La ciencia está comenzando a interesarse por el golf. Os lo contamos la semana pasada después de que Mark Broadie, profesor en la Columbia University Business School, afirmara que el putt no era la parte más importante en el resultado, sino el juego de tee a green. Su libro, que se publicará próximamente, demostrará las razones detrás de esta teoría. Hoy os traemos una relacionada con los yips, o el estrés que en ocasiones sienten los golfistas en determinados golpes.
Los ejemplos abundan: Kevin Na era incapaz de pegarle a la bola durante muchas de sus rondas, Robert Karlsson se quedaba literalmente paralizado en el stance, Charlie Beljan fue hospitalizado en 2012 por un ataque de ansiedad mientras se jugaba el triunfo en el Children’s Miracle Network Hospitals Classic, Phil Mickelson se retiró del The Memorial alegando “fatiga mental”… No es de extrañar, por ello, que se relacione el control de los nervios con los jugadores que ganan habitualmente, o que muchos de ellos saquen conclusiones positivas después de perder un gran torneo, argumentando que se están acostumbrando a competir al más alto nivel. Para llegar a los últimos hoyos de un campeonato y cerrar un triunfo es necesario, en primer lugar, sentirse cómodo con la situación.
Muchos de los jugadores que han tenido problemas en este sentido han recurrido a la psicología deportiva como remedio, pero durante los últimos tiempos, científicos especializados en el cerebro se han interesado también por su situación. Robert Goldberg, doctor en neurociencia cognitivia, es uno de ellos, y está a punto de presentar una pulsera que mide, en tiempo real, los niveles de estrés a los que está sometido un deportista.
Este dispositivo lanza pequeños impulsos eléctricos hacia las glándulas sudoríparas y envía los datos, a través de bluetooth, a una aplicación para iPhone, que muestra los niveles de estrés en un gráfico. La explicación detrás de este funcionamiento se basa en el sistema suprarrenal, unas glándulas situadas cerca de los riñones que responden liberando hormonas en respuesta a situaciones estresantes. Cuando esto sucede, el cuerpo humano intenta relajarse a través del sudor, por lo que la aplicación, básicamente, mide cuánto se acumula en la piel.
“Bandu”, que es como se llama este sistema, aspira a ayudar a detectar los momentos de mayor tensión a lo largo de una vuelta, ya que tarda solo medio segundo en comprobar si el jugador está sufriendo. Goldberg ya ha llevado a cabo pruebas para probar su funcionamiento, tanto con hándicaps altos como con bajos. En el caso de uno de los que jugaba mejor, sus mayores niveles de estrés llegaban cuando afrontaba un putt importante para el resultado (justo la parte de su juego en la que más inseguro se sentía), mientras que en el del aficionado de nivel medio llegaba justo cuando impactaba su bola.
La herramienta es nueva, pero el problema es antiguo y viene de lejos. Doug Barron fue suspendido durante un año del PGA Tour por consumir betabloqueantes, unas pastillas que reducen la tensión sanguínea, mejorando la posibilidad de rendir a buen nivel bajo presión. Se trata de la droga más efectiva para el golfista y también ha causado problemas en un ámbito tan distinto como el de los intérpretes de música clásica, obligados a ejecutar una melodía a la perfección.
Detectarlos es el objetivo de Goldberg para, posteriormente, ponerles remedio. Pero simplemente el hecho de saber cuáles son puede ayudar a muchos a mejorar ya que, como decía Bob Rotella: “El golf es el juego de la confianza”.
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