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La resurrección del LPGA Tour

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Enrique Soto | 23 de marzo de 2012

“Ha sido un viaje en montaña rusa, pero hemos pasado el oscuro abismo”, decía Christina Kim a comienzos de temporada. En una semana en la que el PGA Tour ha anunciado las vías para seguir creciendo en los próximos años, el LPGA Tour luce más que nunca. Lejos de la polémica generada por la supresión de la Q-School, el formato de la FedEx Cup o de cómo los jugadores extranjeros accederán al circuito en el futuro, Mike Whan, la cabeza al frente del LPGA Tour, ha mostrado al mundo una forma austera de estimular un circuito que se encontraba en horas muy bajas.

Después de que Whan sustituyera en 2010 a Carolyn Bivens, errática en sus decisiones y enfrentada a las principales estrellas femeninas, el circuito no ha hecho más que prosperar. Cinco nuevos torneos para este año, cuatro de ellos en Estados Unidos, han sido acompañados de un comienzo de temporada fulgurante. De los tres primeros, disputados en Asia y Australia, dos de ellos han terminado en play-off y otro lo ha ganado la número uno del mundo, Yani Tseng. El futuro para jugadoras como Lexi Thompson o Jessica Korda se antoja de nuevo prometedor.

El primer aspecto que destaca de la gestión de Whan es la apuesta clara por los valores que personifica el circuito. La semana pasada se disputó la Founders Cup, en la que se dona medio millón de su millón y medio de dólares de dotación al programa LPGA-USGA Girls Golf Program. En tiempos de crisis, Whan no solo se ha centrado en la búsqueda de patrocinadores, sino que ha decidido también invertir en la imagen que proyecta el circuito, aquello que le caracteriza. A la Founders Cup asistieron tres de las fundadoras del LPGA Tour y Whan lanzó un mensaje a todos los miembros: “Think like a founder” (“Piensa como una fundadora”).

Una de las principales armas con las que ha contado Whan a la hora de vender el circuito a posibles patrocinadores han sido sus jugadoras. Ya estaban ahí cuando Carolyn Bivens era la cabeza del LPGA Tour, pero ahora se las considera el máximo capital de la competición, el eje sobre el que gira todo. Es posiblemente la mayor brecha que existe respecto al circuito masculino: asistir a un torneo del LPGA Tour es una experiencia completamente distinta. El ambiente es más familiar y se puede ver a las jugadoras charlando con aficionados, conscientes de que su papel no solo consiste en jugar lo mejor posible, sino en fomentar su circuito y facilitar la celebración de nuevas ediciones de los torneos. El pasado jueves, cuando la bola de Paula Creamer impactó en un espectador, ésta le dio su reloj y no el típico guante firmado. Hasta ahí llega el compromiso de estas jugadoras.

Localizar y saber explotar al máximo valor del LPGA Tour ha sido, hasta ahora, el mayor logro del comisionado. Dejando a un lado el absoluto dominio de Yani Tseng, que va encaminada a romper todos los récords hasta la fecha, el nivel de juego ha aumentado exponencialmente en los últimos años y en parte se debe a la llegada de grandes jugadoras asiáticas. Whan lo tiene muy claro: “Somos un circuito mundial y queremos que así sea porque el nuestro es un deporte global, pero no queremos globalizarnos hasta el punto que una mañana nos despertemos y nos demos cuenta de que no tenemos un hogar”. Un 64% de los torneos del circuito se disputan en Estados Unidos.

Objetivo para el año que viene: pasar de los treinta torneos anuales (este año hay 28). Los circuitos masculinos pueden tomar buena nota. No es necesario buscar desesperadamente acuerdos comerciales para revitalizar un circuito. Potenciando los valores y dando más protagonismo a los jugadores se consigue un resultado similar, y además, se es más independiente.