Una jornada más en el Lyoness Open y un nuevo atracón de birdies por parte de los hombres fuertes de la tabla. Si alguien creyó que la situación podría cambiar respecto a jueves y viernes, Thomas Björn despejó cualquier duda con una carga memorable, como si de un joven de treinta años se tratara. Bogey al hoyo dos y, después, todo un cargador de disparos en el blanco. Siete birdies y un eagle en un par 4 de 340 metros catapultaron sus opciones hasta situarse en cuarta posición, con un acumulado de menos once.
Durante buena parte del día, su nombre figuró en primera posición del torneo y sus rivales plantearon su caza. Había tiempo y oportunidades en el horizonte, por lo que Eduardo de la Riva siguió el mismo plan que tan buenos resultados le está dando esta semana. Una calle, un green e intentar meter ese último putt para cerrar el hoyo. Daba igual en qué dirección girara o los peligros que tuviera por delante, ya que el catalán está encarnando la versión más contundente de su repertorio. Es difícil verle aprochar o sacar de búnker esta semana; todos sus pasos dejan su huella en la hierba segada al ras. Diecisiete pruebas en regulación después, entregó una tarjeta con 69 impactos, que le sitúan segundo con menos trece.
Su historia es similar a la de Jorge Campillo. Frustrado durante los últimos meses, esperando encontrar una luz que barriera todos los fantasmas de torneos pasados, afrontó esta tercera jornada cargado de ganas de una vuelta como la que llevó a cabo. “Tanto tiempo para esto”, debió pensar. Y es que hay días en el golf parece algo sencillo. Dos birdies y un doble en el bogey en el 3 parecían recordarle de dónde viene, pero el extremeño se soltó con la misma naturalidad con la que pega a la bola. Un nuevo acierto en el 6 le dejaba bajo par y del 10 al 14 encadenó otros cuatro seguidos. 66 golpes de redención y tiempo de sobra por delante para cambiar la tendencia de un año oscuro. Ambos españoles solo tienen un hombre que superar y está situado en un acumulado de menos dieciséis, a tres de distancia.
Joost Luiten cuenta ya con un buen puñado de top 10 a lo largo de 2013 y está siguiendo el camino que a menudo transitan los inminentes vencedores. A fuerza de insistencia se va creando oportunidades los domingos, y mañana saldrá confiado de sobra en el Diamond Country Club. Sabe qué tiene qué hacer porque lleva tres días preparándose, a una media de siete birdies por vuelta. Tras su semblante frío y un swing a prueba de fallos, nada parece afectarle y será difícil plantar cara ante tal despliegue de aciertos. Sin embargo, una buena ventaja con solo 18 hoyos por delante es un arma de doble filo. Es tan fácil mantenerla como derrumbarse. La principal misión de Campillo y De la Riva será recordarle todas las veces que él ha podido hacerlo y eso, en cualquier campo del mundo, se consigue con unos cuantos birdies en los primeros hoyos de la última jornada.
Si alguno de los dos lo consigue habrá puesto la primera piedra de su primera victoria en Europa. Será un día largo, en el que lo mejor que puede ocurrirles es llegar al 18 con opciones. Todo, en esta situación, pasa por cómo lo haga Luiten. Arnold Palmer definió una tarde de domingo en Augusta lo que significa defender un liderato en estas palabras: “Pensé que iba a perder y eso me asustó una barbaridad. Me hizo jugar con más ganas. Mucha gente tiene miedo a ganar. Yo tengo miedo a perder”. Mañana veremos a qué grupo pertenece el holandés.
Miguel Ángel Jiménez es sexto, después de otro día en el que el putter no terminó de funcionar. Su menos diez, sin embargo, puede darle alas para otro gran resultado: su segundo top 10 en cinco pruebas en 2013.
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