Jason Dufner tenía por delante un putt de más de siete metros para conseguir su segunda victoria en el PGA Tour en tres semanas. La televisión indicaba, en una esquina de la pantalla, los veinticinco pies de distancia y justo debajo, su porcentaje de acierto este año: un diez por ciento. Cuando la bola cayó en el hoyo se consumó el verdadero cambio que ha vivido el americano desde que perdiera el pasado PGA Championship en los últimos tres hoyos. Dufner ahora sabe que puede ganar y lo está consiguiendo, sin necesidad de porcentajes.
No es una situación habitual. Un jugador se hace consciente de su potencial al alcanzar un objetivo fijado previamente, normalmente una victoria; no al perder un major en el último instante. Tanto el triunfo de Dufner en Nueva Orleans como éste en el Byron Nelson Championship tienen un valor añadido porque los sustentan una confianza cimentada en la derrota, en el saber hacerse más fuerte después de los golpes. Como si representara su propia historia a través de sus gestos en el campo, una vez embocó el putt, sacó el puño con rabia y esbozó una media sonrisa.
Si Rory McIlroy perdió el Masters el pasado año y se recuperó de forma milagrosa ganando el U.S. Open, el resurgimiento de Dufner no se queda nada corto y se pueden establecer similitudes entre ambos. No fue el estado de su juego ni su forma física los que fallaron, el problema estaba localizado en su confianza. Se trata probablemente de la parte más difícil de trabajar puesto que va ligada a los resultados, pero ambos jugadores aceptaron la derrota como el sino habitual del golfista profesional y siguieron trabajando para crearse una nueva oportunidad. La historia de Rory fue más mediática y le valió un grande, pero la de Dufner puede valerle una Ryder Cup. Actualmente es el número uno de la FedEx Cup y junto a Hunter Mahan, el único jugador que ha ganado dos veces este año.
El TPC Four Season se ha mostrado muy duro durante toda la semana. Al igual que hiciera Keegan Bradley el año pasado, el objetivo primordial para hacer un resultado bajo era, por encima de todo, evitar los bogeys. Un mal golpe podía desembocar en un hoyo desastroso y la seguridad desde el tee y hacia el green era el arma más afilada. Dufner ha rozado el 80% en calles y greenes en regulación durante estos cuatros días y mientras que el putter se ha confirmado como su talón de Aquiles, su juego largo le ha dado otra victoria en apenas un mes, y no parece haber fecha de caducidad para este estado de plenitud.
Es difícil imaginarse tres semanas mejores que las que ha vivido el americano, que contrajo matrimonio hace tan solo unos días. “Ganar dos torneos y casarse en 22 días es bastante extraordinario”, declaraba al finalizar el torneo. Pero lo verdaderamente impresionante es lo que comentaba unos minutos después: “Sabía que si hacía birdie ganaba y con un par iría a playoff, pero no me gustan demasiado”. Para un jugador que solía tener problemas de confianza, la recuperación no ha estado nada mal.
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