Era difícil saber si tras el desenlace del Abierto de Tailandia, Ariya Jutanugarn sería capaz de volver a luchar por la victoria en el corto plazo. Tenía diecisiete años, había jugado a un altísimo nivel ante su público y lo había echado todo a perder tras un fatídico triple bogey en el último hoyo del cuarto día. Una victoria en Marruecos, en el Ladies European Tour, parecía confirmar la recuperación de esta prometedora profesional que aún tenía una espina clavada: tenía que volver a luchar por el triunfo ante las mejores. Tras 36 hoyos en el Kingsmill Championship, vuelve a crearse una oportunidad.
“Busca cada bandera, no lo había visto antes”, dijo Stacy Lewis, su compañera de partido, tras completar la segunda jornada. “Juega como una chica de diecisiete año, sin miedos. Pega a la bola fuerte y luego sale y la encuentra. Jugué con ella en Tailandia, no en la última jornada pero sí el sábado, y definitivamente hace el swing rápido, coge su tee y deja que su caddie vea donde va. Es aire fresco y es genial verla. Es bueno ver a alguien ahí fuera que pega la bola y no se preocupa”. El juego largo de Jutanugarn parece pasar por un gran momento, ya que tras un gran despliegue en los primeros 18 hoyos cogió once calles y quince greenes en regulación en los segundos. Solo un día irregular en los greenes (34 putts) le impidió ampliar su ventaja en lo más alto de la tabla. Situada en menos siete, cuenta con un golpe de ventaja sobre Angela Stanford y otro sobre la propia Lewis.
“Creo que Webb Simpson lo dijo hace un par de semanas, que intentaba volver a jugar como un niño de nuevo”, continuó Lewis. “Empiezas a jugar tantas rondas y has visto fallos a la derecha y a la izquierda, cortos y largos, y se mete en tu cabeza; por lo que creo que todo el mundo está también intentando volver a jugar como un niño”. En otros deportes también se ha llamado a esta búsqueda “fatiga cognitiva”, normalmente después de que alguien joven y con talento terminara con las posibilidades de victoria de otros más experimentados pero, también, más quemados mentalmente. Joe DiMaggio, ávido jugador de golf, lo explicó también hace unas décadas: “Es la presión de la edad. Con los años llegan los nervios. Sucede con los golfistas, con cualquier hombre que pasa de los cincuenta. No corren riesgos como lo hacían antes. El más joven, en los greenes, pegará su putter mejor. El más mayor comienza a vacilar. Se vuelve inseguro, tembloroso. Cuando se trata de tomar riesgos, el más joven, incluso cuando conduce un coche, afrontará más posibilidades que alguien más mayor no tomará”.
Queda mucho torneo y las aspirantes a la victoria son muchas, y de todas las edades. A solo dos de la tailandesa se han situado Sandra Gal, Cristie Kerr y una Suzann Pettersen que pasa por un momento envidiable, también sumida en esa búsqueda de inconsciencia. Lleva varias semanas pateando con los ojos cerrados para evitar ver los fallos que le esperan de camino hacia el hoyo; intentando olvidar todas las veces que no ha embocado los birdies. Con menos cuatro, a tres de la cabeza, esperan Shanshan Feng, Ilhee Lee, Julie Inkster, Ai Miyazato, Katie Burnett y So Yeon Ryu.
Azahara Muñoz se mantiene en vigésimo primera posición tras entregar una tarjeta con 73 golpes (mas dos), en un día en el que no consiguió que llegaran los birdies. Su acumulado de menos uno le deja algo alejada de las primeras posiciones pero mantiene el top 10 a tres impactos de distancia, lo que con 36 hoyos por delante es todavía un mundo. Beatriz Recari firmó el par y es quincuagésimo segunda con mas dos y consiguió pasar el corte, finalmente situado en mas tres. Belén Mozo se quedó fuera tras un mal día en el campo.
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