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Zona Pro

Las ambiciones de un joven golfista

Enrique Soto | 21 de junio de 2013

Dicen que con la edad llega la sabiduría. Se pierde el ímpetu y la fuerza con la que se acostumbran a emprender tareas en la juventud, pero se comprende el método y las formas adecuadas para llevarlas a cabo con éxito. En palabras de Nicklaus: “Creo que el Jack de 1980 ganaría al del 62 porque tenía más experiencia. Era mejor jugador. Tenía más pegada antes y creo que controlaba mis nervios más o menos igual; siempre he sido bueno en eso. Pero en el 80 mi experiencia era mucho mayor”.

Un discurso similar podría salir de la boca de Miguel Ángel Jiménez, el ganador más veterano en la historia del Circuito Europeo. A él le gusta decir que el buen vino se hace mejor con los años y en su caso hemos podido ver cómo un hombre de gran talento va sacando más y más partido a sus virtudes, minimizando sus defectos hasta convertirlos en anécdotas. Abraham Wald, fundador del análisis secuencial, demostró la eficacia de este método cuando dijo: “Hay que mejorar el blindaje de los aviones justo en los lugares en los que estos no han sido alcanzados”. Si podían volar a pesar de los agujeros, convenía reforzar las zonas que habían supuesto el derribo de otras naves. Del mismo modo, Jiménez no ha buscado reforzar sus puntos débiles, sino los fuertes.

Está hundido en las últimas posiciones de la estadística que mide la distancia desde el tee pero, por otra parte, en la media de golpes ha ido subiendo como una marea furiosa, como si con la edad hubiera aprendido a ser más agresivo que nunca solo en momentos concretos. Tras romperse la pierna esquiando durante sus vacaciones, parecía imposible que pudiera volver a ganar, pero de nuevo estábamos equivocados. Nunca se trató del cuerpo, sino de lo que pasaba por esa cabeza envuelta en una melena con rizos.

Cuarto en Wentworth, decimocuarto en Suecia, decimonoveno en Austria y, tras dos jornadas en Alemania, en el BMW International Open, Miguel Ángel se asoma a las primeras posiciones otra vez. “De nuevo en la brecha, amigos míos”, que escribiera Shakespeare. Siete birdies, dos bogeys y una vuelta de 67 impactos para situarse con menos nueve, a solo tres de un también incansable Ernie Els.

El Golfclub München Eichenried no es un campo precisamente largo y pone como gran requisito a los aspirantes a la victoria el saber mover la bola hacia un lado y otro. Abrir o cerrar desde el centro de la calle para buscar la zona más adecuada para emprender el ataque a bandera es la zona del avión que más ha reforzado Jiménez a través de los años y no le hacen falta la fuerza o la flexibilidad de Alexander Levy o Matthew Baldwin, segundos con menos once; o de Danny Willett o el kilómetrico Bernd Wiesberger, terceros con menos diez. En este punto de su carrera, lo hace con una naturalidad inaudita para un deporte donde el control prima sobre cualquier otra virtud.

Alexander Noren, Tommy Fleetwood y los favoritos locales, Marcel Siem y Martin Kaymer, le igualaron en el menos nueve y emprenderán la caza de Els durante el fin de semana. Un Jorge Campillo henchido de confianza tras su último torneo disputado les sigue desde el menos ocho. Rafael Cabrera-Bello es decimoctavo con menos siete mientras que Sergio García se ha situado en menos cuatro. Son los únicos representantes de una Armada que no ha encontrado todos los birdies necesarios para superar el corte en menos tres.

“Cuanto más viejo te haces, más fuerte sopla el viento, y siempre lo hace en contra”, decía también Nicklaus. De la capacidad para resistir esa inevitable erosión se nutre ahora Miguel Ángel. Un hombre con unos cuantos años a las espaldas que vive con las ambiciones de un joven golfista.

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