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Zona Pro

La Q-School del PGA Tour, en peligro de extinción

Enrique Soto | 13 de diciembre de 2011

Brendon Todd, ganador de la Q-School 2011

La Q-School del PGA Tour, tal y como la conocemos, podría desaparecer. El torneo que representa el «todo o nada» mejor que ningún otro dejaría paso a una forma de clasificación más progresiva, que premia la regularidad por encima de la calidad. ¿Quién sale ganando? El Nationwide Tour.

Desde que en 1983 un total de 57 jugadores consiguieran la tarjeta para jugar el PGA Tour a través de la Q-School, el número de plazas ofrecidas se ha ido reduciendo y este año solo se clasificaban los 25 primeros mas empates (al final consiguieron la tarjeta un total de 29 jugadores). Pese a esta reducción progresiva, el PGA Tour ha buscado alternativas para reforzar la posición de su «segundo circuito».

Se ha aprobado un proyecto preliminar que podría dar paso a una forma de acceso al circuito radicalmente distinta. Al terminar la temporada regular, es decir, los torneos que dan acceso a los playoffs para la FedEx Cup, se daría por completada la lista de ganancias (este año el último torneo disputado fue el Wyndham Championship). Los 125 primeros jugadores tendrían acceso a esos playoffs y asegurarían su tarjeta para el año siguiente. ¿El resto? Los 50 o 75 siguientes se unirían a la misma cantidad de jugadores del Nationwide Tour en una serie de tres torneos denominados “The Final Series”, de los que solo 50 conseguirían la tarjeta.

¿Qué ocurriría entonces con la Q-School? Seguiría disputándose a final de año pero solo proporcionaría tarjetas para el Nationwide Tour, con lo que quedaría en un segundo plano. Las intenciones parecen ser buenas, consolidando un sistema de clasificación más justo y que premie a los jugadores más preparados, acostumbrados a coger aviones y jugar cada semana en un campo distinto. Los mismos profesionales que terminan jugando el PGA Tour han calificado la escuela como una auténtica tortura y en la mayoría de casos, como la semana más dura de sus vidas. No les falta razón. En la actualidad, si se consiguen pasar las dos primeras fases de clasificación, todavía tienen que luchar durante seis días más en la “Final Stage”.

Estas buenas intenciones pueden terminar en una forma de acceso aún más cruel. Imaginemos, en el nuevo modelo, a un jugador que ha pasado las fases de clasificación en la Q-School y consigue su tarjeta para el Nationwide. Al año siguiente, se clasifica como el primer jugador de la lista de ganancias y se gana el derecho a participar en la “Final Stage”, compuesta por tres torneos. Firma dos buenas vueltas pero falla durante el último día, perdiendo la oportunidad de acceder al PGA Tour. Ese jugador ha podido jugar durante más de un año a un nivel excelente, quizá el necesario para pasar varios cortes con los mejores del mundo, sin embargo, todo vuelve a decidirse en unos pocos hoyos.

Hay otros problemas a los que se tendrán que enfrentar los defensores de este nuevo modelo. Dar más importancia al Nationwide Tour no provoca automáticamente que los premios económicos sean mayores, y en este circuito el dinero sí cobra más relevancia. La media de ganancias está en torno a los 45.000 dólares a lo largo del año, lo que deja un margen muy estrecho para poder disputar un torneo en Lousiana, otro en California, Nebraska o incluso en México. La Q-School supone una alternativa importante para aquellos jugadores que no pueden permitirse viajar durante todo el año pero que sí pueden pagar su estancia (e inscripción) durante las tres fases de clasificación.

Los jugadores extranjeros, los universitarios o jugadores de circuitos más pequeños (llamados también minitours) también se verían perjudicados en este nuevo sistema. Su única opción de conseguir la tarjeta, aparte de disputar el Nationwide Tour, pasaría por acumular las suficientes ganancias en el PGA Tour sin ser miembro del circuito, algo muy complicado pero que podrían conseguir si entran en los torneos más importantes (majors y WGC) por ránking mundial, si se clasifican a través de las previas de los torneos o a través de alguna invitación de los patrocinadores.

Estos cambios tendrían lugar en el año 2013, justo cuando termina el actual contrato de patrocinio con el circuito de la compañía de seguros que da nombre al circuito, Nationwide Insurance’s. Es evidente que un buen lavado de cara y una buena presentación hará que el producto pueda venderse en mejores condiciones pero, ¿a qué precio? En la actualidad, la Q-School presenta un modelo muy claro y se basa en la competición en su estado más puro: hacer menos golpes que el resto.

Se acumula el trabajo para perfeccionar un modelo que despierta escepticismo. Rickie Fowler o J.B. Holmes, que accedieron al circuito por la escuela, ya se han mostrado contrarios a los nuevos cambios. Jim Furyk ha declarado sentirse preocupado por las pocas oportunidades que tendrán los rookies, ya que sólo tendrán ocho meses para mantener sus tarjetas al no contar con los torneos de las Fall Series. No serán los únicos que levanten la voz. Se limitan las posibilidades de acceder al circuito y mantener la tarjeta a costa de conseguir un nuevo patrocinador. El riesgo es importante. A base de fortalecer el Nationwide puede quedar debilitado el verdaderamente importante: el propio PGA Tour.

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