Justin Rose, número 5 del Ranking Mundial, pegó un drive de salida en el hoyo 18 del Abu Dhabi Golf Club que aterrizó suavemente en el centro de la calle. Pocos minutos después, cogió la madera 3 para sobrevolar los 230 metros que le separaban del green y, tras una rutina simple y relajada, ejecutó un impacto que dejó su bola a poco menos de dos metros de su objetivo. En el camino debió de dejar unos veinte bunkers y peligros diversos, desde el agua hasta un rough inusualmente alto. Un chip rutinario dejó su bola a centímetros del agujero. Era su séptimo birdie del día y define a la perfección la forma en que jugó al golf el inglés. Nueve de catorce calles, dieciséis greenes en regulación y, casi más importante, la sensación de que podía hacer el swing como quisiera.
“Cada vez que tenía el palo en las manos sentía que iba a pegar un buen golpe”, declaró Rose al finalizar. Su tarjeta, de 68 impactos, le sitúo en un global de menos doce, con dos golpes de ventaja sobre sus más inmediatos perseguidores. ¿Cómo se puede llegar a tal grado de precisión en el primer torneo del año? Para Justin parece sencillo, porque durante los últimos meses su confianza no ha hecho más que crecer como una gran bola de nieve que ahora está arrasando ahora en cada prueba que disputa. “La clave ha sido descansar”, comentó sobre sus vacaciones. “Sentir que no tenía que buscar nada durante estas semanas. Sabía que mi juego estaba ahí”. Y no le faltaba razón, porque el Rose que se está viendo esta semana es el mismo que ganó el torneo de exhibición celebrado por Turkish Airlines el pasado mes de octubre. Calle, green, putt y ausencia de errores.
Uno de los grandes protagonistas de esta semana, jugador de Nike Golf, no se llama Rory McIlroy ni Tiger Woods, sino Thobjorn Olesen. El danés firmó hace unas semanas su nuevo contrato y a diferencia del número 1 está llevando a cabo un torneo espectacular, probando aquel viejo dicho en el golf de que “no es el arco, sino el indio”. Si las estadísticas de Justin Rose parecen espectaculares, asómbrese con esta: un bogey en tres días de competición, en un recorrido que ha penalizado a los primeros clasificados con una media entre tres y cuatro por vuelta. Thobjorn es segundo clasificado, empatado con Jamie Donaldson con un global de menos nueve.
Durante la jornada final, esta habilidad del danés para evitar los grandes errores será clave. “No sé cómo hice menos veinticuatro para ganar en este campo”, declaró Martin Kaymer al finalizar su vuelta con 70 golpes. Y es que a pesar de tratarse del mismo diseño, las condiciones en que se ha presentado el recorrido son drásticamente distintas. Si Rose fue de la calle al green del hoyo 18 en apenas dos golpes, Gonzalo Fernández-Castaño necesitó de tres, incluyendo un espectacular approach y un contundente putt para terminar el día con 71 (uno menos). El español es quinto empatado en menos ocho, a cuatro golpes del líder, pero pudieron ser muchos más porque desde el hoyo 14 no cogió una sola calle ni un green en regulación (salvo el green del 18, que cazó tras un globo heroico). En lo que supuso una exhibición de juego corto y especialmente desde la arena, Gonzalo finalizó al par en esos últimos cinco hoyos. El camino a la victoria parece ser bien distinto al que siguió, pero esa habilidad puede resultar un arma poderosa en un día en el que todos tendrán la ocasión de fallar.
Jorge Campillo firmó 69 impactos y es decimotercero con menos cinco, en lo que podría ser otro fulgurante inicio de temporada del extremeño. Pablo Larrazábal y Alejandro Cañizares terminaron al par y ocupan la vigésimo novena posición con menos dos, mientras que Rafael Cabrera-Bello es cuadragésimo segundo con menos uno e Ignacio Garrido sexagésimo con mas dos. El jugador que lideró las estadísticas en greenes en regulación en el PGA Tour y European Tour en 2012 manda en la clasificación, y seguir la vía más segura hacia el hoyo será, esta semana más que nunca, un requisito imprescindible para un buen resultado final.
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