Causa y efecto, justicia poética, karma… Todos ellos son conceptos que se barajaron en la jornada decisiva de la Solheim Cup 2015 recién acababa en la que el equipo estadounidense firmó una remontada histórica para hacerse con el título. Hace cinco años, en Medinah, el equipo europeo protagonizaba una gesta similar en los partidos individuales después de que Ian Poulter encendiera la mecha de la remontada con su heroicidad del turno vespertino del sábado, cinco birdies consecutivos que sirvieron para llevar el 10-6 (en contra) al marcador de aquella Ryder Cup. Gracias a Poulter y a su inspiración, los europeos llegaron al vestuario pensando que saldrían a los individuales «empatados», pese a la notable desventaja que llevaban en el marcador.
En aquella ocasión, la chispa de la remontada la encendió un miembro del equipo vencedor. Esa es la principal diferencia con respecto al desenlace de esta Solheim Cup: en esta ocasión, fueron las europeas quienes proporcionaron la mecha al equipo estadounidense, quienes le dieron esa agarradera a las norteamericanas, ese trampolín que les llevó a salir enrabietadas a los individuales del domingo.
Ese punto de inflexión llegó en el hoyo 17 del partido entre Suzann Pettersen y Charley Hull contra Alison Lee y Brittany Lincicome, cuando Alison Lee levantó una bola pensando que se le había concedido un putt de poco más de dos palmos. Sobre el papel, poco que reprochar a las europeas, ya que se atuvieron a la letra de la ley. Sin embargo, el espíritu de la misma no salió muy bien parado a causa de la inflexibilidad de Pettersen.
Ahora es imposible hurgar en la psique de las europeas y saber hasta qué punto les influyó, pero las lágrimas de Charley Hull y el gesto crispado de Pettersen cuando hablaba con su capitana y sus vicecapitanas nos hacen sospechar que el incidente no sirvió para preparar de la mejor manera posible el crucial enfrentamiento de individuales.
Y entre las vicecapitanas estaba una Annika Sorenstam que en el año 2000 se vio implicada en una situación similar contra las estadounidenses en Loch Lomond, ya que Pat Bradley, capitana estadounidense, le hizo repetir un chip de poco más de ocho metros que había embocado para empatar el hoyo 14 contra Kelly Robinson y Pat Hurst porque, por lo visto, su bola estaba unos centímetros más cerca que la de una de las americanas. La situación, con su aplicación rigorista de las reglas, se parece demasiado a la vivida en esta Solheim Cup.
«Cuando la gente me pregunta por qué quiero que se me conozca, siempre digo que por la deportividad». Cuando aquello sucedió, no hubo deportividad en absoluto y eso me enfadó. No era por perder el hoyo o el partido. Era más por el principio que llevaba a alguien a hacer algo así», declaraba Sorenstam en 2013 a ESPN.
Nos encantaría saber sueco para asignar con justicia el reparto de responsabilidades (ya que la capitana, las vicecapitanas y Pettersen utilizaron este idioma para escudar de oídos ajenos sus deliberaciones) y tampoco sabemos en qué medida la decisión afectó al juego de Pettersen y, sobre todo, de Hull y sus compañeras, pero más allá del efecto que tuvo en el marcador y las consideraciones éticas, supuso una distracción innecesaria en una competición que las europeas llevaban encarrilada hasta ese momento.
A partir de ahí hubo oportunidades de ganar el título gracias al buen juego de Carlota Ciganda, Melissa Reid, Anna Nordqvist y Karine Icher, pero se fueron diluyendo poco a poco y la reacción final no llegó. La realidad, triste para las europeas, es que el triunfo parecía predestinado. Las estadounidenses se envolvieron en el manto de la justa indignación y lo combinaron con un juego excelso en el momento decisivo. Jugaron mejor, pero siempre nos quedará la duda de qué habría ocurrido sin el incidente del hoyo 17 del infausto partido de fourballs que ganaron Hull y Pettersen.
Alison Lee Angela Stanford Anna Nordqvist Azahara Muñoz Brittany Lincicome Carlota Ciganda Caroline Hedwall Caroline Masson Catriona Matthew Charley Hull Cristie Kerr Gerina Piller Golf Club St. Leon-Rot Gwladys Nocera Juli Inkster Karine Icher Ladies European Tour Lexi Thompson Lizette Salas LPGA Tour Melissa Reid Michelle Wie Morgan Pressel Paula Creamer Sandra Gal Solheim Cup Solheim Cup 2015 Stacy Lewis Suzann Pettersen
2 comentarios a “La chispa decisiva de la Solheim Cup”
Entre la aplcación de las reglas y la estupidez humana hay una línea muy delgada y Europa la cruzó. Esta no es forma de ganar un punto y además dió alas a las americanas para ganar. Todavía recuerdo los aspavientos y malas maneras de Keegan Bradley hace dos ryders, me perdonen, pero me gusta la honorabilidad y caballerosidad en éste deporte.
«Sobre el papel, poco que reprochar a las europeas, ya que se atuvieron a la letra de la ley. Sin embargo, el espíritu de la misma no salió muy bien parado a causa de la inflexibilidad de Pettersen.»
Sabemos que los hechos ocurrieron más o menos así:
La americana patea, la bola no entra, de forma inmediata se acerca a ella y la coge.
El árbitro interviene y pregunta a las europeas si han dado el golpe.
Las europeas dicen que no.
El árbitro concede el hoyo a las europeas.
Entre medias hay clara falta de educación, de etiqueta o de lo que se quiera por falta de una europea que abandona su posición. Mal hecho por parte de esa jugadora. (ella declaró que iba a hablar con su compañera a ver si concedían o no, lo cual tampoco tiene nada reprochable, pero acepto pulpo como animal de compañía).
¿Y que deben hacer las europeas? ¿Mentir descaradamente al árbitro?
¿Si mienten son más flexibles? ¿Si mienten demuestran más espíritu? ¿Si mienten son más honorables y caballerosas?
¿Como se puede alguien saltar la norma, la ley o las reglas y demostrar espíritu, caballerosidad y honorabilidad?
¿Como puede un mentiroso demostrar espíritu, caballerosidad y honorabilidad?
Yo lo veo así.
Un saludo.
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