Casi unanimemente, los medios de comunicación golfísticos de varios puntos del mundo elogiaban el buen trabajo realizado por Louis Oosthuizen durante su tercera vuelta del Deustche Bank Championship. Al mismo tiempo, todos incidían en un pequeño pero. Y es que como decían literalmente muchos, «el trabajo no estaba acabado todavía». A pesar de salir con tres golpes de ventaja respecto a Rory McIlroy y a seis de Tiger Woods, el torneo estaba abierto a falta de sus últimos 18 hoyos. Horas más tarde, las sospechas se confirmaban con la victoria de Rory McIlroy.
El pequeño genio de Holywood comenzaba a atacar desde el primer momento consiguiendo birdies en los hoyos 2, 3 y 4. Al acabar el 6, ya era líder en solitario tras un doble bogey de su compañero de partido. A partir de ese momento él fue la referencia a pesar de combinar algunos errores con recuperaciones tan perfectas como idénticas entre sí.
Llegó a conseguir una ventaja de tres golpes en el hoyo 12 que se vio reducida a dos en el 13 con un birdie de Oosthuizen. En el 14 con la salida del norirlandés en rough y el sudafricano en calle, parecía que éste podía recortar otro más, pero finalmente el putt de par de McIlroy fue incluso más cómodo que el de su rival.
Segunda oprotunidad consecutiva que otorgaba McIlroy a Oosthuizen: en el 15, su salida con madera pegaba al suelo y su bola no avanzaría más de 154 metros. Quedaban 215 a bandera. Firmaría un nuevo par pero esta vez el ex ganador del Open Championship sí que conseguía el birdie. Se ponía así a un golpe.
Tras firmar ambos el par en el 16, en el 17, McIlroy volvía a fallar. Lo hizo en su salida, al rough de calle, en su segundo golpe, al rough de green y en su tercer golpe al buscar un globo y cruzarse todo el green. Acabó firmando un bogey que peligroso en un primer momento pero finalmente inofensivo ante el calamitoso error de Oosthuizen, mandando su segundo golpe con wedge al rough. El par se antojaba fácil pero sorprendiendo a propios y extraños, decidió jugarse un approach por alto con el que se dejaba un compromiso para par que acabaría fallando. Inexplicablemente, jugando de manera completamente diferente, ambos obtenían el mismo resultado.
Con tales errores, Tiger recibía una invitación para luchar por el torneo que aprovechaba dejándose una opción de eagle a seis metros. Distancia asequible pero muy movida. Firmaría un birdie para hacer 66 golpes (-5) para -18 total. Lejos del -19 de Oosthuizen y el -20 a menos que ambos repitieran el fallo del hoyo anterior.
McIlroy abría tal posibilidad con una salida cruzada que acababa en rough pero se las apañaba con su tercer golpe para dejarse opción de birdie de seis metros también. Oosthuizen fallaba en su segundo golpe pero recuperaba con un delicioso globo. Obligado por la bandera a la derecha del green, mandaba su bola a las nubes intentando evitar el bunker y apurando cada centímetro de green.
Estuvo a centímetros de ser espectacular si hubiera cogido la pendiente que la hubiera mandado al lado del hoyo. Pero estuvo a milímetros también de ser intranscendente. Apenas el ancho de una aguja separó a McIlroy de embocar su bola y dar el torneo por concluido con un inalcazable -21. Era la tercera oportunidad que le daba a su compañero de partido de darle caza en los últimos cuatro hoyos. Y una vez más, Oosthuizen no fue capaz. Se quedó en una vuelta al par de 71 golpes por los 67 de Rory.
Era la tercera victoria de la temporada para McIlroy. Primero el Honda Classic, después el PGA Championship y ahora este Deustche Bank. Además de él, sólo Tiger Woods ha sido capaz de alcanzar esa cifra en el PGA Tour en este 2012. Con su tercer puesto en solitario, Tiger supera los 100 millones de euros en el circuito americano.
McIlroy está lejos de esa cifra pero avanza con pies de gigante hacia convertirse en la alternativa más seria a Tiger en los últimos tiempos. Se consolida con este triunfo en el número 1 del mundo y de la FedEx Cup.
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