Se dice que en la Roma clásica, en los desfiles triunfales, junto a los generales victoriosos siempre iba un siervo cuya única misión era recordarle la naturaleza efímera de la gloria y de la vida humana para evitar que se envaneciese. «Recuerda que solo eres un hombre», le iba diciendo al oído a modo de advertencia, una frase que no sabemos si ayer pronunció Craig Connelly, caddie de Martin Kaymer. No hizo falta, porque el recorrido número 2 de Pinehurst, como todos los demás campos preparados por la USGA para acoger un US Open, son un recordatorio vivo y constante de la «mortalidad» de los jugadores de golf.
Aun así, Martin Kaymer sobrevivió a una jornada en la que solo dos golfistas consiguieron bajar del par del campo (los estadounidenses Rickie Fowler y Erik Compton, doble transplantado de corazón y perfectamente consciente, por tanto, de su mortalidad) y ninguno terminó sin bogeys. La invulnerabilidad de Kaymer se tornó en razonable falibilidad y los bogeys fueron salpicando su vuelta, aunque los compensara con golpes de genio (como el gran eagle en el 5 o el birdie con el que cerró el día). Al final, 72 golpes, +2 en el día, y -8 en el acumulado, cinco impactos menos que sus dos perseguidores.
Aunque se vio penalizado por alguna escapada desde el tee, su principal problema estuvo sobre los rápidos greens de Pinehurst, reafirmados por el paso de los días y la ausencia de agua desde el viernes por la noche. Pese a todo, Kaymer sigue entre los diez mejores de todas las categorías estadísticas importantes (calles cogidas, distancia con el drive, greens en regulación y putts totales), datos numéricos que reafirman la superioridad del alemán en todas las facetas del juego.
El alemán tiene clara la estrategia de cara a la última ronda: ni caso a los cálculos y ni una mirada a los retrovisores; vista al frente y a jugar con agresividad.
«El desafío será seguir adelante sin intentar defender nada. Si intentas defenderte, te falta libertad. No haces el swing con la misma libertad y ese será el desafío. Ya veremos cómo reacciono, cómo está el cuerpo y cómo manejo la situación», explicaba Kaymer en la rueda de prensa posterior a su vuelta.
A su favor, la «relativa inexperiencia» de los ocho jugadores que están a ocho golpes o menos del liderato, encabezados por Fowler, recién salido de una remodelación completa de su swing junto a Butch Harmon, y Erik Compton, procedente de las previas regionales y sin duda la historia del torneo. En sus propias palabras, su actitud luchadora hace que los recorridos estilo US Open encajen de maravilla con su juego.
«Soy muy duro conmigo mismo, pero suelo olvidar los malos golpes y paso al hoyo siguiente. A veces ni siquiera sé en qué hoyo estoy, porque me limito a pegarle y a ir al golpe siguiente. Supongo que es un reflejo de cómo he vivido mi vida», resumía Compton, que durante los días previos se limitaba a jugar vueltas de prácticas de nueve hoyos para no acumular un cansancio excesivo.
Por detrás de Fowler y Compton, dos rivales de talla, literal y figurada, los bombarderos Henrik Stenson y Dustin Johnson, jugadores que siguen buscando el refrendo que otorgaría a su palmarés un major.
En cuanto a Sergio García, el español luchó para compensar un inicio accidentado y estuvo bajo par gran parte de la vuelta, pero un par de putts y de malos golpes lo alejaron de su objetivo y lo dejaron con un parcial de +2 en el día en la trigésimo quinta plaza.
Deja un comentario