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Zona Pro

La siguiente gran estrella

Enrique Soto | 25 de junio de 2014

Veamos: desde que Tiger Woods ganó el US Open de 2008 ha habido nada menos que diecinueve ganadores de majors. Ese simple dato da una idea de lo abierto que se ha vuelto el panorama en el golf profesional. Es un dato bien conocido y que probablemente no sorprenda a nadie, he aquí los nombres:

2008: Padraig Harrington.
2009: Ángel Cabrera, Lucas Glover, Stewart Cink (también vale Tom Watson) y Y. E. Yang.
2010: Phil Mickelson, Graeme McDowell, Louis Oosthuizen y Martin Kaymer.
2011: Charl Schwartzel, Rory McIlroy, Darren Clarke y Keegan Bradley.
2012: Bubba Watson, Webb Simpson y Ernie Els.
2013: Adam Scott, Justin Rose y Jason Dufner.

Aquí está el interés de leer cada uno de ellos: cada vez que alguien gana un grande se abre una encuesta sobre el futuro del golf. Pudimos leer sobre ello cuando Kaymer destrozó los registros de Pinehurst bajo calificativos como “Panzer”, “La nueva sensación” o aquellos que recordaban aquel último putt en la Ryder de Medinah. Muchos aludieron a que sabe moverse muy bien bajo la presión más asfixiante, otros que después de dominar el draw (el efecto que se le resistía tras ganar aquel PGA) iba a ser la nueva fuerza dominante en el mundo. En general, todos aludían a la misma idea: “Es la siguiente gran estrella”.

Puede que sea cierto. Puede que no. Después de todo, lo hicimos también cuando Rory McIlroy venció por ocho golpes (¡ocho golpes!) en su segundo grande; cuando Charl Schwartzel parecía tener el mejor swing del planeta; tras aquel despliegue portentoso de Oosthuizen en el Open (“El nuevo Gary Player”); la potencia controlada de Bubba en el Augusta National…

El golf es un deporte individual, como muchos otros, pero a la vez es totalmente distinto. Hagamos una comparación muy simple con el tenis: desde que Tiger Woods ganó aquel US Open de 2008, ha habido seis campeones distintos en todos los majors disputados (también veinticuatro). Seis. Rafael Nadal (10), Novak Djokovic (5), Roger Federer (4), Juan Martín del Potro (1), Andy Murray (1) y Stanislas Wawrinka (1). Quitando los resultados residuales: Nadal, Djokovic y Federer han dominado su deporte en el pasado más reciente. ¿La razón? A diferencia del golf, en el tenis solo tienes que batir a un oponente por día. Estos son los siete hombres que batió Rafa para imponerse en Roland Garros en 2014:

1. Robby Ginepri
2. Dominic Thiem
3. Leonardo Mayer
4. Dusan Lajovic
5. David Ferrer
6. Andy Murray
7. Novak Djokovic

No ha perdido nunca contra la mayoría de ellos, muchos le idolatran. Cuando llegó a las semifinales contra Murray, el inglés se enfrentaba a los fantasmas de las quince veces que ha perdido contra el español. Djokovic afrontó algo peor: Nadal solo ha perdido un partido un partido de los últimos 61 que ha disputado en París. A menos que rindiera por debajo de su nivel habitual, Rafa iba a ganar Roland Garros. Y esto es a lo que me refería: el tenis es un deporte destinado a ser dominado por los mejores jugadores.

¿El golf? No. El mejor jugador del mundo, sin importar quien sea en el momento, no parece que tenga más opciones de ganar un grande. Desde que Nicklaus ganara su primer major se repitieron varios nombres en el palmarés del Grand Slam: el propio Jack, Player, Trevino, Watson, Faldo, Woods… Pero Nicklaus ganó su primer grande hace cincuenta y dos años. ¿Saben cuántos jugadores han conseguido uno desde entonces? Ciento ocho. Voy a escribirlo de nuevo: ¡ciento ocho!

Esas diferencias no dejan de incrementarse debido a las mejoras en el equipamiento de los jugadores, la más extensa preparación física y mental, la mejor formación de sus entrenadores… Miren: desde 1990 hemos tenido cuatro rachas de diez majors ganados por jugadores distintos. ¿En el tenis? Eso es imposible.

Chubby Chandler, ese agente gordito al que le encanta aparecer delante de las cámaras, dijo algo muy interesante hace unos años sobre Lee Westwood, su cliente y uno de los mejores jugadores del mundo sin un major: “Lee puede que sienta más presión para meterse entre los primeros clasificados que estando entre ellos”. Fue muy inteligente. La esencia del golf es la continua transformación: los campos cambian, las condiciones cambian, las posiciones de bandera, los rivales… Vaya, si incluso los botes difieren en dos golpes prácticamente idénticos.

La buena racha de Tiger fue impresionante porque cambió esa tendencia: desde 1997 hasta el 2010 solo falló dos cortes en los grandes. Claro, se puede hablar de los catorce que ganó, pero también finalizó segundo cinco veces y tercero en otras tres. Mickelson era el favorito para el US Open y no pasó el corte, Kaymer venció en un PGA y desapareció durante años, Schwartzel sigue con el mismo gran swing y sin victorias. Lo más parecido al dominio de Rafa o Federer en el golf lo encontramos en Jack Nicklaus: en doce años ganó diez majors. Jugó 48, pasó 47 cortes y finalizó entre los diez primeros en nada menos que 41. Cuarenta y uno. Ese último dato es quizá el más representativo de todos. Por eso los mejores hablan de tener una oportunidad el domingo como su principal reto de la semana. No hablan de ganar, sino de una simple ocasión de birdie para forzar un playoff.

¿Es Kaymer la siguiente gran estrella? Esperemos que sí. El golf necesita una, la que sea. ¿Es probable que lo consiga? No apuesten por ello.

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