poder de convicción, la visión comercial y la experiencia profesional de Ivan Khodabakhsh han llevado a los responsables del LET a tomar una decisión que parece arriesgada a la vista de los antecedentes. El mismo Khodabakhsh declaraba hace unos días a Gulf News, el periódico más leído de los Emiratos Árabes Unidos, que las acusaciones “eran completamente ridículas y absolutamente falsas. Ofrecí al LET todas las pruebas. Hubo una investigación interna respaldada por la comisión de ética del Comité Olímpico Internacional. Tenemos los resultados de los Juegos Olímpicos y ya se ha visto recientemente la credibilidad que tiene Newsnight”. Con esta pulla Khodabakhsh se refiere al reciente escándalo sobre las acusaciones de abusos a menores a Lord McAlpine, un antiguo miembro del Gobierno de Margaret Thatcher, investigación que ha puesto en entredicho al programa de la BBC.
Sea como fuere, los responsables del LET e Ivan Khodabakhsh se enfrentan a un desafío más. Además de los retos inmediatos que plantea el circuito (aumentar su popularidad, multiplicar el impacto mediático, reforzar las bolsas de premios, contener la “fuga de cerebros”, etc.), estarán sometidos a un escrutinio adicional, interno y externo, a causa de esta sombra que se cierne sobre el ejecutivo recién fichado. El tiempo dará o quitará la razón, y los prejuicios en absoluto son buenos consejeros (y hay que recordar que Khodabakhsh no ha sido acusado formalmente de nada), pero habrá que estar atentos a la evolución de un circuito cuya número uno actual, no lo olvidemos, es una española.
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