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Zona Pro

La venganza de Colsaerts

Enrique Soto | 31 de octubre de 2014

Quien haya seguido la carrera de Nicolas Colsaerts a lo largo de las últimas temporadas solo habrá percibido una mínima sensación de consistencia: fue antes de la Ryder Cup de Medinah, a la que belga consiguió clasificarse tras varios top 10 consecutivos. En otras palabras, aquí no estamos hablando de un jugador como Francesco Molinari, todo calles, greenes y cortes superados, sino más bien de una personalidad fiera y ambivalente, cal y arena. Este año debutó con un segundo puesto en Malasia. Unos días después no quedó ni entre los cien primeros en China. Así ha sido siempre Nicolas.

Algo ha cambiado, sin embargo, durante las últimas semanas. Puede que sea parecido a ese “algo” que le sucedió antes de la Ryder, una especie de objetivo común entre los torneos que disputa. Colsaerts finalizó cuarto en Gales y, dos semanas después, se quedó a las puertas de la victoria en Vilamoura, en el Portugal Masters. Fue una competición de solo dos vueltas, pero teniendo en cuanta su irregularidad a lo largo de un año, parecían buenas señales para Nicolas. Solo tuvo un problema: un tal Alexander Levy le arrebató el triunfo. Y siendo como es Colsaerts, debió de dolerle. A lo mejor no le importa tener cinco o nueve top 10 a lo largo de la temporada, pero perder por tan poco, a cualquier jugador, siempre le escuece.

Esta semana, en el BMW Masters, y en condiciones muy distintas, tiene planeada su redención y su venganza. Su redención porque el ganar o perder sigue dependiendo solo de él, de que su juego largo siga ridiculizando el diseño de Lake Malaren a base de bombazos. Su venganza porque, casualidades del destino (o del European Tour, lo que prefieran), su rival más directo en la tabla se llama Alexander Levy. Solo han pasado veinte días desde aquel enfrentamiento en Vilamoura y, al otro lado del globo, podemos llegar a contemplar uno de los escenarios más bellos y raros del golf: cuando dos jugadores se enzarzan el uno contra el otro con regularidad. Un remake de los duelos del Oeste, vaya, solo que sobre hierba.

“Es genial poder avanzar de este modo”, dijo Colsaerts, tras contestar al 66 del jueves con un 64. “He estado jugando bien los últimos dos meses. Me siento muy cómodo aquí. Estoy feliz por volver y por jugar como lo estoy haciendo”. Su acumulado en dos días es de menos catorce, y mientras que los organizadores del torneo buscan números de color rojo para indicar tanto birdie, Alexander Levy se quedó en el menos trece. Fue un 66 el que siguió a su 65 inicial. Romain Wattel, desde el menos once, es tercero en solitario.

No son los únicos, evidentemente, con opciones de victoria. Grace es cuarto, Björn es séptimo y jugadores como G-Mac o Donaldson tampoco andan demasiado lejos, a seis de la cabeza. Els y Rose tampoco han comenzado mal, con menos siete tras dos días.

Algo más retrasados, aunque progresando, se encuentran los españoles. Gonzalo Fernández-Castaño entregó un 68 que le sitúa vigésimo quinto, con menos cuatro; mismo resultado para Rafael Cabrera-Bello, que consiguió hoy 66 impactos. José María Olazábal, con menos tres, es trigésimo sexto. Jiménez marcha con más tres, Pablo Larrazábal con más cuatro y Alejandro Cañizares con más cinco.

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