Eran necesarios dos requisitos para que Shanshan Feng no consiguiera su primera victoria desde el U.S. Open de 2012. El primero, que ella misma desperdiciara su ventaja de tres golpes frente a sus más inmediatas perseguidoras del Shoprite LPGA Classic. El segundo era que alguna fuera capaz de jugar bajo par bajo las fuertes rachas de viento que han azotado esta semana el Bay Course en Galloway (Nueva Jersey). Parece sencillo explicarlo pero su ejecución es hartamente complicada. Feng se acostó anoche con la confianza que siempre otorga el buen juego mezclada con la revoltosa incomodidad de saberse muy cerca de la meta. “Solo tengo que seguir así”, debía pensar. En el quinto hoyo de la tercera y última jornada llevaba ya dos dobles bogeys.
Se suele decir en estas situaciones que la líder del torneo cedió ante la presión, que no supo soportar los nervios o que se creyó vencedora antes de tiempo. Todos estos argumentos tienen cierto peso pero ninguno explica por sí mismo lo que pudo pasar por la cabeza de la jugadora a lo largo de su vuelta, donde todo sucede más rápido de lo que parece. Feng solo tiene veintitrés años, es la primera jugadora china en ganar un major y es más que probable que las expectativas que guarda de ella misma sean muy altas, hasta el punto, quizá, de creer que el triunfo es una obligación y no la consecuencia natural del talento aunado con el trabajo. Esos dos graves errores en los hoyos 2 y 5 llegaron como un bofetón para sus planes, que se desmoronaron con un 39 a mitad de su ronda. La jugadora que había construido una ventaja ya no era la misma que debía afrontar el tramo decisivo y otra mucho más experimentada se frotaba las manos ante la oportunidad abierta.
A diferencia de Shanshan, Karrie Webb ha librado mil tipos de batallas en los campos de golf y sabe de la debilidad de la mente cuando las cosas se tuercen a las primeras de cambio. Para ella era necesario un inicio fuerte y lo consiguió con un birdie y un eagle en los hoyos 2 y 3. Era la primera parte de su trabajo. La segunda, como ya indicamos, era seguir habitando bajo par y soportar las duras condiciones. Dieciséis pruebas más tarde, entregaba una tarjeta con 68 impactos (menos tres) y alcanzaba un acumulado de menos cuatro. Feng, perdiendo fuerza a medida que transcurrían los minutos, terminó con 75 (mas cuatro) y la historia se cerró con un relevo que parecía cantado.
No se puede explicar su derrota solo con palabras como “ceder” o “presión”. En su caso, y a pesar de haber triunfado ya en un gran escenario, lo más coherente sería utilizar “aprendizaje”. La china no supo gestionar una ventaja con 18 hoyos en el horizonte y se habrá familiarizado con sensaciones que hasta ahora desconocía. Del que sepa aceptarlas como parte de un camino natural dependerá su futuro. Webb ya ha transitado este incómodo camino y su palmarés, casi tan grande como su historia, acumula ya 39 victoria en el LPGA Tour y siete grandes.
Beatriz Recari cedió varios puestos con una última vuelta de 75 golpes, terminando en decimoctava posición. Azahara Muñoz, con 73, finalizó quincuagésimo tercera. La semana que viene llega el LPGA Championship y las espadas prometen estar por todo lo alto, con lo más granado del golf femenino en una nueva contienda. Las últimas tres vencedoras en el circuito no lo habían conseguido con anterioridad en 2013 y se intuyen tiempos para posibles sorpresas.
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