Las fichas sobre el tablero y ambos combinados mirándose frente a frente. Es la semana de la Ryder Cup y se va agotando el tiempo para preparaciones, puestas a punto y reflexiones. El viernes los jugadores de ambos equipos saldrán en parejas para disputar los primeros enfrentamientos en formato foursomes y ambos capitanes habrán barajado ya algunas ideas. En el caso de Davis Love III, su gran objetivo será aunar el enorme talento que tiene a su cargo.
Dos factores han quedado claros tras sus palabras y acciones. El primero es la gran importancia que Love ha dado al rendimiento en los greenes, donde según él, Estados Unidos ha perdido seis de las últimas ocho Ryder Cup. Para ello los del Medinah Country Club estarán rápidos, como lo acostumbran a estar en el PGA Tour, para que sus hombres sientan cierta familiaridad dentro de la vorágine de emociones que les esperan. No es tampoco una casualidad las grandes esperanzas que ha volcado en Brandt Snedeker, nuevo número diez del Ranking Mundial y líder de las estadísticas de este año con el putter en las manos. Hasta la fecha ha sido uno de sus golpes de efecto respecto a pasadas ediciones. Love sabe que la Ryder se ganará por detalles, los cuales acostumbran a estar cerca del hoyo.
En este factor, su equipo sale beneficiado echando un vistazo a “Strokes gained-putting”, la cifra que compara el rendimiento de todos los jugadores en cada torneo. Además del ganador de la FedEx Cup, Phil Mickelson y Zach Johnson han rendido a un gran nivel en los greenes durante todo la temporada, mientras que Jim Furyk, Brandt Snedeker y Matt Kuchar tampoco salen mal parados, todos ellos dentro de los veinticinco primeros. Steve Stricker también acostumbra a ser un seguro de vida en las inmediaciones del hoyo. Pero es evidente que ninguno de los estadounidenses es un mal pateador, o no se hubieran clasificado para esta codiciada cita. Entre todos ellos acumulan la desorbitada cifra de dieciséis victorias en apenas diez meses, dos de las cuales fueron el Masters de Augusta y el U.S. Open.
He ahí la virtud y el defecto del equipo de Davis Love III. Tanto talento no se traduce siempre en un buenos resultados en Fourballs o Foursomes, donde la complicidad en ocasiones también es capaz de salvar golpes. Como paradigma de esta situación se ha situado siempre a Tiger Woods, invencible en ciertos momentos de su carrera y mediocre con otro gran jugador a su lado. En Medinah, Love no debería tener problemas para encontrar buenas parejas dentro de su equipo porque lo conforman virtudes muy distintas. La pegada de Bubba Watson unida al talento de Snedeker en los greenes, la precisión de Jim Furyk o Jason Dufner junto al carácter de Woods o Mickelson. Será interesante ver si apuesta por un equipo de contrastes o por aunar talentos similares.
Lo que sí parece evidente ha sido la apuesta por el cambio. Estados Unidos perdió por un solo punto en Celtic Manor y cuatro jugadores se han caído del equipo para dar entrada a otros cuatro rookies. Keegan Bradley, Jason Dufner, Brandt Snedeker y Webb Simpson son la respuesta a la pasadas derrotas y su rendimiento en esta Ryder dirimirá en buena medida el resultado final. Un tercio del equipo renovado para las nuevas exigencias y un nuevo punto de vista para unos jugadores que no se saben vencedores, como ocurría en el pasado, sino que en esta ocasión son los aspirantes a derrocar el trono europeo.
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